Apuntarse al gimnasio es fácil pero acudir de manera regular no lo es tanto. Así lo reflejan los datos: la mitad de las personas que se apuntan a un gimnasio abandonan antes de los seis meses. Aunque son conscientes de los muchos beneficios que el ejercicio físico les reporta, no consiguen adaptarse a la rutina de acudir con frecuencia por diversos motivos. Pereza, poca profesionalidad del monitor y falta de tiempo son los más habituales. Motivación y constancia son las asignaturas pendientes que los dueños y personal de los gimnasios deben promover para conseguir, más allá de la captación de clientes, su permanencia en el centro.
Objetivos a corto plazo
La estética y la salud son el motor que empuja a muchas personas cada año a los gimnasios, los ‘nuevos templos’ de la salud. Sin embargo, un estudio de los expertos en psicología deportiva, R.Weinberg y D.Gold, afirma que el 50% de las personas que se acercan a un centro deportivo por primera vez no consiguen prolongar esta bienintencionada decisión más allá de los seis meses, aunque todas ellas llegan con sus mejores propósitos.
Las razones que provocan esta falta de constancia son varias y de diversa naturaleza. “Lo que una persona espera del deporte puede no coincidir con la realidad de acudir a un gimnasio, hacer una tabla determinada, correr etc..”, asegura Ainara Duke, profesora de Entrenamiento Psicológico en el Instituto Vasco de Educación Física.
Los primeros esfuerzos se ven recompensados rápidamente en forma de mayor tono físico; los primeros kilos se pierden con facilidad pero el problema surge más tarde porque el cuerpo tarda más tiempo en mostrar esos resultados tan deseados. Esta es una de las razones más comunes que conducen al abandono.
La experta aconseja plantearse objetivos a corto plazo y metas que se puedan cumplir. “Nadie mejor que nosotros mismos para conocer nuestros límites. A medida que se superan los primeros ejercicios, los estímulos crecen también” asegura Ainara Duke.
El apoyo del entorno es muy importante. Se trata de hacerle notar a la persona que ha comenzado a acudir al gimnasio, con el esfuerzo consabido que eso le supone, que debe continuar acudiendo al gimnasio porque se le ve muy bien.
Esta profesora asegura también que el ejercicio en grupo es una práctica muy recomendable para lograr mantener el hábito. “De esta manera se hace más llevadero; por una parte se refuerzan vínculos sociales, y por la otra el deber de justificarse ante los demás, debido a las faltas de asistencia, conlleva una mayor responsabilidad”, asegura.
Los motivos para frecuentar el gimnasio son variados. Algunos nuevos deportistas lo son por prescripción médica, otros – más mujeres que hombres- porque pretenden bajar unos kilos o mejorar su aspecto físico en general, y también hay quien huye del sedentarismo al que conduce el modo de vida actual. De hecho, la experiencia como monitor de musculación y fitness ha enseñado a Fran Villasol que, por lo general, las personas que acuden a los gimnasios no tienen más pretensiones que sentirse bien y llevar una vida más sana. “Los trabajos actuales son sedentarios y en el gimnasio se puede romper con esto”, afirma Villasol.
Excusas y falta de motivación
El personal que trabaja en los gimnasios sabe que hay tres periodos clave en la tarea de captar nuevos clientes; sin embargo, no aciertan con la fórmula de permanencia. Son los siguientes:
- Después del verano: en un intento por volver a la vida rutinaria después de las vacaciones.
- Después de los excesos: pasada la Navidad sobre todo y por los mismos motivos, siguiendo los dictados de los buenos propósitos del nuevo año.
- Tras la Semana Santa: este es el momento de mayor captación. La temporada estival está próxima y los nuevos matriculados no necesitan ningún tipo de motivación para acudir. Sin embargo, a las pocas semanas después de estas fiestas la mayoría de los nuevos deportistas acaban por abandonar.
Sus optimistas intenciones iniciales se enfrentan en ocasiones con variados obstáculos. La falta de tiempo y el aburrimiento figuran como las excusas más comunes que se escuchan en los vestuarios, según Villasol.
Razones para no acudir de manera continuada al gimnasio:
- Malestar por el trabajo: la presión laboral, los nervios, el estrés… se convierten en excusas para no hacer deporte. La jornada laboral se prolonga cada día más y las ganas de acudir al gimnasio disminuyen. Sin embargo, estas mismas razones son las que deben servir de impulso para permanecer en estos centros. “El deporte ayuda a que nos sintamos más relajados”, afirma Ainara Duke.
- Falta de objetivos específicos: Es fundamental tener las ideas claras desde un principio, saber con qué objetivos se ha decidido iniciar el entrenamiento. “Cuando no estamos del todo seguros de por qué acudimos al gimnasio no nos importa tanto dejarlo de lado, al principio esporádicamente, y después de modo definitivo”, según la profesora. También es importante priorizar esa práctica deportiva en la particular escala de valores de cada persona.
- Falta de programación específica y atención especializada: los antecedentes de cada persona, sus gustos y su nivel de constancia determinan cuáles son los ejercicios más adecuados para cada caso. De este modo se trabaja de manera progresiva, y sobre todo, acorde a los objetivos iniciales. “El monitor de sala no debe estar sentado sin hacer demasiado caso a los clientes. Debe asesorarles y mostrarles interés”. Al fin y al cabo, “hace falta sentirse más en un club que en un gimnasio”, explica Fran Villasol.
Monitores apropiados
En la elección de un gimnasio debe primar la actitud de los profesionales que trabajan en él. A falta de una estricta regulación de la profesión del monitor de gimnasio, gran parte de su quehacer queda en manos de su buena voluntad. “La imagen del monitor de sala que está sentado al fondo sin hacer demasiado caso a los clientes no es la adecuada- afirma Fran Villasol- pero la actitud que adopte respecto a los clientes depende de cada cual”.
Su función debería centrarse en motivar, asesorar y atender en todo momento a los deportistas así como en tratar de ganarse su confianza para que los clientes se muestren más receptivos. “La persona que llega por primera vez al gimnasio está lleno, por lo general, de complejos y miedos. Les avergüenza hasta salir del vestuario en camiseta y pantalón corto”, comenta Villasol. “En estos casos es fundamental ganarse su confianza desde el primer momento”, añade.
Pero la realidad es otra bien diferente: colas para hacer ejercicio en un determinado aparato, pocas duchas en relación al número de usuarios, poco personal en horas punta y constante subida de precios. El experto aclara que no se puede exigir lo mismo a un monitor de sala que a un entrenador personal, al alcance de muy pocos . “Es imposible ofrecer un servicio de calidad a 50 personas a la vez”, defiende. De ahí la conveniencia de evitar las ‘horas punta’ para conseguir que el entrenador conozca las preferencias, ritmos y objetivos de cada usuario.
Consejos para elegir un buen gimnasio
- Preguntar al encargado o dueño del gimnasio el grado de cualificación de los monitores. Existe un Título Nacional de Entrenador homologado, si bien hay centros en los que no todos los instructores cuentan con él y está permitido por la ley.
- Antes de pagar conviene pasearse por la sala de máquinas y comprobar su diversidad; que permitan desarrollar ejercicios aeróbicos y de fuerza. El cliente debe exigir que se encuentren en un perfecto estado y que su movimiento sea uniforme.
- Las primeras tablas de ejercicios se deben realizar bajo la supervisión del monitor. Entre sus labores se encuentra la de enseñarle al cliente cómo funciona cada aparato y comprobar que ha comprendido a la perfección el circuito que debe realizar.
- Los clientes nuevos deben someterse a exámenes médicos: toma de presión arterial, frecuencia cardiaca, talla, peso y medidas de la masa ósea, magra y grasa. Si el cliente presenta lesiones o patologías, los ejercicios deberán ser diseñados en consecuencia. Es conveniente la presencia de un gabinete de medicina deportiva.
- El equipamiento debe estar en perfecto estado de aseo y mantenimiento. Las duchas, vestuarios y demás instalaciones deben estar limpias y ventiladas.