Hepatitis C

Tatuaje y el Piercing, nuevos canales de transmisión de una enfermedad que afecta a 800.000 españoles
Por Miguel Domec 20 de marzo de 2003

Dos de cada diez españoles son portadores del virus de la hepatitis C. De los 800.000 afectados una gran parte no ha tomado conciencia de la situación debido a que no presentan síntomas en la mayoría de los casos. Modas como el tatuaje y el piercing son una fuente de infección y crean un grupo de riesgo que elevará en un futuro no muy lejano el número de afectados por la hepatitis C.

Síntomas y diagnóstico

El virus de la Hepatitis C (VHC) se transmite sobre todo a través de la sangre, ataca al hígado y provoca que éste se inflame y que realice de forma anómala sus funciones. El diagnóstico de la enfermedad se realiza a través de un análisis de sangre y puede aparecer a través de revisiones rutinarias efectuadas por los médicos de atención primaria o con motivo de una donación de sangre, según los expertos.

Uno de los principales problemas que presenta esta enfermedad es su complejidad para ser detectada. La mayoría de las personas con hepatitis C son asintomáticas, es decir, no presentan ningún síntoma de la enfermedad aunque la padezcan. En el caso de que estos aparecieran conviene saber varían en función de la persona, aunque los más específicos son los siguientes:

  • Oscurecimiento de la orina
  • Excrementos de color claro
  • Coloración amarilla en ojos y piel
  • Cansancio
  • Malestar general
  • Fiebre

Lo más recomendable es realizarse un análisis rutinario de sangre y – en caso de observar un aumento de nivel en un marcador hepático como las transaminasas – solicitar el test específico para virus C. Una vez constatado que se es portador del virus, el paso siguiente es determinar si ha permanecido más de 6 meses en nuestro organismo.

A través de este dato se puede saber si la enfermedad se presenta de forma crónica, así como el grado de lesión producido en el hígado. El método habitual se basa en una biopsia hepática, práctica en la que el médico extrae un pequeño fragmento de hígado que se estudia en busca de signos de daño hepático.

Tras el diagnóstico, el paciente debe ser informado de forma clara y precisa del estado de su enfermedad y de los posibles tratamientos aconsejados por un médico especialista. El objetivo es evitar la aparición de posibles problemas psicológicos como la depresión o ansiedad.

Respecto a la evolución de la enfermedad en pacientes infectados por el virus de la Hepatitis C, las investigaciones indican que la hepatitis por virus C evoluciona a la forma de hepatitis crónica en un 80% de los casos. En el estadio de hepatitis crónica, caracterizada por escasa o nula sintomatología, el paciente puede permanecer décadas sin problemas. Un 20% de esos casos acaban en cirrosis en 15-20 años, y un 4% desarrolla cáncer de hígado.

Grupos de riesgo

El principal medio de transmisión de la hepatitis C tiene lugar a través del contacto con la sangre de otra persona infectada. En la actualidad, la posibilidad de infectarse con este virus, a través de una transfusión o por el transplante de un órgano, es prácticamente imposible gracias a la esterilización y al empleo de materiales desechables en clínicas y hospitales.

Los grupos con mayor riesgo a contraer la enfermedad son los siguientes:

  • Los portadores de tatuajes y/o piercings (hacerse un tatuaje o una perforación en alguna parte del cuerpo con instrumental no esterilizado).

  • Los adictos a drogas por vía intravenosa (compartir agujas para inyectarse drogas).

  • El personal sanitario que puede contraer la hepatitis C al manipular material y utensilios médicos contaminados.

  • Los hijos de madres portadoras del virus de la hepatitis C. Se transmite la enfermedad en 1 de cada 1.000 casos.

No se puede dejar de mencionar que según los expertos el virus se puede contraer de forma accidental, “existe un porcentaje de casos en los que la forma de adquisición del virus no ha quedado bien definida”, explican.

Algunos consejos útiles para protegerse de la hepatitis C son los siguientes:

  • Si se va a tatuar o perforar el cuerpo, asegúrese de que ello se haga con instrumental esterilizado.
  • Usar guantes en caso de entrar en contacto con la sangre de otra persona.
  • No usar el cepillo de dientes, hojas de afeitar o cualquier otro utensilio que pudiera contener restos de sangre.
  • No compartir agujas para inyectarse drogas o medicinas.
  • Respecto a los hábitos sexuales, la transmisión de virus en parejas heterosexuales estables es muy escasa, en cualquier caso se recomienda el uso de preservativo durante la menstruación en mujeres infectadas. En riesgo en parejas homosexuales masculinas tienen mayor riesgo de infección. La presencia del virus del SIDA aumenta la probabilidad de contagio del virus de la hepatitis C.

    Tratamiento

    La hepatitis C se combate con un único tratamiento llamado interferón, antivírico que puede combinarse con una sustancia denominada ribavirina y se aplica en forma de inyección.

    El objetivo es hacer desaparecer el virus y evitar así la progresión de la lesión hepática. Obtiene un éxito total en un 20% de los casos y en el resto se producen bajadas transitorias en el nivel de virus C, o no se obtiene ningún resultado positivo.

    Se trata de un tratamiento que produce serios efectos secundarios como dolores musculares, fiebre o cuadros gripales y que requiere controles periódicos para valorar su eficacia.

    Con el tiempo, la hepatitis C puede causar grandes daños al hígado de forma que la única solución pase por el transplante de otro hígado mediante cirugía. En España, el 60% de los transplantes que se realizan son de hígado, producidos en su mayoría por degeneraciones hepáticas que tienen su origen en el virus de la hepatitis C.

    Según fuentes del Organismo Nacional del Trasplante, en 2001 se realizaron 1.165 transplantes hepáticos. El transplante de hígado es un procedimiento consolidado que sólo se ve frenado por una falta endémica de donantes.

    Convivir con la hepatitis C

    La Asociación de Enfermos de Hepatitis C (AEHC), con sede en Valencia, ha editado el libro “Aprender a vivir con la Hepatitis C,” donde se recogen una serie de recomendaciones para las personas que padezcan la enfermedad o tengan en su entorno cercano a alguien que la padece.

    Entre los principales consejos a tener en cuenta figuran los siguientes:

    • El paciente no debe alterar de forma sustancial sus costumbres ni tipo de vida. Se trata de una enfermedad que aún siendo crónica, por lo general no presenta signos claros de su existencia, es muy lenta en su progresión y de difícil contagio excepto por vía sanguínea.

    • Seguir una dieta normal absteniéndose de beber alcohol, pues favorece la progresión de la lesión.

    • Se puede desarrollar la actividad física, laboral y deportiva habitual en la fase crónica de la enfermedad. Conviene comunicar su situación al personal sanitario si se va a efectuar una intervención quirúrgica de cualquier tipo.

    • Pueden tomarse la mayoría de fármacos sin restricciones, previa consulta con su médico. Los pacientes con cirrosis deben evitar el consumo de sedantes y antiinflamatorios.

    • El embarazo no supone un riesgo añadido para la mujer con hepatitis crónica tipo C. La transmisión madre-hijo es infrecuente pero puede darse antes y durante el parto.

    • Acudir a los controles que le indique su médico especialista.

    • No compartir útiles de aseo personal, ni otros objetos que puedan haberse contaminado con sangre (cepillo de dientes, hojas o maquinillas de afeitar, cortauñas, etc).

    Rechazo social

    “El enfermo llega a la Asociación muy angustiado y piensa que tiene una enfermedad rápida y mortal” según Ana Montilla, psicóloga de la Asociación de Enfermos de Hepatitis C. En un primer momento, la máxima preocupación para el enfermo es conocer si puede contagiar a su familia. Después se cuestiona todo lo relacionado con la calidad de vida que le espera y, por último, se pregunta si existe un tratamiento.

    El trabajo que se realiza en AEHC consiste en estudiar cada caso y dar tratamiento individual, familiar y con grupos de autoayuda con el fin de desdramatizar la situación. “Recibir información sobre la enfermedad les quita la angustia y les centra en llevar controles periódicos y una vida sana, que es lo importante” matiza Montilla. El enfermo no sólo debe enfrentarse a su enfermedad, sino a todo un estigma de rechazo social que por desconocimiento o miedo también sufren quienes rodean al enfermo y la sociedad en general.

    La consideración de la hepatitis C como una enfermedad infecto-contagiosa a nivel médico y legal provoca que el afectado no pueda plantearse asumir la patología y manifestar públicamente que padece la enfermedad.

    Por otra parte, la preocupación de aquellos que sufren la enfermedad está más que justificada porque tiene consecuencias como las que se enumeran a continuación:

  • Problemas para contratar una hipoteca con una entidad bancaria en caso de que tengan un conocimiento explícito de que el solicitante padece la enfermedad.
  • Imposibilidad de contratar un seguro médico privado.
  • Negativa a la consideración como posible padre adoptante.
  • Imposibilidad de ser donante para inseminación artificial.
  • No aceptación de candidatura a ciertas oposiciones públicas.
  • Imposibilidad de realizar viajes de ocio subvencionados, como a balnearios, etc.

    El gran rechazo social existente hace que éste llegue con facilidad al ámbito laboral generando multitud de casos de marginación por parte de compañeros y la incomprensión ante las bajas por enfermedad o simplemente el despido por parte de los empresarios.

    Tatuajes y percings, graves focos de riesgo

    El pasado año un comité de expertos en hepatitis C se reunió en Barcelona para dar forma al primer macro-estudio sobre los costes y prevención de la hepatitis C. El comité científico reunido llegó a una serie de conclusiones entre las que propuso denunciar prácticas como el tatuaje y el piercing, por ser una fuente de infección en potencia. El peligro es tal que ha llegado a crear un nuevo grupo de riesgo que elevará en un futuro no muy lejano el número de afectados por la hepatitis C.

    Ante esta problemática, diversas instituciones públicas han comenzado a tomar medidas. Una de las pioneras ha sido la Generalitat Catalana, que promulgó en enero de 2001 un decreto en el que se obligaba a los establecimientos de tatuaje y anillado, entre otras medidas, a esterilizar en autoclave el instrumental empleado y desechar las tintas sobrantes no utilizadas en cada tatuaje, pues éstas son también un foco probado de infección del virus. Desde la Asociación de Tatuadores y Anilladores Profesionales (ATAP) se asume el problema. “Nosotros intentamos que todos los tatuadores cumplan la normativa. El medico de la Asociación visita los estudios de tatuaje y comprueba su situación higiénica. En un primer momento se le informa y advierte que si no cumple la legislación podemos tomar medidas contra él”. La Asociación defiende la idea de que la mayor parte de su público sólo esta preocupado por dos variables: el precio y el dolor. Nunca por la higiene. Ahora bien, “todos nuestros asociados han hecho una fuerte inversión en higiene y creen que la mejor propaganda es el boca a boca y la información. Esa es nuestra batalla”, explica el portavoz de la ATAP, Jordi Mateu.

    Otro de los aspectos que ha generado más polémica ha sido la llamada de atención por parte de los expertos respecto a la detección del virus de la Hepatitis C. Los científicos consideran que el proceso de detección del virus es sencillo: mediante un análisis de sangre específico que laboratorios clínicos realizan de manera privada por 30 euros es posible determinar quien está infectado.

    Los expertos consideran que la naturaleza del problema reside en el desconocimiento que existe en las administraciones sanitarias, tanto a nivel nacional como autonómico, sobre la importancia y el impacto real que tiene actualmente la hepatitis C en España, donde se estima en 800.000 el número de afectados declarados, y en una cifra similar los enfermos sin diagnosticar. El grupo de científicos declaró que la conclusión a la que habían llegado era que “los recursos disponibles en estos momentos son insuficientes”.

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