Los trastornos en los pies afectan al 70% de la población, según un estudio de la Asociación Española de Medicina y Cirugía del Pie y suelen estar relacionados con otras enfermedades, como la diabetes y los problemas circulatorios. Uno de los más habituales son los juanetes, que afectan sobre todo a las mujeres y que en los casos más extremos pueden mermar de forma notable su calidad de vida. Los podólogos aconsejan acudir a su consulta tan pronto como se detecten los primeros síntomas, pues hay muchos tratamientos que alivian de inmediato el dolor. Entre las opciones más utilizadas para combatir este trastorno motivado, por un mal calzado y tacones altos, destacan las técnicas de cirugía ambulatoria, la inserción de una prótesis de silicona y las operaciones, a pesar de que no las cubra la seguridad social.
¿Qué son los juanetes?
Los juanetes, científicamente denominados ‘hallux valgus’ (dedo hacia afuera), son una deformidad en la articulación del dedo pulgar, que se traduce en una prominencia lateral del hueso, según explica el presidente del Colegio Profesional de Podólogos de Andalucía, Claudio Bonilla Sáiz.
Junto a la prominencia ósea se forma una bolsa serosa (acumulación de líquido) y la piel aparece cubierta por un callo. Aparte de provocar dolor, es un problema desde el punto de vista estético porque cambia la forma del pie, lo que dificulta encontrar zapatos adecuados. Es complicado decir cuántas personas están afectadas por esta deformación de los huesos, pero lo cierto que es muy común.
Las mujeres son más propensas a sufrir juanetes que los varones, debido, precisamente, al uso de calzado con tacones altos (a partir de cuatro centímetros) y con puntas demasiado estrechas. En cuanto a la edad, es más frecuente cuanto más mayor se es (después de los 40 años); no obstante, también pueden aparecer en la juventud. “Hay chicas que con 15, 16 ó 17 años empiezan a sufrir este problema”, señala Bonilla.
Factores que contribuyen a su aparición
Un juanete no aparece de forma espontánea, especifica este experto, por lo que la observación siempre es recomendable, sobre todo si hay casos de familiares que padecen esta deformación. En el momento en que se detecte una molestia, habrá que acudir al especialista para que asesore y determine cuál es el tratamiento más adecuado.
En ocasiones será necesario realizar una radiografía del pie para establecer el grado de afectación. Al principio puede notarse algo de enrojecimiento e hinchazón que aparece y desaparece en la zona de los dedos, además de callosidades o ampollas que se crean al rozar un dedo con otro por la presión.
Entre los factores que contribuyen a la aparición de juanetes, los hereditarios son los más influyentes, aunque también pueden surgir por reumatismos inflamatorios o por otras enfermedades del pie. Otra de las principales causas es, como ya se dijo, utilizar un calzado inadecuado.
El especialista
El podólogo es el especialista más indicado para tratar los problemas de los pies, aunque cualquier médico está capacitado para realizar las curas y aconsejar el calzado más específico para los pacientes. El principal problema al que se enfrentan los afectados de juanetes que precisan una operación es que la podología no se enmarca en la sanidad pública. Este hecho se debe, según Bonilla, a “la falta de medios”. Destaca, de todos modos, que el Servicio Cántabro de Salud (SCS) sí se ha comprometido a incorporar a lo largo de 2005 esta especialidad en su cartera de servicios de atención especializada, concretamente en Endocrinología, Ortopedia y Cirugía Vascular.
En este sentido, resalta la conveniencia de incluir a los podólogos en las unidades hospitalarias de ‘pie diabético’, donde se atiende a los enfermos de diabetes, puesto que para ellos esta parte del cuerpo es “una fuente de complicaciones”. Pese a esta necesidad, demandada por las propias asociaciones de diabéticos, este experto critica que “en el equipo médico multidisciplinar que trata a los diabéticos no se incluye al podólogo, por lo que, al final, las funciones que le corresponden las desarrollan otros profesionales, lo que, en definitiva, significa obviar una profesión”.
Además, por regla general la gente no está mentalizada sobre los desórdenes de salud que pueden acarrear los pies y se piensa que si no se tienen problemas no es necesario acudir al podólogo. En muchas ocasiones, las dolencias en otras partes del cuerpo se deben a problemas en los pies. Hay que destacar que estos trastornos afectan al 70% de la población del país, según un estudio de la Asociación Española de Medicina y Cirugía del Pie. Por ello, es preciso vigilar la aparición de cualquier anomalía como rozaduras, callos, etcétera, acudiendo al especialista al menos una vez al año.
Tal y como afirma Bonilla, “en la podología lo importante es la prevención; si los pies se cuidan desde que se es niño, es seguro que se evitarán muchos problemas futuros, no sólo en lo referido a los propios pies, sino también a otras partes del cuerpo como la columna”.
Tratamiento
La intervención quirúrgica es una opción que debe ser valorada en cada caso y el profesional sanitario será el que decida la técnica más adecuada. Si los juanetes no son dolorosos y no impiden el calzado, se aconseja no operarlos. De esta forma se pronuncia el responsable del Colegio de Podólogos de Andalucía, quien subraya que a veces se confunde la estética con la dificultad para calzarse y, a su juicio, “nunca hay que operarse por motivos de imagen”, a lo que añade que “la cirugía es el fracaso de la medicina”.
Ante todo, no hay que olvidar que cada pie requiere un tipo de zapato que se ajuste a sus características. No puede pretenderse el uso de un calzado estrecho si se tiene un pie ancho. Este hecho tan simple ayudará a hacer que la aparición de juanetes no se produzca o, al menos, que sea más tardía.
De todas formas, si es necesario operar debido a que los juanetes son dolorosos o no permiten caminar con normalidad, hoy en día hay más de 200 técnicas de corrección quirúrgica. El especialista determinará cuál es la más idónea en cada caso, dependiendo del grado de deformidad, la edad del paciente o la causa.
Hay técnicas de cirugía ambulatoria que requieren sólo incisiones mínimas para eliminar la prominencia del hueso y que permiten una rápida recuperación; la anestesia es local y el paciente abandona el centro hospitalario el mismo día de la operación. Esta intervención se puede hacer también con láser. Por lo general, si se hace correctamente, el juanete no tendría que volver a salir, aunque “no hay una seguridad total”, según este especialista.
En cuanto al precio de este tipo de intervenciones en una consulta particular, como matiza Bonilla, no se puede generalizar puesto que es un sector en el que hay libre competencia. Se suele cobrar alrededor de 1.500 euros por pie.
Frente a esta alternativa, se encuentra el tratamiento conservador (más indicado que la intervención quirúrgica), que consiste en la adopción de una serie de medidas ortopédicas, así como el uso del calzado más adecuado al pie. Mediante plantillas se intenta compensar aquellas insuficiencias que son las que provocan la deformidad, evitando el aumento del juanete. Se confeccionan a medida del paciente, de modo que le proporcionen comodidad.
También hay prótesis de silicona, en las que se mete el dedo pulgar del pie, protegiéndolo de roces y presiones y previniendo que aparezcan deformidades como los juanetes. Su colocación es muy sencilla, de hecho, se puede llevar con el zapato, y el precio ronda los 12 euros. Existen, de igual modo, parches o discos de espuma que protegen contra la fricción y la presión del calzado y cuyo precio no llega a los dos euros, según informan desde la ortopedia Rico Nestares de Málaga.
En los establecimientos de material ortopédico se pueden encontrar separadores de silicona, que se ponen entre los dedos para evitar su desviación y la aparición, por tanto, de juanetes; cuestan alrededor de siete euros. Por otro lado, el corrector nocturno permite modificar la posición deformada del dedo. Este instrumento, que utiliza un cierre de velcro y se coloca en el pulgar, se usa por la noche. Es uno de los sistemas más eficaces para mantener el pie en una posición adecuada y ejercer presión contra el juanete, reduciendo su desarrollo y evitando el dolor; además, suele estar indicado tras una intervención quirúrgica. Esta opción es más cara que las anteriores, ronda los 20 euros según el modelo.
Para aliviar el malestar, hay lociones o cremas analgésicas que se aplican sobre la zona del juanete, pero, como advierte el representante del colegio profesional, “sólo sirven para disimular el dolor durante un tiempo, ya que realmente no corrigen el problema”.