El ejercicio físico es sinónimo de salud, siempre que se realice bajo las pautas adecuadas. En ese sentido, los gimnasios son una buena forma de ejercitar el organismo. Pero al respecto, los expertos advierten de que cualquier actividad en un centro deportivo ha de hacerse con cuidado ya que si se omiten los controles sobre el peso a trabajar, el número de repeticiones de cada movimiento o el gesto adecuado para realizarlos, pueden aparecer lesiones como sobrecargas, roturas fibrilares, tendinitis, esguinces o, en casos extremos, la rotura de huesos o músculos.
Lesiones musculosas, tendinosas y de ligamentos
Muchas lesiones deportivas surgen de la reiteración excesiva de determinados movimientos y ejercicios. Otras, por el contrario, se deben a traumas puntuales relacionadas con gestos concretos y con movimientos explosivos. En cualquier caso, la actividad física, sobre todo la que se realiza en gimnasios, puede desencadenar afecciones musculares, tendinosas o también otras que inciden sobre articulaciones y ligamentos. Así lo explica Imanol Duandikoetxea, médico experto en osteopatía del bilbaíno Centro de Medicina Manual. Según sus apreciaciones, no es anormal que el ejercicio derive en ocasiones en tendinitis, sobrecargas musculares o roturas fibrilares, entre otras.
El citado facultativo explica que las lesiones musculares se dan, generalmente, debido a un mal gesto momentáneo o a un sobreesfuerzo puntual. De tales circunstancias pueden devenir desde microroturas, roturas fibrilares y sobrecargas. Su incidencia mayor hay que buscarla principalmente en las extremidades inferiores. Y dentro de ese conjunto anatómico se reproducen con cierta profusión en el gemelo interior. En esa zona muscular se encuentran incluidas estructuras como el cuadriceps o el bíceps femoral. Un poco más arriba están los abductores, que también se pueden ver afectados por este tipo de lesiones aunque con menor frecuencia. En cuanto a las extremidades superiores, las principales lesiones musculares hay que buscarlas en el bíceps braqueal y, en menor medida, en el trapecio o en los pectorales, según indica Duandikoetxea.
Aparte, hay que citar las lesiones sobre tendones. Al contrario de lo que ocurría con las afecciones musculares, éstas se reproducen por el “sobreuso” de ciertas estructuras orgánicas, con la repetición excesiva de determinados ejercicios un número excesivo de veces. Pueden aparecer pese a que la carga con la que se entrena no sea considerada como alta. De entrada, da la impresión de que no tendría por qué causar problema alguno y, sin embargo, con el tiempo, la repetición de una tabla concreta llega a producir molestias como lesiones crónicas en tendones y zonas musculares en las articulaciones. Para los expertos, este tipo de daños se producen principalmente en las extremidades superiores y, dentro de ellas, destacan aquellas que afectan a la musculatura del codo y, en concreto, al epicóndilo.
‘Codo de tenista’ y ‘codo de golfista’
La reiteración de la contracción del grupo músculotendinoso externo del codo puede conllevar -según Duandikoetxea- a la aparición de la inflamación de la zona, afección conocida como epicondilitis o, popularmente, como ‘codo de tenista’. Dicha lesión se reproducirá en ejercicios que requieran reiteradamente la contracción del tendón de la zona en movimientos similares a los que ejerce un tenista cuando practica el golpe de revés, por ejemplo. En la vida cotidiana, la epicondilitis se podría dar en gestos habituales de un trabajador, como cuando éste usa un destornillador, o en los de una persona en su vida cotidiana, por ejemplo, al intentar asir una botella o un plato de comida.
Otro tipo de afección es la epitrocleitis o ‘codo de golfista’, una lesión que afecta al grupo muscular y a los tendones internos del codo. Se suele dar en ejercicios en los que se utiliza la musculatura flexora de la mano con el uso de aparatos que incluyen elásticos o muelles para el ejercicio manual.
Junto a las afecciones sobre el codo, el experto confirma que se encuentran otras que se localizan en los hombros. En este sentido, están las tendinitis del ‘manguito de rotadores’, que es la estructura que estabiliza al hombro, y la que repercute sobre el tendón supraespinoso. En menor medida están las lesiones que afectan a las extremidades inferiores, sobre todo, entre deportistas que practican carrera o footing. Todas ellas tienen especial incidencia sobre el llamado tendón de Aquiles, en el tobillo, y sobre el tendón rotuliano, en la rodilla (en este caso, la lesión estaría relacionada con ejercicios de salto). Se suelen dar por usar mal calzado, por ejercitarse sobre un terreno especialmente duro o por pisar de forma incorrecta a la hora de correr o saltar.
En cuanto a las lesiones que afectan a articulaciones y ligamentos, suelen darse con mayor incidencia en el tobillo y en la rodilla, principalmente sobre el ligamento lateral externo a causa de acciones traumáticas como esguinces o distensiones. Este tipo de afecciones también pueden llegar a desencadenar roturas en las articulaciones, que son las zonas más débiles en causa de trauma. En las extremidades superiores, se dan en el hombro o en la mano.
Tratamientos posibles
Desde el centro de Medicina Manual se certifica que las lesiones descritas, si se dan en “situaciones agudas” tienen buen pronóstico, tanto en afecciones originadas por gestos y traumas puntuales o explosivos como en el caso de inflamaciones por sobreuso. Sin embargo, en el caso de las tendinitis, Duandikoetxea explica que “en los deportistas no profesionales es más difícil de curar”.
Para el caso de las lesiones musculares, el doctor confirma que existe “un momento agudo”. Sin embargo, en el caso de las tendinitis, “existen muchos parámetros a analizar que las pueden provocar, muchos de ellos no se descubren y no se tienen en cuenta ya que pueden ser provocadas por técnicas a la hora de hacer deporte, por el calzado o por la superficie, por ejemplo”.
Vigilancia del peso, técnica y número de repeticiones
Para evitar estas lesiones en el gimnasio, los expertos en la materia como Duandikoetxea y Fran Villasol, monitor de gimnasio durante más de diez años, recomiendan controlar los pesos con los que se trabaja, los gestos técnicos necesarios en la realización de una determinada tabla de ejercicios y el número de repeticiones que se hace de cada uno de ellos. Siempre deberán ser los adecuados para cada persona. Ni más ni menos. En este sentido, indican que el usuario de estos centros deportivos debe hacer hincapié “en el sentido común”. El tipo de actividad ideal que podrá desempeñar con normalidad y en busca de un beneficio para su salud será aquél que venga determinado por los parámetros vitales del individuo, como su estado de forma, su género, edad o el trabajo que desempeña habitualmente, entre otras cuestiones.
Bajo dichas consideraciones los médicos deportivos recomiendan realizar un chequeo previo a todas las personas que van a iniciar una actividad deportiva reiterada, en este caso en un gimnasio. Dichos controles bien podrían basarse en la realización de una prueba de esfuerzo o en una entrevista con especialistas deportivos o médicos, más si el deportista es consciente de pertenecer a grupos de riesgo, bien por haber padecido lesiones con anterioridad o por ser susceptible de ello por el historial de su familia, por ejemplo.
Cuestión de sentido común
Tampoco hay que obviar que el inicio del ejercicio físico en un gimnasio debe consistir en un trabajo progresivo y en escalas, “que no debe producir molestias, como las conocidas agujetas, en el día ni al día siguiente”, asume el doctor del Centro de Medicina Manual. Al respecto, éste también recuerda que el deportista debe de ser consciente de lo que hace. “Creemos que el gimnasio va a ser bueno para nuestra salud y, sin embargo, sin control se puede convertir en un calvario, con lesiones y malestar”. En este sentido, el doctor alerta sobre prácticas habituales, como acudir a hacer ejercicios a la hora de comer, madrugar en exceso para acudir al centro deportivo, ejercitarse todos los días o hacerlo sin omitir hábitos tóxicos como fumar, que pueden resultar contraproducentes.
“Cuando se inicia una actividad física, es necesario que el organismo esté bien hidratado y alimentado y descansado. A veces, si no se da esa premisa, acudir a un gimnasio puede ser la gota que colme el vaso en situaciones como las descritas o en otras en las que una mala postura ergonómica en el trabajo se puede agudizar haciendo ejercicio. Es siempre cuestión de sentido común”, sentencia Imanol Duandikoetxea.
Trabajo progresivo y bajo control
Los monitores de los gimnasios indican una serie de recomendaciones para practicar ejercicio sin riesgos:
- Dejar pasar al menos 24 horas entre actividades diferentes que requieran el uso de los mismos grupos musculares para ser efectuadas, periodo que habría que elevar a 72 horas si la sesión en el gimnasio ha sido especialmente intensa.
- No es conveniente aumentar de una semana a la siguiente más de un 10% en la intensidad ni en la duración de los ejercicios a efectuar en el gimnasio, al que habría que dedicarle sesiones de entre una hora y hora y media y con el día de por medio. “El hacer un esfuerzo desmedido sin una asesoría física es muy peligroso. No hay que excederse”, advierte Manuel Ocejo, fisioterapeuta adscrito a las federaciones deportivas de Álava Otra de las taras que pueden devenir de una inadecuada práctica deportiva en gimnasios es la ausencia de la biomecánica precisa para ejercitar según que ejercicios. En este sentido, Ocejo considera fundamental la supervisión de un preparador físico. “Cuando la técnica no es buena, uno puede lesionarse. Es muy importante que el movimiento que se realiza cuando carga una pesa esté bien hecho”. Un ejercicio mal ejecutado no alcanzará el objetivo deseado y ello puede desembocar en una lesión. El deportista debe ser consciente de que tiene que mantener una postura correcta. Ésta consistirá en la posición neutral de la cabeza la pelvis y las rodillas relajadas.
- No es aconsejable procurar el equilibrio en la ejecución de los ejercicios. Suele ocurrir que muchas articulaciones se ven afectadas cuando los músculos que realizan acciones opuestas presentan un desarrollo muy desigual. Así, por ejemplo, puede ocurrir con un bíceps muy desarrollado y un tríceps débil, o al revés. Y ello puede derivar en tensiones que, a su vez, pueden degenerar en lesiones en tendones o desgarros musculares. Para evitar tal situación, habría que estirar el músculo que se trabaja y ejercitar el músculo que no interviene mucho en la actividad.
Calentamiento previo
Aparte de todo lo dicho, antes de efectuar cualquier tipo de ejercicio en un gimnasio es necesario realizar un calentamiento previo. Prevendrá la aparición de lesiones. El mismo, según el referido fisioterapeuta deberá constar de un mínimo de 20 minutos para que la fibra muscular, los tendones, los ligamentos y la parte ósea se pongan a tono para afrontar la actividad deportiva. Dicha puesta a punto deberá ser más concienzuda para deportistas que se acerquen a los 40 años, ya que es una edad crítica en la aparición de lesiones de índole deportiva.