¿Vale un gesto más que mil palabras? Parece ser que sí. Al menos, a juzgar por las palabras de los expertos en comunicación que indican que más del 60% de la comunicación está dominada por nuestros gestos y ademanes, por el lenguaje no verbal. Estas conclusiones son muy recientes, ya que el estudio científico de este tipo de comunicación se inició a comienzos del siglo XX con la investigación de las expresiones del rostro, un trabajo cuyos resultados no fueron demasiado alentadores.
La importancia de los gestos
En la década de los cincuenta la investigación cobró fuerza y un grupo de científicos (entre los que destacaron Ray L. Birdwhistell, Albert E. Scheflen o Paul Ekman?) enfocó el tema siguiendo una metodología científica que analizó la comunicación en su conjunto, abarcando diversos campos de la ciencia, como la psicología, la psiquiatría, la sociología, la antropología? En el año 1971 Flora Davis publicó en Estados Unidos el libro “La Comunicación No Verbal”, obra en la que recogió un resumen de estas investigaciones y que muestra cómo la parte visible de un mensaje es por lo menos tan importante como la audible, ya que los humanos nos comunicamos a muchos niveles simultáneamente, tanto de forma consciente como inconsciente.
La importancia que los diversos autores conceden a esta parte visible del mensaje “varía levemente, pero todos apuntan el predominio de lo no verbal frente a lo verbal”, según indica Alejandro Salgado, profesor de Comunicación Interpersonal en la Facultad de Comunicación de la Universidad Pontificia de Salamanca. Este docente subraya que otro estudioso de este campo, Albert Mehrabian, ya indicó que en la comunicación interpersonal el 93% del significado procede de lo no verbal (el 58% correspondería a los gestos, el 35% al uso de la voz para transmitir palabras y sólo el 7% restante del significado recaería en la importancia de la palabra). Otros autores, como Ray Birdwhistell, hacen recaer sobre los gestos el 60% de la comunicación, frente al 40% de la importancia de las palabras. La comunicación no verbal, como aclara Salgado, se compone esencialmente de:
- Kinésica: Se trata de los gestos, las posturas y los movimientos del cuerpo.
- Proxémica: Es la disposición de los objetos en un espacio, y cómo las personas se desenvuelven en un lugar. El mantenimiento de la conocida como “burbuja personal”, la distancia, es algo de suma importancia en todas las culturas. Muchas veces, el hecho de que una persona nos caiga mal se debe a una diferencia en la percepción de la distancia mínima entre la otra persona y nosotros.
- Paralenguaje: Es el uso de voz para transmitir las palabras.
Sonreír, mover las manos de un modo u otro? ¿dónde se encuentra el origen de nuestros gestos, son rasgos innatos o aprendidos? Diego Sala, profesor de Comunicación de la Escuela Internacional de Protocolo explica que son consecuencia de un proceso mixto entre aprendizaje y genética. No cabe duda de que hay gestos innatos, gestos que son propios de la sociedad en la que nos encontramos, y otros tomados por imitación, como un gesto o tic ‘copiado’ de nuestros progenitores. Pero no siempre ocurre de este modo y hay estudios que constatan que los niños, aun antes de nacer, ya sonríen; asimismo, los niños ciegos de nacimiento esbozan una sonrisa que no han podido aprender por imitación de quienes están a su alrededor. Otros gestos y elementos no verbales son culturales, “algunos comunes a todas las culturas, y otros específicos. En la cultura oriental, por ejemplo, el contacto táctil apenas existe, y el uso de colores en ceremonias y rituales es diferente al nuestro”, explica Salgado. Porque, efectivamente, los dos expertos coinciden en señalar que la educación que recibimos es crucial para nuestro comportamiento no verbal, un aspecto que revela más de lo que sospechamos de nosotros mismos. ¿Hay que tener en cuenta, entonces, este tipo de comunicación?
Una herramienta muy útil
No hay duda de la importancia del lenguaje que no se expresa con las palabras, ya que sólo alguien “que actúe o domine mucho la destreza de comunicación simulará o nos engañará”, según indica el profesor de la Universidad salmantina. De hecho, la primera impresión es fundamental en casi todas nuestras relaciones con los demás. Lo que nos transmite alguien en un primer encuentro da lugar a una idea que se forma en nuestro inconsciente al instante de haber conocido a la persona. Un brevísimo período de tiempo que nos basta para decidir si alguien nos agrada o desagrada y si queremos mantener o no algún tipo de relación con ella. Porque el modo de saludar o movernos dice todo de nosotros, “desde el interés que tenemos por los demás hasta si nos encontramos nerviosos, seguros o extremadamente relajados”, explica el profesor salmantino. Sala señala además que el lenguaje no verbal es esencial para transmitir sentimientos y sensaciones: “Miradas, gestos de apoyo? son imprescindibles para trasladar sentimientos a las personas de nuestro entorno”, especialmente la mirada y las manos, una instrumento muy preciso para transmitir los estados de ánimo, “por lo que hay que saber utilizarlas como apoyo para enfatizar argumentos o ideas”, dice.
El cuerpo también “se chiva” cuando se miente o se fuerza una situación, y por este motivo las situaciones personales se resuelven mejor cara a cara que por teléfono u otro medio, donde se puede perder una importante parte del mensaje, aunque también la voz transmite mucha información. Una frase puede ocultar el significado contrario al que está expresando, según la entonación que se utilice, y los silencios también transmiten mucha información sobre cómo se encuentra realmente el otro, “bien por otorgar, bien por ser valorativos…”, subraya Salgado.
Los profesionales de los medios de comunicación visuales o los políticos son grandes conocedores de la importancia de controlar la postura o las expresiones faciales, y saben que todo comunica, desde el uso de los gestos y la voz hasta el diseño de los platós de televisión, el uso del vestuario, los colores? Un ejemplo de ello fue el primer debate televisado de la historia, que enfrentaba a Nixon y Kennedy. Quienes lo escucharon por la radio dieron la victoria a Nixon, por la consistencia de su discurso; por televisión, el vencedor fue Kennedy, debido a su soltura y capacidad de transmitir mediante el lenguaje no verbal. “La comunicación no verbal es una orquesta en donde cada instrumento debe estar correctamente afinado, y entrar en el momento justo”, indica Salgado, motivo por el que todos los profesionales relacionados con la imagen aprenden a dominar su propia comunicación no verbal, tanto como a estructurar su discurso.
Conocer el lenguaje no verbal puede servir de ayuda también para enfrentarse a una entrevista laboral, donde los entrevistadores intentan obtener la información que no consta en un currículo: la seguridad y la confianza del candidato, cómo se desenvuelve con las personas, su educación? Un estudio realizado en Reino Unido mostró que la mayoría de las empresas se basan únicamente en la entrevista como método para contratar personal, por lo que causar “una buena impresión inicial en una entrevista de trabajo puede ser incluso más importante que el currículum o las buenas referencias”, explica Salgado.
Para los que no dominen sus nervios, existe una esperanza, ya que Remedios Gómez, psicóloga experta en selección de personal, discrepa a este respecto y asegura que el lenguaje no verbal no resulta tan decisivo a la hora de asignar un puesto de trabajo a un candidato, ya que si quien realiza estas entrevistas no es un profesional y se deja guiar por los estereotipos, puede actuar en perjuicio del entrevistado. Gómez es más partidaria de utilizar la comunicación no verbal, en estas ocasiones, para reforzar al otro mediante una escucha activa que se manifieste con gestos de respaldo hacia el candidato, “como mirar con atención o echar el cuerpo hacia delante demostrándole interés”. Asimismo, señala la importancia de tener en cuenta que los gestos no se pueden interpretar por separado para evitar obtener conclusiones erróneas. Porque, ¿qué puede decir de nosotros nuestro cuerpo?
Las pistas
Teniendo en cuenta las afirmaciones de la psicóloga, y evitando conceder una excesiva importancia a las señales que envía nuestro cuerpo, generalmente hay una serie de indicadores en los que los expertos se muestran de acuerdo:
- Manos: Generalmente, las palmas hacia arriba y abiertas indican honestidad. Por el contrario, hacia abajo, significan una posición dominante y en ocasiones, poca honestidad. Cerrar la mano y apuntar con un dedo, suele indicar una posición dominante y agresiva. En cuanto a los apretones de mano, si las manos están verticales, significa igualdad. Si una mano está encima, significa dominio y si está debajo, sumisión y recato. Cuando se hace con fuerza significa seguridad. Frotarse las manos significa que hay expectativas positivas o un buen entendimiento entre las partes. Juntar las yemas de los dedos de las manos puede indicar un alto grado de confianza en uno mismo.
- Cara: Cuando la mano tapa la boca es señal de mentira, así como tocarse la nariz en múltiples formas o frotarse los ojos. Los ojos muy abiertos, denotan sorpresa, admiración, mientras que los ojos más cerrados o forzadamente cerrados denotan desconfianza, seriedad y desaprobación. Las personas que miran a los ojos suelen inspirar más confianza y ser más sinceras que las que rehuyen la mirada. La mirada puede ser: de negocios, cuando se mira la franja comprendida entre los ojos y la frente; social, que comprende la franja entre los ojos y la boca; e íntima, que comprende la franja situada entre los ojos y el pecho, y puede llegar a recorrer todo el cuerpo. Las miradas de reojo demuestran complicidad o duda.
- Cruzar los brazos: es un signo de actitud defensiva, y si se hace con los puños cerrados significa, además, una actitud hostil. Si se cruzan con los pulgares fuera, demuestra superioridad. Si solo nos agarramos un brazo, es un signo de expectantes, una duda entre cruzar los brazos y crear una barrera o soltar el brazo cogido y mostrar confianza al interlocutor.
- Cruzar las piernas: También denota una actitud defensiva o desconfianza. Si los brazos, además, sujetan la pierna, significa una actitud cerrada, de terquedad. El cruce de piernas si se está de pie denota actitud a la defensiva, pero si se mantienen ligeramente abiertas denota cordialidad y talante negociador. Si se cruzan los tobillos, es una actitud intermedia entre pasar a defensiva y mostrar confianza.
Si bien es cierto que las personas menos expresivas tienen limitada su capacidad de comunicación, la espontaneidad o la “gracia” no es una medicina que sirva para curar todos los males comunicativos, según indica Diego Sala, que añade que incluso “un exceso de estas características puede llevarnos a conseguir un efecto totalmente contrario al que buscamos”. Las personas más tímidas o menos expresivas deberían, por tanto, tomar el arma de la naturalidad, pues ser natural es la mejor manera de ser persuasivo: “Actuar tal y como somos y creer en lo que decimos es la fórmula más acertada para saber reaccionar en cualquier momento de expresión pública”, concluye.