El mejillón cebra o el mosquito tigre han causado en los últimos meses una gran inquietud entre la población. La proliferación de especies exóticas invasoras, o alóctonas, lleva produciéndose en España durante muchos años, y es, tras la destrucción del hábitat, la principal causa mundial de extinción de plantas y animales. Los expertos recuerdan que se trata de invasores lentos y silenciosos, pero cuando logran instalarse, son capaces de terminar con los recursos, transmitir enfermedades y acabar con las poblaciones vegetales y animales locales. En España se considera que han sido la causa directa de cuatro de cada diez extinciones conocidas.
Qué son y qué efectos tienen en el medio ambiente
Los expertos no se ponen de acuerdo a la hora de definir qué es una especie exótica invasora. Según la Unión Mundial para la Naturaleza (UICN), una especie exótica que se establece en ecosistemas o hábitats naturales o seminaturales y amenaza la diversidad biológica nativa puede considerarse invasora.
Laura Capdevila, coordinadora del Grupo Especialista en Invasiones Biológicas (GEIB) , incide en que “desde el momento en el que las especies exóticas se introducen con éxito, podemos hablar de una situación de extremo riesgo ambiental”. No obstante, no todas las especies exóticas introducidas son invasoras, como recuerdan desde Ecologistas en Acción. Por ejemplo, muchas especies introducidas de plantas, sobre todo de uso agrícola u ornamental, son muy beneficiosas y no suponen riesgo de invasión, al precisar unos cuidados específicos.
Por ello, los responsables de la organización ecologista subrayan que para que una especie exótica se considere invasora tiene que haber sido extraída de su medio original, normalmente por el ser humano, adaptarse, vivir, competir y reproducirse naturalmente en otro lugar distinto y producir un efecto negativo sobre el medio, la fauna y flora locales.
Según Theo Oberhuber, coordinador de Ecologistas en Acción, “cualquier especie exótica invasora provoca daños en el entorno”,
“Cualquier especie exótica invasora provoca daños en el entorno”
Por su parte, las consecuencias sanitarias y económicas negativas también son importantes. Las especies invasoras pueden contaminar los productos de consumo humano, lo que genera una serie de prohibiciones que repercute en las ventas. Los sectores de la agricultura, la ganadería y la pesca pueden experimentar una disminución de su productividad. Asimismo, el turismo también se ve afectado, al quedar las zonas invadidas poco o nada aptas para dicha actividad. Los expertos estiman las pérdidas económicas relacionadas con este problema en miles de millones de euros al año.
Las especies más dañinas
Los científicos del GEIB publicaban recientemente un informe con las 20 especies exóticas invasoras más dañinas presentes en España. En Internet se pueden encontrar diversas bases de datos y listados que abordan este problema. Por ejemplo, InvasIBER es un proyecto que trata de ofrecer a los especialistas toda la información posible sobre las especies invasoras en la Península Ibérica. Por su parte, IUCN y Ecologistas en Acción cuentan con sendos ‘Top 100’ en los que recopilan las especies invasoras más dañinas del mundo.
No obstante, sus responsables reconocen que estos listados tan sólo constituyen la punta del iceberg, puesto que el ritmo de introducciones se incrementa cada día, y con ello las posibles invasiones. Según Laura Capdevila, “sólo de plantas, se ha hablado de que puede haber 500 invasoras en España.”
En cualquier caso, los especialistas coinciden en destacar algunos casos representativos de especies invasoras dañinas. Entre los mamíferos destacan el arruí (Ammotragus lervia), un bóvido introducido desde el norte de África en los 70 con finalidad cinegética, o la rata nutria o coipú (Myocastor coipus), un vegetariano semiacuático sudamericano de gran tamaño introducido en Europa por la industria peletera a principios del siglo XX, que ocasiona daños a la vegetación de ribera.
En las aves hay numerosos ejemplos, aunque el más llamativo es el de la malvasía cabeciblanca (Oxyura leucocephala), un pato autóctono en peligro de extinción al estar mezclándose genéticamente (por hibridación) con la malvasía canela (Oxyura jamaicensis), de origen americano, que llegó a los estanques de Inglaterra y que ha colonizado el Sur europeo. Asimismo, según Alejandro Sánchez, Director Ejecutivo de SEO/BirdLife, “las ratas están amenazando en Baleares y Canarias a muchas aves marinas, porque se comen sus huevos. La pardela balear, que solo cría en Mallorca e Ibiza, está tremendamente amenazada por este problema”.
En el caso de los peces, se estima que el 30% de la fauna piscícola de agua dulce corresponde a especies invasoras, provocado principalmente por la pesca deportiva.
El 30% de la fauna piscícola de agua dulce corresponde a especies invasoras, provocado principalmente por la pesca deportiva
Los invertebrados tampoco se escapan de esta funesta enumeración. El cangrejo americano, que ha traído un hongo, ha colonizado las partes altas y bajas de los ríos españoles, mientras que la actividad excavadora del cangrejo chino está provocando el desplome de las orillas y acelerando los procesos erosivos. Ambas especies llevan desde hace años poniendo en grave riesgo la continuidad del cangrejo de río autóctono.
Asimismo, algunos insectos invasores se están convirtiendo en auténticas plagas con graves secuelas económicas y ecológicas. El gorgojo del eucalipto (Gonipterus scutellatus), originario del sudeste de Australia y de la isla de Tasmania, es un poderoso desfoliador de eucaliptos que se ha extendido por la cornisa cantábrica. Los barrenadores de la madera, insectos del orden de los coleópteros, se están aclimatando en gran parte del litoral y en comunidades más cálidas como Andalucía o Levante, donde perforan todo tipo de árboles.
En cuanto a las plantas invasoras, son tan feroces que hasta la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) ha exigido a los gobiernos la toma de medidas para frenar su expansión. Especialmente grave es el ‘alga asesina’ (Caulerpa taxifolia). Originaria del Caribe, se ha extendido por el Mediterráneo tras ser derramada por error desde el acuario de Mónaco en 1984. Su toxicidad y gran resistencia está desplazando a especies tradicionales en sus aguas y modificando radicalmente las praderas submarinas. Además de esta alga, el GEIB describe en su ‘Top 20’ a la mimosa plateada, el ailanto o árbol del cielo, el helecho de agua, el carquejo, la uña de gato, la chumbera, el plumero, el jacinto de agua y la falsa acacia como ‘las más agresivas’ en España.
Por su parte, el mejillón cebra o el mosquito tigre son dos casos más recientes de especies que pueden provocar una crisis con graves consecuencias ecológicas, económicas y sociales.
Cómo evitar las invasiones
Aunque la invasión de especies causada por el ser humano afecta a la biodiversidad mundial desde hace siglos, la sensibilización internacional hacia este problema se producía a finales del siglo pasado. La Cumbre de Río reconocía por primera vez, en 1992, la importancia de esta amenaza y conminaba a la acción para limitarla.
Los científicos cuentan con numerosas técnicas para luchar contra las especies exóticas invasoras, que pueden dividirse en dos grupos:
- Técnicas de erradicación: Eliminar todos los individuos pertenecientes a la especie invasora.
- Medidas de control: Llevar al organismo invasor a niveles poblacionales adecuados para la conservación del ecosistema cuando las técnicas se erradicación son inviables.
Según los científicos, la introducción de especies invasoras se produce en general de manera lenta y silenciosa. Su explosión demográfica y geográfica se produce posteriormente, cuando logra establecerse y reproducirse. Por esta razón, la metodología más útil es la prevención, basada en una red de control y apoyada en la concienciación y sensibilización ciudadana.
La metodología más útil es la prevención, basada en una red de control y apoyada en la concienciación y sensibilización ciudadana
Sin embargo, los especialistas del GEIB destacan una serie de lagunas, para las que hay que poner remedios urgentes: la dispersión de la información, la falta de medidas de prevención, la necesidad de una normativa que regule la introducción de especies exóticas, la falta de coordinación a nivel administrativo y una todavía débil percepción del problema por parte de la población, que se traduce en una escasa concienciación de las administraciones competentes.
En el reciente Segundo Congreso Nacional sobre Especies Exóticas Invasoras, se elaboraba un decálogo para hacer frente a este problema, “una de las mayores y crecientes amenazas para la diversidad biológica autóctona y el bienestar humano”, según sus participantes, en su mayoría científicos, conservacionistas, profesionales y técnicos de la Administración del área de Medio Ambiente. En este decálogo, además de hacer frente a las citadas carencias, se alienta a las administraciones a seguir apoyando los distintos convenios y tratados internacionales (Convenio sobre Diversidad Biológica, Ramsar, Berna, etc.) en materia de Especies Exóticas Invasoras.
Asimismo, el freno al tráfico ilegal de especies es otra de las medidas a tomar, especialmente en España, por cuyas fronteras circula el 30% de todo el contrabando mundial, según la Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres (CITES). Para ello, Modesto Píriz, comandante del Servicio de Protección de la Naturaleza de la Guardia Civil (Seprona), recomienda “mucha vigilancia en las aduanas y en las tiendas, zoos, etc. y que si se quiere traer un animal, asegurarse de que se puede introducir legalmente en España, contactando por teléfono o Internet con el Seprona o con el Ministerio de Industria y Comercio”.