El síndrome alcohólico fetal es la primera causa identificada de retraso mental, la tercera de malformaciones congénitas y el causante de anomalías número uno en los países desarrollados. Los mecanismos específicos por los que se producen estos efectos teratogénicos todavía no se conocen con exactitud, aunque se sabe que favorece la muerte de neuronas y disminuye la absorción de proteínas, vitaminas y minerales esenciales para el crecimiento fetal. No hay curación para este síndrome. Pero lo más importante es que existe la prevención completa: basta no ingerir alcohol durante el embarazo.
Síndrome alcohólico fetal
En 1968, un médico francés, Paul Lemoine, publicaba un estudio donde reunía las características de adolescentes con comportamientos muy característicos, desconcentrados e hiperactivos, cuyas madres fueron grandes consumidoras de alcohol durante el embarazo. En 1973, dos especialistas en malformaciones fetales, Kenneth L. Jones y David W. Smith, de la Universidad de Washington, en Seattle, identificaron un patrón de defectos craneofaciales, en extremidades y cardiovasculares asociados a retraso mental y desarrollo. Este patrón de malformaciones lo relacionaron con daño prenatal y con la ingesta de alcohol de la madre, si bien algunos autores también lo asociaron con factores genéticos, nutricionales y metabólicos.
El síndrome alcohólico fetal (SAF) es causa frecuente de lesiones físicas y psíquicas fetales superando la espina bífida y el síndrome de Down. Las lesiones que el alcohol produce en el feto son más graves que las que causa la heroína, la cocaína y la marihuana. Aunque las tasas de incidencia varían en función de la población estudiada y los métodos de vigilancia que se utilicen, los datos indican que es la primera causa evitable de daño fetal en los países desarrollados. Diversos estudios revelan que un 14% de las mujeres continúan bebiendo alcohol durante el embarazo, aumentando el riesgo de abortos y la aparición de SAF.
El SAF, que no es reversible, puede prevenirse no tomando alcohol durante el embarazo
Efectos del alcohol fetal, trastorno del neurodesarrollo relacionado con el alcohol y defectos del nacimiento relacionados con el alcohol (FAE, ARND, ARBD, por sus siglas inglesas, respectivamente), son tres de ellos. Hasta hace poco se utilizaba FAE para aquellos trastornos que englobaban todas las características clínicas del SAF, pero en grados leves o de menor gravedad. En 1996, el Instituto de Medicina de EEUU sustituyó FAE por los términos ARND y ARBD. Los niños con ARND pueden presentar anomalías conductuales y cognoscitivas asociadas al consumo de bebidas alcohólicas durante el embarazo. Dificultad en el aprendizaje, deficiente rendimiento escolar (dificultades con las matemáticas, con la memoria y la atención), o poco control de los impulsos son algunas de las características de ARND. Los niños que presentan ARBD, al mismo tiempo, pueden tener problemas del corazón, los riñones, los huesos y la audición.
Prevención
La dramática realidad es que las adicciones han aumentado en las mujeres, y en edad fértil. Todo un reto para la familia, las instituciones de salud y la sociedad en general, para las que prevenir será siempre mucho más eficaz que curar. La acción preventiva pasa, fundamentalmente, por evitar el consumo de alcohol, tanto durante el embarazo como en el caso de sospecha. El problema es que el consumo de alcohol, convertido en adicción, eleva el riesgo de exposición prenatal, y con ello la necesidad de recurrir a los servicios adecuados de ayuda.
«Es necesario mejorar las técnicas de detección, diagnóstico y tratamiento mediante campañas destinadas a educar a los profesionales sanitarios»
Según los CDC, es tan ineludible como viable mejorar las técnicas de detección, diagnóstico y tratamiento de los niños con SAF y otros trastornos relacionados con el consumo de alcohol mediante campañas destinadas a educar a los profesionales sanitarios. Otro de los objetivos, según los expertos, es que todas las personas vinculantes a estos niños (padres y resto de familiares, cuidadores, personal escolar, servicios sociales y judiciales) puedan beneficiarse de mayor formación sobre el síndrome, sus efectos y las estrategias para trabajar con un niño para permitirle alcanzar su potencial máximo y cómo encontrar los servicios adecuados en cada caso.