El descenso de temperaturas ha propiciado un aumento en los casos de gripe. La gripe es una enfermedad vírica que afecta a todos los grupos de edad y que en época de epidemia es un importante problema de salud pública. Según datos proporcionados por el Centro Nacional de Epidemiología, cada año padecen gripe en España aproximadamente unos tres millones y medio de personas, lo cual significa cerca de 8.000 personas por 100.000 habitantes.
Aumentan los casos de gripe
En la segunda semana de enero han aumentado los casos de gripe, según información aportada por el Grupo de Vigilancia de la Gripe de la Red Nacional de Vigilancia Epidemiológica. La bajada de los termómetros en las últimas semanas ha provocado que los casos se hayan duplicado en España. En concreto, se han registrado 86,85 casos por cada 100.000 habitantes, el pico más alto de la presente temporada aunque pese a este incremento repentino de nuevos casos, la incidencia de gripe a nivel nacional es similar al que se registra en otras temporadas.
La mayoría de las redes señalan un nivel de intensidad medio y en cuanto a su difusión geográfica, la enfermedad es mayor en el norte y noroeste del país, además de Canarias. La vigilancia internacional señala, en la primera semana de enero, un aumento del nivel de intensidad de la actividad gripal en Grecia, Irlanda del Norte y Escocia, mientras que en el resto de países la intensidad permanece por debajo del nivel basal. Desde el inicio de la temporada 2006-2007 se han detectado un total de 655 (96%) casos de gripe A y 26 (5%) casos de gripe B confirmados por laboratorio en toda Europa. Las previsiones de gripe para 2007 son similares a las del 2006, por lo que se estima que entre el 10% y el 20% de la población llegará a estar infectada por este virus.
El comportamiento de la gripe en la presente temporada es similar al de la anterior campaña 2005-2006, cuya incidencia fue especialmente baja en comparación con otras campañas como la de 2004-2005, período en el que se llegó a alcanzar los 250 casos por cada 100.000 habitantes. La gripe es una enfermedad autolimitada en pacientes sanos, pero con potencial de complicarse en otros pacientes. El curso de la enfermedad está condicionado por factores como la edad, inmunización previa, características del virus, tabaco y presencia de otras enfermedades. Es una enfermedad altamente contagiosa, que causa epidemias anualmente y ocasionalmente pandemias que se repiten cíclicamente.
Diferenciar la gripe del resfriado
Es errónea la idea de que la vacuna antigripal proteja del resfriado, ya que se trata de virus muy distintos
Los meses más fríos del año propician, además de la gripe, la aparición de otras afecciones virales respiratorias como el resfriado común. El resfriado común está causado por numerosos virus (principalmente rinovirus y coronavirus) que infectan el sistema respiratorio superior. Se han descrito varios cientos de virus causantes del resfriado común por lo que esta variedad de agentes hace muy ineficaz cualquier tipo de vacunación. También es errónea la idea de que la vacuna antigripal proteja del resfriado, ya que se trata de virus muy distintos. Los virus del resfriado se transmiten de persona en persona en pequeñas gotas resultado de la tos y los estornudos. El virus penetra en las células de las mucosas de la nariz y la garganta y se multiplica rápidamente.
Los síntomas comienzan uno o dos días después de la infección y son el resultado de los mecanismos de defensa del cuerpo (estornudos, goteo de la nariz y tos) para expeler al invasor. Tras un resfriado común, el enfermo desarrolla inmunidad al virus particular que le ha afectado. No obstante, debido al gran número de virus del resfriado distintos que hay, esta inmunidad es limitada y una persona puede infectarse fácilmente por otro virus del resfriado y comenzar nuevamente el proceso. No siempre es fácil distinguir una gripe de un resfriado común. En el caso de la gripe la sospecha será alta si en ese momento hay un brote o epidemia entre la población. En nuestro país el periodo en el cual se presentan estos brotes está comprendido entre la semana 40 y la semana 20, es decir, aproximadamente de octubre a abril incluido.
Fuera de estas fechas establecer el diagnóstico de gripe es mucho más difícil si bien, por ejemplo, cabe la posibilidad de adquirir la infección en viajes al hemisferio sur. Una de las características de la gripe es la fiebre alta (entre 38ºC y 40ºC), desde el comienzo de la enfermedad y que se suele prolongar durante los tres primeros días mientras que en el resfriado común la presencia de fiebre alta es mucho más rara. En adultos puede haber una ligera elevación de la temperatura y en niños y jóvenes esta febrícula puede ser más frecuente. La tos puede ser importante en la gripe mientras que en los resfriados es moderada. Uno de los síntomas más característicos son los dolores musculares o mialgias.
Las mialgia se manifiesta preferentemente en los músculos de las extremidades y de la espalda y pueden ir acompañados de dolores articulares. En el caso de los resfriados no están presentes o son moderados. El dolor de cabeza, que puede ser intenso, es, junto con los dolores musculares, una de las manifestaciones más molestas de la gripe. En el caso del resfriado la presencia de dolor de cabeza tiene una menor prevalencia. Al contrario que la tos, los estornudos, la congestión nasal y el dolor de garganta son muchos más habituales en el resfriado común mientras que no tienen tanto protagonismo en la gripe.
La pandemia que viene
En 1918 la Gripe Española se calcula que causó la muerte de 20 millones de personas (más de las que murieron en la Primera Guerra Mundial) en todo el mundo. En España, aunque las cifras oficiales contabilizaron 147.114 víctimas, otras fuentes multiplican por dos este número, y el número total de muertes en Europa se estimó en torno a los 2,3 millones. Cada año hay epidemias de gripe provocadas por los pequeños cambios anuales que sufre el virus. Estas leves variaciones, denominadas «cambios génicos», se producen a nivel de la hemaglutinina y neuraminidasa, antígenos de superficie del virus que se encuentran en su membrana.
Las epidemias anuales están causadas por virus A y B y suelen aparecer de forma brusca con un pico a las 2-3 semanas y una duración de 6-8 semanas. El brote se localiza en una región o comunidad, durante los meses de octubre a marzo. Las pandemias se caracterizan por un cambio drástico en los antígenos de superficie, conocido como «cambio antigénico». Aparecen nuevos subtipos de virus por la adquisición de genes a partir de virus influenza de animales, sólo originadas por virus A y tienen una distribución mundial. Los sucesivos brotes de gripe aviar originados en Asia desde el 2003 alertan sobre la posibilidad de una gran mutación del virus de la gripe y, por lo tanto, de una nueva pandemia de alcances imprevisibles.
La OMS señala que las oportunidades para que el H5N1 adquiera la capacidad de transmitirse fácilmente entre humanos siguen en aumento y cada vez parecen más probables
La Organización Mundial de la Salud (OMS) advierte que desde 1968 el mundo nunca había estado tan cerca de sufrir una pandemia de gripe. En el momento actual nos encontramos en fase 3 de alerta pandémica; ya se han producido casos de infección por el nuevo virus en el hombre, con algunos casos de transmisión entre humanos. En el momento en que la transmisión entre humanos sea habitual podremos hablar de pandemia. Con fecha 12 de enero se habían producido 256 casos de gripe aviar en humanos con 159 muertes. El mayor número de casos se ha producido en Indonesia y en Vietnam con 77 y 93 casos respectivamente.
El H5N1
El potencial del H5N1 para desatar una pandemia depende de que adquiera la capacidad de transmitirse fácilmente entre humanos. Y son dos las formas de que esto ocurra. Una forma es que el H5N1 puede infectar a alguien que también esté infectado con una forma humana de la influenza A y entre ambos virus ocurre un reagrupamiento genético. La otra forma es que el virus logre adaptarse al evolucionar durante infecciones humanas subsiguientes, con lo cual adquiere la capacidad de transmitirse con eficiencia de una persona a otra («mutación adaptativa»). Se cree que la causa de la mortífera pandemia de gripe española de 1918 fue un virus que mutó de esta manera.
El informe de la OMS señala que las oportunidades para que ocurra cualquiera de estos dos sucesos siguen en aumento y cada vez parecen más probables. Y agrega que un virus pandémico totalmente transmisible, surgido de un reagrupamiento genético, «sería difícil que pasara desapercibido para cualquier sistema de vigilancia». Las pandemias del pasado pueden ofrecer lecciones importantes. El informe resalta algunas conclusiones: las pandemias son tan impredecibles como los virus que las causan, y han mostrado niveles muy diferentes de mortalidad, gravedad de la enfermedad y patrones de propagación. El impacto total de la pandemia depende de su capacidad para causar la enfermedad en grupos de edad no tradicionales, particularmente en adultos jóvenes.
En el caso de pandemias leves, la mayoría de los enfermos son adultos mayores y niños, que suelen ser los más afectados por la gripe común. La vigilancia adecuada es clave en la detección temprana del inicio de una pandemia. Gracias a ella, es posible alertar a los servicios de salud, aislar y clasificar al virus y ponerlo a disposición de los fabricantes de vacunas. La capacidad de vigilancia en Asia es particularmente importante ya que allí se han originado casi todas las pandemias. En el pasado las vacunas no llegaron a tiempo ni en suficientes cantidades para poder mitigar las pandemias. Sin embargo, el informe insiste en la necesidad de adelantar el trabajo que facilite la producción de la vacuna cuando surja un virus capaz de generar una pandemia.
Eficacia de los antivirales
Como medida complementaria a la vacunación se dispone desde hace algún tiempo de fármacos efectivos para la prevención y el tratamiento de la gripe. El antiviral Tamiflu (oseltamivir), recomendado por la OMS para luchar contra una posible expansión de la gripe aviar entre los humanos, agotó sus existencias cuando cundió la alarma ante una posible pandemia. Junto a Relenza (zanamivir), Tamiflu es el único medicamento que se comercializa para evitar la enfermedad aunque no está plenamente garantizada su eficacia. Ambos son inhibidores de la neuraminidasa, fármacos de nueva generación que constituyen un claro avance frente a la amantadina ya que poseen un espectro antiviral más amplio y no sólo cubren los virus de la gripe A sino también los de la gripe B.
La amantadita ha sido uno de los fármacos más ampliamente utilizados para la prevención de la gripe durante décadas. Su principal inconveniente es el rápido desarrollo de resistencias (alrededor del 30 % de los virus que proliferaban en el paciente durante el tratamiento eran resistentes). La principal ventaja de los nuevos fármacos es su baja tasa de resistencias; la frecuencia de virus resistentes al oseltamivir observada en estudios clínicos fue del 0,3 % en adultos y del 4,5 % en niños. Asimismo se ha demostrado su eficacia al reducir la duración de la enfermedad en uno o dos días.
En los últimos meses se han descrito alteraciones neuropsiquiátricas en relación al tratamiento con oseltamivir, sobre todo en pacientes pediátricos
La condición imprescindible para que el tratamiento tenga éxito es que se inicie precozmente, como máximo en las primeras 48 horas de la aparición de los primeros síntomas, ya que los virus desarrollan su máxima multiplicación justo antes y en el momento del inicio de la enfermedad. Zanamivir, comercializado como Relenza, se administra por inhalación y en adultos la dosis es de 10 mg dos veces al día. Oseltamivir, Tamiflu, se administra por vía oral y la dosis es de 75 mg dos veces al día (75 mg al día como profilaxis). La duración del tratamiento es de cinco días. La tolerancia de los inhibidores de la neuraminidasa también es superior a la de la amantadina.
En algunos casos se han producido crisis de broncoespasmo en relación al tratamiento inhalado con Relenza por lo que, a pacientes con problemas respiratorios, debería administrarse un broncodilatador inhalado antes de utilizar el preparado. No debe utilizarse zanamivir en casos de enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC) grave o asma. En el caso de oseltamivir, los efectos secundarios más frecuentes son las alteraciones gastrointestinales; hasta el 10% de los pacientes presentan náuseas y vómitos, sobre todo, al inicio del tratamiento. En los últimos meses se han descrito alteraciones neuropsiquiátricas como una nueva complicación en relación al tratamiento con oseltamivir (Tamiflu).
Se han documentado casos de trastornos de conducta y delirio, sobre todo en pacientes pediátricos. Todavía se desconocen más datos pero se recomienda que en niños tratados con oseltamivir se efectúe una estrecha vigilancia. Hay que destacar que estos fármacos sólo son eficaces en la gripe pero no en las denominadas «infecciones de tipo gripal» provocadas por otros virus. Debido a la necesidad y las posibles dificultades de establecer un diagnóstico rápido y seguro de una infección gripal, el tratamiento sólo se recomienda si en la región se está produciendo una epidemia de gripe y si los síntomas son altamente sospechosos, habiéndose excluido otras infecciones graves. Los pacientes que pueden presentar un alto riesgo de complicaciones en relación con el virus de la gripe son los que más se benefician del tratamiento: mayores de 65 años, niños de entre 12 y 23 meses y enfermos crónicos con afecciones cardiorrespiratorias.