Tsunamis como los de Asia de 2004, terremotos como los de Pakistán o huracanes como el Katrina de Nueva Orleáns de 2005 son algunos de los desastres naturales que han conmocionado a la opinión pública mundial. Las estadísticas muestran un aumento de las catástrofes en todo el mundo los últimos años, y España no es una excepción. Los científicos apuntan al ser humano como máximo responsable, y entre las principales causas, el impacto sobre la naturaleza y las decisiones incorrectas que han incrementado el riesgo. No obstante, los expertos recuerdan que los conocimientos actuales permiten tomar medidas para mitigar sus efectos o incluso evitarlos, por lo que la concienciación institucional y ciudadana son fundamentales.
¿Hay cada vez más desastres naturales?
Se ha pasado de unos 100-150 episodios catastróficos en la década de los 70, a unos 250-300 en la de los 90
Entre los desastres agravados por el ser humano se encuentran los causados por el cambio climático. El Informe Stern, impulsado por el Gobierno británico para evaluar económicamente el impacto de este fenómeno, afirma que 3 de cada 4 catástrofes naturales son de origen hidro-meteorológico.
Cendrero añade que la cifra de pérdidas se ha multiplicado por 25: “A pesar de que en esos 50 años han aumentado mucho los conocimientos científicos y las capacidades tecnológicas, nuestra gestión de estos procesos no funciona. Más que ante catástrofes naturales, nos encontramos ante una gestión catastrófica.”
En este sentido, David Saurí, profesor titular del Departamento de Geografía de la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB), explica que los desastres aumentan porque nos exponemos más a las fuerzas de la naturaleza: “Construimos en zonas peligrosas, acumulamos personas y bienes materiales en áreas de riesgo, etc.”
En opinión de Jorge Olcina, Catedrático de Análisis Geográfico Regional de la Universidad de Alicante (UA), la clave se encuentra en que se ha incrementado el riesgo ante las catástrofes naturales: “El número de peligros naturales no ha aumentado significativamente en las últimas décadas. Sin embargo, los efectos económicos y sociales catastróficos sí han aumentado, debido al ser humano, que ha ido creando nuevos territorios de riesgo”. Olcina, autor de varios libros sobre “Riesgos Naturales“, es categórico al respecto: “Somos cada vez más una sociedad de riesgo que vive en un mundo con múltiples peligros, pero el problema es que hemos aumentado ese riesgo en las tres últimas décadas, debido a actuaciones imprudentes sobre el medio natural. El ser humano se ha convertido en agente agravador del peligro.”
David Saurí matiza que, si bien este incremento del riesgo ha producido un aumento del número de damnificados y de las pérdidas económicas, también es cierto que se producen menos muertes, “probablemente debido a la implantación de mejores sistemas de avisos y emergencias.”
No obstante, el profesor de la UAB subraya que mayor exposición no quiere decir necesariamente mayor vulnerabilidad, ya que se puede perder mucho pero también generar riqueza que permite recuperarse rápidamente. Así, en su opinión, puede merecer la pena poblar áreas de riesgo pero a la vez muy beneficiosas: “Bangla Desh es una zona peligrosa (un delta expuesto a huracanes), pero allí se producen hasta cinco cosechas al año.”
Desastres en España
Las inundaciones y las sequías son las catástrofes naturales que más repercusión socio-económica tienen en España, según Jorge Olcina. En cuanto al número de víctimas, este experto afirma que se han producido 704 fallecimientos entre 1995-2005 por riesgos naturales, de los cuales 256 fueron causados por inundaciones.
En España se han producido 704 fallecimientos entre 1995-2005 por riesgos naturales, de los cuales 256 fueron causados por inundaciones
Olcina explica algunas de las acciones que han provocado en España el aumento del riesgo ante las catástrofes naturales: “Se ha construido cerca -o incluso dentro- de los cauces fluviales, por lo que ha aumentado el riesgo frente a un posible episodio de crecida; se ha aumentado el gasto de agua en muchas zonas por encima de los recursos disponibles, lo que produce problemas de abastecimiento en períodos de sequía; se ha construido casas en primera línea de costa que quedan anegadas por el oleaje cuando se producen temporales marítimos, etc.”
Asimismo, España no está exenta de desastres naturales que pueden parecer lejanos. Por ejemplo, los científicos llevan hablando hace años de una posible erupción volcánica del Teide. Por otra parte, los expertos recuerdan el tsunami ocurrido en 1755, cuando hubo decenas de miles de muertos en el sudoeste de la Península Ibérica. A pesar de ello, destaca Antonio Cendrero, “no hay sistemas de alarma.”
Medidas contra los desastres
En muchas ocasiones se toman decisiones que no es que vayan contra el conocimiento científico, sino incluso contra el sentido común
En opinión de Jorge Olcina, además de la necesaria implicación institucional, hacen falta las siguientes medidas concretas:
- Planes de ordenación territorial que tengan en cuenta los peligros que pueden afectar a un espacio geográfico, impidiendo ocupar áreas de riesgo elevado con usos, fundamentalmente urbanos, o con infraestructuras.
- Una buena cartografía de riesgo, es decir, mapas que plasmen de forma clara el grado de riesgo de cada zona, sobre todo a escala municipal. En este sentido, el 70% de municipios en España carece de este tipo de mapas. No obstante, está a punto de aprobarse una Directiva europea de gestión de zonas inundables que va a obligar a cartografiar el riesgo de inundación en toda Europa durante los próximos años. Asimismo, en la reforma prevista de la ley estatal del suelo se ha incorporado el artículo 15, que indica la obligación de los municipios de elaborar mapas de riesgos naturales para poder implantar nuevos usos en su territorio.
- Funcionamiento de la policía de cauces, prevista en la ley de aguas, y que se denuncien todas las ocupaciones ilegales del dominio público hidráulico. El análisis de riesgo supone adoptar una postura ética: evitar que se pierda una vida humana a causa de un peligro natural. Por ello, es importante la denuncia científica o judicial de las actuaciones territoriales que no hayan tenido en cuenta el comportamiento a veces extraordinario de la naturaleza.
- Mucha educación ambiental sobre riesgos, especialmente en las escuelas y en los territorios de riesgo elevado.
En cualquier caso, Olcina reconoce que se ha avanzado mucho en las políticas de gestión de las emergencias, o en la puesta en marcha de medidas estructurales (presas, diques, encauzamientos, etc.). Por ejemplo, el profesor de la UA afirma que “España tiene una de las mejores organizaciones de protección civil del mundo”. Sin embargo, apostilla, “no se ha avanzado tanto en la puesta en marcha de medidas de ordenación del territorio para la reducción del riesgo.”
Por su parte, Saurí habla de aprender a “convivir” con el riesgo: “En vez de intentar modificar constantemente los procesos naturales de riesgo, deberíamos aprender a dejar que el río inunde el espacio que tiene que inundar, minimizando al máximo los daños que ello pueda causarnos”.