Millones de desechos de satélites y cohetes fuera de uso y hasta cámaras o cepillos de dientes perdidos por los astronautas orbitan sin control alrededor de la Tierra. Esta basura espacial aumenta cada año, y supone un peligro creciente para las misiones de astronautas y los sistemas de satélites. De seguir este contaminante ritmo, en las próximas décadas será misión imposible transitar estas zonas, avisan los expertos. Por ello, las principales agencias espaciales desarrollan programas específicos para combatir y controlar este problema.
Un vertedero que orbita sobre nuestras cabezas
La Estación Espacial Internacional (ISS) se desplaza ahora kilómetros más cerca de la superficie terrestre, en concreto a 353,7 kilómetros de altura. No es la primera vez que sus responsables corrigen su órbita, para tratar de evitar una posible colisión con los restos acumulados tras décadas de lanzamientos de cohetes y satélites.
Se estima que cada año el número de estos residuos aumenta en un 5%
Asimismo, se estima que cada año el número de estos residuos aumenta en un 5% en las distintas órbitas que suelen utilizarse para posicionar estos ingenios, entre 850 y 36.000 kilómetros de altitud.
La mayoría de esta basura procede de explosiones, como las ocurridas el año pasado, consideradas las más importantes hasta el momento. El 11 de enero de 2007, el Gobierno chino mandaba un cohete para destruir un viejo satélite meteorológico, cuyos restos aumentaban en un 15% la cantidad de chatarra en el espacio. La misión formaba parte de un sistema anti-satélites que Estados Unidos y Rusia dejaron de utilizar en los años 80 precisamente para evitar este problema.
Por su parte, un suceso de consecuencias similares se producía el 19 de febrero: una parte de un cohete ruso, del tipo Briz-M, explotaba por causas que se desconocen al tratar de poner en órbita un satélite Arabsat de comunicaciones.
Posibles consecuencias
El impacto de uno de estos objetos podría poner en peligro la vida de los astronautas. De hecho, la misión STS-48 del transbordador Discovery efectuó oficialmente en 1991 la primera maniobra específica para evitar una colisión con los restos del satélite soviético Cosmos 955.
Y por pequeño que parezca alguno de estos fragmentos, la enorme velocidad relativa a la que viajan puede provocar secuelas considerables, como muestran por ejemplo las imágenes de un estudio realizado por la ESA. Jesús Marcos, director del Área de Espacio de Inasmet-Tecnalia, afirma que pequeñas partículas de unos tres centímetros de acero o aluminio pueden tener el efecto de una bala de metralleta al impactar en un equipo.
La chatarra espacial podría volver intransitable la órbita terrestre dentro de medio siglo
En este sentido, según un estudio publicado en la revista Science, la acumulación de restos de naves, cohetes, satélites y hasta objetos perdidos por los astronautas en sus misiones extravehiculares podría volver intransitable la órbita terrestre dentro de medio siglo.
Medidas para combatir la basura espacial
Las principales agencias espaciales del mundo tienen ya en cuenta este problema para el diseño de sus ingenios. Por ejemplo, se desarrollan corazas o capas externas más resistentes, como por ejemplo la que lleva ahora la ISS, y sistemas que permiten una mayor capacidad de maniobra para esquivar los fragmentos mayores. Asimismo, algunos diseños están pensados para evitar la fragmentación del artilugio tras su vida útil.
Asimismo, otras propuestas incluyen sistemas de “barrido”, como remolcadores automáticos o “escobas” láser que conduzcan los escombros a la atmósfera hasta que se desintegren; o sustancias conocidas como “aerogeles” capaces de absorber y atrapar en su interior estos desechos.
La NASA cuenta con una docena de estaciones de seguimiento, tanto en tierra como en órbita, y diversos instrumentos de vigilancia
Por su parte, el Comando Estratégico de EE.UU., una institución dependiente del Ministerio de Defensa, utiliza diversos telescopios y rádares y cuenta con un catálogo de 13.000 objetos, en parte para evitar confundirlos con posibles ataques de misiles.
En Europa, la ESA dispone también de una Oficina de Residuos Espaciales y de diversos telescopios y rádares para el estudio y vigilancia de la chatarra espacial. España colabora con una estación de seguimiento ubicada en el Observatorio del Teide, del Instituto de Astrofísica de Canarias (IAC).
Asimismo, la ESA ofrece interesantes webs con información al respecto, como una evolución en imágenes donde se puede observar el problema, o una animación que muestra la acumulación y distribución de los objetos catalogados desde 1957 hasta 2000.