Debido a determinadas enfermedades, como podría ser un cáncer de colon o de recto, en ocasiones es necesario practicar una ostomía. Esta intervención persigue comunicar una víscera con el exterior, por lo general hacia la pared abdominal, ya sea para eliminar sustancias de desecho del organismo, o para introducir alimentos o fármacos. Pero, ¿cómo influye todo ello en los afectados?
Después de una ostomía
La ostomía es una intervención quirúrgica en la que se practica una abertura de una víscera hueca, como el colon o la vejiga, hacia el exterior, normalmente a través del abdomen, para que la persona pueda expulsar las sustancias de desecho del organismo (heces y la orina). Se practican después ciertas intervenciones, como la extirpación de un tumor en el recto, en la que el esfínter anal queda afectado. El estoma es el nombre del orificio que queda tras la ostomía.
Alrededor del estoma se coloca una bolsa o dispositivo que recoge los deshechos del organismo. Las ostomías pueden realizarse de forma temporal o definitiva para sortear una enfermedad e, incluso, la muerte. Esto significa que hay personas que tienen que aprender a convivir con un estoma durante el resto de su vida.
La adaptación
Las asociaciones de afectados ayudan a la persona ostomizada a superar el malestar psicológico que entraña la ostomía
“Se produce un cambio en la imagen corporal, acostumbrados como estamos a hacer nuestras necesidades fisiológicas como todo el mundo y, en este sentido, una ostomía, por la razón que sea, sobre todo de salud, supone un cambio muy importante”, según José Luis Ruiz, presidente de la Asociación de Ostomizados de Guipúzcoa (ASOGUI).
La persona ostomizada debe superar el malestar psicológico que entraña la ostomía y adaptarse a la nueva situación lleva su tiempo, que no está influido por el hecho de ser hombre, mujer, joven o mayor, sino que depende de cada persona. Pero con el tiempo, “la mayoría se adapta”, afirma Ruiz. Y para aquellos a los que les resulta más difícil, cada vez existe un mayor número de asociaciones dispuestas a prestarles su apoyo. ASOGUI es una de ellas, pero las hay en Bilbao, Vitoria, Navarra, Barcelona, Valencia, Andalucía, Cantabria, Pontevedra, Madrid y Zaragoza, entre otros lugares de España.
Por otra parte, desde hace casi un año y medio, estas asociaciones se han unido y han constituido la Federación Española de Asociaciones de Ostomizados (FEDAO). Éstas brindan apoyo moral y psicológico a los afectados de manera que no se sientan solos, sobre todo cuando regresan a casa, y evitar que se les caiga el mundo encima. Para ello, se ofrecen charlas con enfermeras estomaterapeutas sobre los cuidados del estoma, con cirujanos, que explican cómo se practica la ostomía y sus razones, así como con los delegados comerciales de los dispositivos colectores, quienes informan de los nuevos modelos disponibles.
Higiene y dispositivos
La higiene personal y el recambio de los dispositivos depende del tipo de ostomía que se haya practicado. Existen tres tipos principales: la colostomía, en la que se elimina la parte rectal del colon preservando el resto que se desvía hacia el abdomen para que el paciente pueda evacuar sus heces; la ileostomía, en la que el estoma se construye a partir de un segmento del intestino delgado y el colon queda desconectado (las deposiciones que salen a través del estoma son semilíquidas por la gran cantidad de jugos intestinales); y la urostomía, que consiste en derivar a una bolsa el flujo de la orina desde los riñones cuando, por ejemplo, se ha extirpado la vejiga urinaria y la uretra debido a un cáncer.
En el caso de las colostomías y las ileostomías es muy importante mantener la piel sana, hidratada y evitar cualquier tipo de irritación provocada por el contacto continuo con las heces. Este cuidado debe ser más exhaustivo, si cabe, en el caso de las urostomías, ya que el ácido de la orina al contacto incesante con la piel es muy irritante.
Los dispositivos son de tamaños y modelos distintos, adaptables al gusto de cada persona, a la pared del abdomen y fáciles de quitar y poner
En todos los casos de ostomía, lo aconsejado es procurar una buena integridad de la piel. Para ello, es importante que la higiene y cuidados del estoma formen parte del aseo diario. Así, la parte circundante (zona periostomal) hay lavarla con jabón neutro y agua tibia, y secar bien la piel para después aplicar los distintos dispositivos que existen: de placas, de una pieza o de dos piezas. Cada persona utilizará el que mejor se adapte a su cuerpo y con el que se sienta más cómoda.
En cuanto al recambio de los dispositivos, en las colostomías se pueden llevar puestos entre tres y cuatro días antes de cambiarlos e, incluso, algo más, aunque no es conveniente dejarlos muchos días. Al realizar el cambio, se aconseja dejar al aire libre el estoma para que se oxigene. En las ilestomías se deben mantener entre dos y tres días, dependiendo de si el dispositivo es de una o dos piezas. Y, por último, en las urostomías el plazo máximo para cambiarlo es de cuatro días. En este caso, hay que extremar el cuidado ya que es más fácil que la orina se filtre por una fisura entre el dispositivo mal adherido y la piel, y que acabe provocando una irritación.
Para evitar irritaciones en la zona periestomal, ante una fuga de deshechos, se recomienda cambiar de inmediato el dispositivo para eludir el contacto de las heces y la orina con la piel. Otro problema que puede darse con el transcurso del tiempo es la formación de hernias. Sin embargo, la tasa de esta complicación ha decrecido mucho desde que el estoma se practica por laparoscopia en muchos de los casos (por mínimas incisiones a través del abdomen). Antes se realizaba mediante cirugía abierta, más agresiva.
Para todos los gustos
En la actualidad, existe una gran variedad de tamaños de dispositivos colectores: desde algunos muy pequeños o minúsculos para pediatría, hasta presentaciones hospitalarias de grandes medidas para pacientes que están encamados. Los dispositivos para las colostomías tienen una capacidad para 250 centímetros cúbicos de deshechos; los de ilestomías, un poco más; y los de urostomías, una capacidad máxima de 300 cc.
Además de todos estos tamaños de dispositivos también existen distintos modelos -todos ellos cubiertos por la Seguridad Social- adaptables al gusto de cada persona, a la pared del abdomen y fáciles de quitar y poner. Son cada vez más cómodos y manejables hasta tal punto que uno de ellos se puede extraer y colocar incluso en el lavabo de un avión, en pleno vuelo, según información de Ruiz.