Comienza la cuenta atrás. Dentro de un año, este mismo mes, la televisión analógica descansará en paz. El 4 de abril de 2010 diremos adiós definitivamente a esta tele y seremos testigos de la coronación de la TDT, televisión digital terrestre, como reina de las pantallas. Será el único sistema, junto a las plataformas digitales de pago por satélite o por cable e Internet, a través del cual se podrá ver la tele. El cambio es a mejor: no hay que pagar cuota alguna, podremos disfrutar de más canales que con la analógica y, además, la emisión tendrá mayor calidad de imagen y sonido. Pese a que los últimos datos oficiales indican que la cobertura TDT está garantizada para el 93% de la población, hace un mes sólo el 48,5% de los hogares españoles disponía de acceso a la TDT. Los telespectadores vascos figuran entre los más remolones: únicamente el 30% de los hogares del País Vasco tiene la televisión digital terrestre implantada, lo que hace que sea la comunidad más perezosa en ponerse al día, si bien el éxito de la implantación de la TV por cable en esta comunidad explique en cierta medida este fenómeno. El otro extremo lo representa Cataluña, con cerca del 60% de los hogares conectados a la televisión digital, seguida de la comunidad de Madrid, con un 59% de los hogares adaptados. Ya más lejos, se sitúan Canarias (53,2%) y Andalucía (50%).
Cuenta atrás
Con la TDT habrá más canales y la emisión tendrá mayor calidad de imagen y sonido
No hay tiempo que perder. Según la fase II del Plan Nacional de Transición a la TDT, el próximo 31 de diciembre es la fecha límite para que todos los hogares se equipen con la nueva tecnología digital terrestre, aunque el uso de la analógica finaliza el 4 de abril de 2010. Los expertos en nuevas tecnologías de CONSUMER EROSKI, responsables del canal temático Tecnología, recomiendan no dejar para el último momento la adaptación a la TDT y proporcionan información útil sobre el receptor que se debe adquirir, el tipo de cobertura y sus precios.
Más canales, mejor sonido y mayor calidad de imagen
Fuimos capaces de olvidarnos del casete (no así del vinilo, que sobrevive) convencidos por los argumentos del CD. También arrinconamos las cintas y el reproductor de vídeo y acogimos con los brazos abiertos al DVD, al que a su vez reemplazaremos por reproductores que no necesiten soportes de grabación, pero eso es otra película. Lo relevante es que con la televisión viviremos otro gran cambio. Pasaremos, también en este caso, de lo analógico a lo digital. Hace casi 20 años aparecieron las primeras plataformas digitales para ver televisión, y en estos momentos hay muchas modalidades de televisión digital: por antena convencional de televisión (TDT), por satélite (Digital+), por cable (Euskaltel, Ono…) y por red telefónica junto al ADSL (Imagenio, Orange TV o Jazztelia TV). De ellas, la única que llega a todo el país y que seguirá dando un servicio universal y gratuito (al menos, en parte) será la TDT, que entra en nuestros hogares utilizando la infraestructura que durante décadas ha transportado la televisión convencional: las antenas que coronan los tejados.
Para el consumidor no es un cambio traumático porque no precisa de grandes inversiones para recibir la señal ni de complejos procesos de adaptación. Pero sí será un gran salto cualitativo, tanto al menos como lo fue el paso del blanco y negro a la tele de color. Entre las ventajas de la TDT, por un lado, el aumento del número de canales. Ahora hay más de 20 canales de ámbito nacional a los que se suman, según la zona, los autonómicos y los canales locales. Y también se podrá escuchar las radios desde la tele. Además, mejora la calidad de sonido e imagen, aunque ésta depende de la buena voluntad de las cadenas de televisión que, por el momento, han optado porque haya más cadenas con peor calidad de emisión. Eso sí, la TDT en ningún caso logrará la definición de imagen que llegan a ofrecer los televisores planos más modernos, 1080 líneas, ya que se queda en el mejor de los casos en 720 líneas. Por otro lado, la señal digital no se degrada (no se verá “nieve” ni imágenes dobles), aunque sí se pixela en cuadraditos cuando la recepción de antena no es suficiente. La emisión tampoco registra interferencias, ni importa la distancia respecto de la estación de emisión ni es sensible a las tormentas o vientos. Y las películas emitidas por la TDT se podrán ver en versión original con subtítulos o dobladas a cualquier idioma disponible y en formato panorámico, similar al que se ve en las salas de cine. Otro de los valores añadidos de la TDT es que cuenta con guías electrónicas de programación – siglas EPG- que ofrecen información sobre las horas de inicio y fin de los contenidos de la programación.
Primer paso: comprobar la cobertura
El Real Decreto 920/2006 de 28 de julio, que aprueba el Reglamento general de prestación del servicio de televisión por cable, fija fechas en las que se deben alcanzar ciertos porcentajes de cobertura. Para finales de julio, el 96% de la población debería tener garantizado el acceso a la TDT. No obstante, aunque haya cobertura generalizada, puede que el ciudadano resida en una zona en la que aún no se reciba la señal y resulte imposible disfrutar de los contenidos de la TDT. Ante la duda, se puede comprobar si el municipio se encuentra en una zona de cobertura o no, si recibe la señal digital. Hay páginas web como Televisión Digital y Impulsa TDT en las que se puede comprobar este extremo de forma sencilla, basta con introducir el código postal de la población para comprobar si la cobertura está disponible, parcialmente disponible o si es nula en esa zona. En cualquier caso, la información proporcionada en estas web se basa en cálculos teóricos y puede que la cobertura real no coincida con la indicada. Lo mejor es recurrir a un antenista autorizado que conozca el mapa de cobertura de su zona y que pueda ejecutar el segundo e imprescindible paso para que la TDT llegue a nuestro hogar: la adaptación de la antena.
Seguir por el tejado
La TDT se recibe a través de la antena convencional, sea esta individual o colectiva. Aunque no es necesario instalar una antena nueva, en función de la antigüedad del inmueble habrá que modificar las existentes y hacerlo según los requisitos técnicos de la TDT. En general, los edificios construidos después de 1998 cuentan con una Infraestructura Común de Telecomunicaciones (ICT), mediante la cual se puede captar, adaptar y distribuir la señal de la TDT a todas las viviendas del edificio. La obligación de cumplir con la normativa ITC no se exigía hasta febrero de 2005, por lo que los inmuebles edificados a partir de entonces deben estar adaptados y han de garantizar la recepción de un número considerable de canales de TDT. No obstante, en ciertos casos puede ser necesaria la instalación de un amplificador extra para ver las cadenas que faltan. De cualquier modo, esa información la debe suministrar el antenista, al igual que el importe económico de los trabajos que se van a realizar. Por término medio, adaptar una antena colectiva para recibir la señal digital cuesta entre 500 y 800 euros por edificio. Uno de los factores que pueden incrementar este precio es el estado de la instalación: un cableado deteriorado con el que ya se veía mal la televisión analógica, deberá sustituirse por uno nuevo. De todos modos, cuantos más vecinos haya para repartir el coste, más barato le saldrá a cada uno la adaptación a la TDT.
Sólo antenistas autorizados
Si la junta de vecinos prefiere posponer la decisión de adaptar la antena colectiva a la señal digital, los interesados verán frustrado su deseo de “antenizarse”. En este supuesto, pueden instalar una antena exterior propia, disponible a partir de 30 euros. Esta es la opción a la que pueden recurrir también quienes residan en edificios antiguos en los que la necesidad de sustituir gran parte del cableado convierte la operación en demasiado onerosa. La llegada de la TDT está haciendo que los instaladores de antenas sean muy requeridos, tendencia que se agudizará cuanto más se acerque la fecha del apagón analógico. Por ello, hemos de asegurarnos de que contratamos el servicio a un profesional autorizado y con experiencia. Para comprobarlo, se puede visitar la web oficial del Ministerio de Industria que enumera por zonas los establecimientos autorizados para realizar trabajos de adaptación a la TDT. Conviene solicitar un presupuesto en el que se especifiquen las labores que se van a efectuar y las horas de tarea necesarias. Una vez finalizado el trabajo, deben entregar una factura en la que figure, además del importe, el nombre comercial, el CIF y la dirección de la empresa responsable.
¿Descodificador? El más barato
Una vez que la señal digital está disponible en las tomas de antena del hogar, el siguiente paso es preparar el equipo doméstico. Hay dos opciones. Si el consumidor tiene un televisor tradicional y desea conservarlo, deberá comprar un receptor digital externo -o descodificador- para cada uno de los aparatos de TV que tenga en su hogar. El precio de estos descodificadores ha bajado mucho: si hace apenas tres años costaban a partir de 120 euros, su precio medio actual ronda los 35 euros. Hay modelos de menos de 30 euros y otros que superan los 500 euros. ¿La razón? Los más caros son descodificadores interactivos que ofrecen un mayor número de funciones, mientras que los más básicos proporcionan prestaciones limitadas. Si se tiene en cuenta que todavía las cadenas que emiten por TDT no han desplegado los servicios interactivos, lo inteligente es adquirir los modelos más baratos. El imparable avance de la tecnología hará que dentro un par de años o quizá más, cuando estos nuevos servicios se desarrollen, salga a cuenta comprar un descodificador más complejo y más caro, pero hasta entonces no merece la pena. La otra opción es comprar (o disponer de él, claro está) un televisor digital, -de plasma o LCD-, con un descodificador integrado. Son caros, pero, entre otras ventajas, los televisores digitales incorporan en su interior el receptor para la TDT, con lo que se ahorra espacio e incomodidades de cables e interruptores.
Vender una tele que no tiene TDT sin avisar se sanciona
Desde el pasado mayo, los vendedores están obligados a informar sobre la caducidad de los televisores no adaptados a la TDT. Por tanto, el comerciante que venda un aparato televisivo sin sintonizador de TDT y no avise al comprador de que, a menos que compre un descodificador externo no podrá ver la tele a partir del 4 de abril de 2010 -fecha del apagón analógico- incurre en infracción sancionable por la Administración competente en Consumo.
Tanto los televisores con descodificador integrado como los receptores externos deben lucir el sello DVB-T
Tanto si lo que se compra es un televisor con descodificador integrado como si lo que se adquiere es un receptor externo, los aparatos deben lucir el sello DVB-T que garantiza la compatibilidad con las emisiones de la televisión digital terrestre. Si el comprador ha sido víctima de alguna de estas prácticas, tiene derecho a tramitar una reclamación en la Oficina Municipal de Información al Consumidor (OMIC) de su municipio, donde se encargarán de gestionar la queja y la sanción para el establecimiento.
Precio sí, pero también consumo
Tan importante como el precio del aparato es la electricidad que consume el receptor. Siempre que se pueda, hay que elegir los que tengan un botón de apagado y encendido. Muchos receptores de TDT sólo permiten ser dejados en reposo o stand by, con el despilfarro en energía que esta práctica supone. Por otra parte, además del teletexto, la búsqueda automática de canales o el soporte para subtítulos son opciones que se valoran de forma positiva, así como la función PIP (Picture in Picture), que permite ver dos canales al mismo tiempo, muy útil durante las pausas publicitarias para percatarse de cuándo se acaban los anuncios adheridos al programa que estábamos disfrutando.
Qué nos deparará el futuro
Uno de los cambios de la TDT respecto a la forma tradicional de ver la televisión son sus servicios interactivos. Elegir la programación, la hora de disfrutar de un programa, o incluso realizar gestiones y compras son algunos de ellos. Para utilizar estas prestaciones se debe instalar un decodificador interactivo- receptor externo, o integrado en el televisor- que incorpore el estándar MHP (Multimedia Home Platform). Son más caros -entre 100 y 500 euros- porque sus funciones son más complejas que las de un receptor básico, que sólo permite acceder a los canales generalistas. Se trata de una inversión cuya rentabilidad a corto plazo es cuestionable. Porque, a diferencia de otros países europeos en los que la TDT también se encuentra en fases progresivas de implantación, en España las cadenas de televisión han desarrollado sólo de forma limitada los servicios interactivos para la TDT. Por esta razón, debemos reflexionar si merece la pena desembolsar ese sobrecoste por un receptor del que no sacaremos todo el rendimiento.