Los niños son los pasajeros más vulnerables dentro del coche, una máxima que en ocasiones cae en el olvido. La desidia, la pereza, las prisas y el desconocimiento son culpables de que algunos pequeños se encuentren desprotegidos cuando viajan. El uso de sillas infantiles de seguridad ha aumentado. En poco tiempo, los sistemas de retención infantil han pasado de ser meros accesorios anecdóticos a convertirse en una obligación legal si en el vehículo se desplazan niños que no superen los 150 cm de altura. No cumplir la norma conlleva una sanción de hasta 300 euros, la pérdida de tres puntos del carné y algo más todavía peor: poner en peligro la vida de los menores. El Real Automóvil Club de España (RACE) estima que el 75% de las lesiones infantiles provocadas por accidentes de tráfico son evitables si los sistemas de retención se utilizan de forma correcta. Por ello, resulta vital comprar un dispositivo apropiado para cada niño, saber colocarlo y manejarlo como corresponde.
Diferentes sistemas y colocación correcta
En una familia con niños resulta difícil encontrar un vehículo que carezca de dispositivos de seguridad infantil, pero todavía hay casos en los que se emplean de forma incorrecta. Un reciente estudio del Real Automóvil Club de Cataluña (RACC) y un fabricante de sillas infantiles, destaca que cerca de un 20% de los niños no viaja seguro en el vehículo, a pesar de que más del 90% del parque de coches tiene instalado algún sistema de retención infantil.
Las causas que originan esta falta de protección son la mala orientación de los dispositivos, una colocación incorrecta de los mismos y el hecho de que los sistemas no se ajustan ni a la altura ni al peso de los menores. Para evitar cualquiera de estas circunstancias, se debe adquirir un dispositivo que se adapte a su talla. Estos artículos se clasifican en cinco grupos, que varían según el peso del niño:
El 75% de las lesiones infantiles por accidentes son evitables si los sistemas de retención infantil se utilizan de modo correcto
Grupo 0 (de 0 a 10 kg), capazos: lo utilizan los niños desde su nacimiento hasta que pesan diez kilos. En general, el capazo del carro de paseo pertenece a este grupo. Se debe colocar en los asientos traseros en posición transversal, anclado a los cinturones de seguridad. El propio interior del capazo cuenta con un cinturón ventral para sujetar al bebé.
Grupo 0 y 0+ (de 0 a 13 kg), portabebés: es un sistema que permite llevar a los bebés en la parte trasera o delantera del coche. El dispositivo protege al niño mediante los arneses del portabebés que, a su vez, se fija con el cinturón de seguridad. Si se coloca en en el asiento del copiloto y éste tiene airbag, hay que desactivarlo.
Grupo 1 y 2 (de 9 a 18 kg): el niño va sujeto a la silla a través de un arnés. El sistema se ancla con el cinturón de seguridad. Es posible colocar el dispositivo en ambos sentidos de la marcha. Es fundamental evitar que el arnés esté demasiado suelto, retorcido o muy apretado. A medida que el niño crezca, se deben ajustar su posición y la holgura.
Grupo 2 y 3 (de 15 a 25 kg): en esta categoría, los sistemas son elevadores con respaldo que adaptan el recorrido de los cinturones de seguridad convencionales a la altura de los más pequeños. Es posible que los niños viajen en los asientos traseros o en el del copiloto, en el sentido de la marcha.
Grupo 3 (de 22 a 36 kg): estos dispositivos son asientos elevadores sin respaldo, con un regulador de altura, que permiten acoplar a la talla del niño el cinturón de seguridad del coche. Se coloca en las posiciones traseras y en la delantera, en el sentido de la marcha.
Las posiciones más seguras
Las opiniones sobre el asiento más seguro que debe ocupar el sistema de seguridad infantil son diferentes. La plaza central de los asientos traseros destaca por ser en la que menos daños se sufren en caso de colisión. Le siguen como la segunda posición más resguardada cualquiera de los asientos traseros laterales. El tercer lugar es para el asiento delantero. En el otro extremo, la posición más peligrosa para situar el dispositivo infantil coincide con cualquiera de las plazas de la tercera fila de asientos de algunas furgonetas.
En la plaza central de los asientos traseros se sufren menos daños en caso de colisión
Cuando el piloto del vehículo es, junto con el niño, el único ocupante, se tiende a colocar el sistema de retención en el asiento del copiloto. De esta manera, se cuenta con las ventajas prácticas de atender al bebé sin distraer la vista de la conducción y de la propia vía. Al mismo tiempo, el niño viaja más tranquilo ya que mantiene el contacto visual con la madre o el padre. Sin embargo, si se viaja de esta manera, en caso de accidente, el airbag del vehículo saltará. Por eso, si el coche lo permite, siempre hay que desactivar este dispositivo y colocar la silla en sentido contrario a la marcha del vehículo. Si no es posible, es recomendable colocar la sillita en sentido contrario, en posición enfrentada a la del conductor.
Además del asiento central, la plaza derecha de la parte trasera del coche se considera segura pero también la más práctica. En líneas generales, es la que más comodidad brinda en el momento de colocar al bebé, si el vehículo se encuentra estacionado.
Isofix, más fácil de instalar
Con la aparición del sistema de anclaje Isofix, la cuestión de dónde colocar la silla de seguridad para los niños está resuelta. Es un anclaje ya instalado de serie en los asientos traseros, bien en la plaza izquierda o en la derecha. Se homologó en 2004, pero es en estos momentos cuando se emplea más ya que cada vez es mayor el número de vehículos nuevos equipados con él. Es un sistema que funciona de una forma simple. Su montaje es más sencillo y minimiza la posibilidad de cometer errores durante su uso e instalación. No obstante, antes de adquirir un dispositivo con este sistema, es conveniente conocer si el vehículo cuenta con estos anclajes o si, al menos, es posible instalarlos.
El anclaje Isofix dispone de puntos de sujeción rígidos, atornillados a la carrocería del vehículo y que se enganchan en unas pequeñas argollas situadas en el asiento infantil, que debe ser específico para este dispositivo. Así se reduce el riesgo de que el asiento vuelque u oscile y se controla el movimiento de los niños en caso de deceleración. Sin embargo, diferentes estudios han señalado que si la colisión es frontal, los niveles de seguridad del sistema Isofix y de otro convencional instalado de manera correcta son muy similares.
Adquirir productos homologados
Otro de los aspectos que se debe considerar es la necesidad de que el sistema que se compre esté homologado. Sólo los modelos que cumplen con estos criterios garantizan la máxima seguridad. Se reconoce por un distintivo de color naranja, cosido en uno de los arneses. En él aparece, en este orden, el nombre del fabricante, la normativa de homologación ECE R-44/03, la categoría del dispositivo (universal, si es válido para cualquier vehículo; semiuniversal o específico), el grupo de peso del niño, la letra y el número del país donde se ha realizado la homologación -para España, el distintivo es el E4- y los números de serie y de homologación.
Para conseguirla, los sistemas de retención infantil pasan una serie de ensayos que ponen a prueba, entre otras cosas, su efectividad en caso de choque. Estas pruebas dinámicas se efectúan con los muñecos (dummies) correspondientes a las masas máxima y mínima del grupo que se homologa. Se observa cómo el cuerpo del muñeco se comporta en caso de colisión para deducir cuáles serían las consecuencias del impacto si quien viajara fuera el niño, en lugar del prototipo.
En una misma colisión, las lesiones en un niño son más graves que las de un adulto
En un mismo accidente, las lesiones de los menores son más graves que las de un adulto. Aunque por su configuración esquelética más flexible el cuerpo del pequeño responde mejor a las fracturas, tiene más posibilidades de padecer hemorragias internas (puesto que sus órganos vitales se desprenden con más facilidad) y lesiones medulares (las vértebras que sujetan la cabeza son poco sólidas hasta los 3 ó 4 años). De igual modo, su cabeza tiene una desproporción de peso con respecto al cuerpo. Por este motivo, es posible que una misma colisión cause un latigazo cervical en una persona mayor, mientras que en un niño el impacto se salde con daños neurológicos mayores.