Jatropha, ¿el biodiésel del futuro?

Las supuestas ventajas de esta planta han llevado a incrementar su cultivo en todo el mundo para producir biocombustible
Por Alex Fernández Muerza 21 de enero de 2010
Img jatropha
Imagen: Wikipedia

Resistente a sequías, capaz de crecer en terrenos marginados y contaminados y materia prima de un diésel más barato que el de origen fósil. Según sus defensores, así es la jatropha, una planta que podría generar para los próximos años millones de litros de combustibles más ecológicos y sostenibles. Por si fuera poco, sus propiedades medicinales podrían ayudar a la lucha contra diversas enfermedades. Varias empresas, instituciones y organismos han aumentado el cultivo de esta planta en lugares de todo el mundo. No obstante, algunos expertos recuerdan que no todo son ventajas.

Por qué es tan interesante

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Los biocombustibles son una alternativa ecológica al petróleo, cada vez más caro y escaso. La Unión Europea (UE) se ha propuesto para 2010 que el 5,75% del diésel utilizado en su territorio sea “bio” y para 2020, el 10%. La Agencia de Protección Ambiental estima que para 2022 se utilizarán en EE.UU. 136.000 millones de litros de biocombustibles. Para cubrir esta demanda de forma respetuosa con el medio ambiente, se habla de una segunda generación. Las opciones son diversas; entre ellas, la jatropha, una planta oleaginosa cuyas ventajas, según el grupo internacional de inversión Goldman Sachs, la convierten en una de las mejores candidatas para la producción de biodiésel en los próximos años.

La jatropha, originaria de América Central y presente hoy en día en países de clima tropical de todo el mundo, puede crecer en tierras marginales no dedicadas al cultivo de alimentos. Las semillas de esta planta son tóxicas y, por ello, el aceite que producen no es comestible: su uso no compite con la producción alimentaria. La plantación de jatropha es un buen elemento de biorremediación ya que recupera tierras abandonadas, improductivas y hasta contaminadas con metales. Es posible regarla con aguas residuales, con más nutrientes que la lluvia natural. Su generalización ayudaría a luchar contra la desertificación y el cambio climático: una hectárea puede captar hasta 60 toneladas de dióxido de carbono (CO2).

Algunos cultivos han logrado un rendimiento de 1.900 litros de aceite por hectárea a partir del segundo año

A diferencia de los aceites minerales, no contiene ni fósforo ni sulfuros y es más eficiente. Con porcentajes de entre el 40% y el 50% de aceite de jatropha en el biocarburante no hacen falta modificaciones ni precalentamiento de la mezcla.

Sus defensores argumentan que es un combustible sostenible. El cultivo de tierras perdidas supondría una nueva fuente de ingresos y la reducción de la dependencia del petróleo, en especial, en zonas degradadas de países en vías de desarrollo. Durante el proceso de obtención del aceite, la cáscara y la torta de la planta se puede utilizar también para generar electricidad y biogás. La producción de energía se puede hasta triplicar.

El factor económico también parece jugar a favor de esta planta. Si bien los precios de mercado oscilan de manera constante, se estima que un barril de biodiésel de jatropha puede costar un tercio del valor de uno de crudo convencional.

La gran resistencia y productividad de esta planta es otra de sus grandes ventajas. Un estudio publicado el año pasado en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS) confirmaba que crece en todo tipo de tierras y sobrevive a sequías. El uso de pesticidas apenas resulta necesario, gracias a sus propiedades antiparasitarias. La planta dura unos 50 años, ofrece hasta tres cosechas anuales y de sus pequeñas semillas, de tamaño similar a un grano de café, se extrae un 40% de aceite susceptible de ser procesado y transformado en biodiésel. Algunos cultivos han logrado un rendimiento de 1.900 litros de aceite por hectárea a partir del segundo año y se espera que el desarrollo tecnológico permita mejorar su productividad en los próximos años.

Uso actual de la jatropha

En los últimos años, varios países de África y Asia han apostado por la generalización de la jatropha. La India es uno de los más destacados. Hace unos años, la jatropha se cultivaba en pequeñas plantaciones, apoyadas a menudo en grupos de microcréditos de mujeres. En 2008, el Gobierno indio lanzó un programa para generalizar el uso de biocombustibles. La jatropha es una de las fuentes elegidas para ello: se espera sembrar más de 40 millones de hectáreas. Gracias a este apoyo institucional, diversas empresas han establecido planes de cultivo, como Tata Motors, Indian Oil Corporation, Kochi Refineries, Biohealthcare Pvt, Biotechnologies Ltd, Jain irrigation System o Natural Bioenergy.

/imgs/2008/11/biodiesel0001.jpgAdemás de India, otros países podrían convertirse en grandes productores de jatropha. Diversas empresas y organizaciones trabajan en ello, como D1 Oils en Nigeria, Sun Biofuel en Tanzania, British Petroleum (BP) en Indonesia o Viridesco en Mozambique. América, el continente originario de la planta, podría sumarse a este cultivo. Países como Brasil, México, Colombia, Chile o Paraguay cuentan con diversas iniciativas.

Compañías como Air New Zealand, Japan Airlines o Continental Airlines han probado con éxito combustible con mezcla de diésel de jatropha

El punto de fusión del aceite de jatropha (-47ºC) es muy cercano al fuel oil utilizado por los aviones. Esta virtud le convierte en un sustituto “verde” ideal para la industria aeronáutica, necesitada de un combustible que responda bien a las bajas temperaturas atmosféricas en vuelo. Compañías como Air New Zealand (en colaboración con Boeing y Rolls-Royce), Japan Airlines o la estadounidense Continental Airlines han tenido éxito en varias pruebas con aviones que han utilizado combustible con mezcla de diésel de jatropha. La Asociación Internacional de Transporte Aéreo (IATA) se ha propuesto para 2017 que sus 230 aerolíneas asociadas usen el 10% de combustibles alternativos y que no dependan de combustibles fósiles en 50 años.

La industria de la automoción es otra de las grandes interesadas en este combustible de origen natural. Diversos grupos de I+D han puesto a prueba varios modelos de Mercedes movidos sólo con diésel de jatropha, sin problema alguno, según sus responsables. En Reino Unido, ya hay varios miles de vehículos pesados que lo utilizan como carburante, según la empresa Viridesco.

Principales inconvenientes

Algunos expertos sugieren que se han exagerado las ventajas de la jatropha, o cuando menos, no se ha expuesto su lado menos amable. El estudio de la revista PNAS señala que esta planta aguanta sequías, pero recuerda que necesita agua, una tierra fértil y un clima adecuado para garantizar una producción rentable. El transporte es otro de los impactos ambientales y económicos de la jatropha: la mayoría de las plantaciones se encuentran a miles de kilómetros de los países de destino del biodiésel.

/imgs/2007/09/biocombus0003.jpgLa producción sostenible de esta planta es otro de los puntos en cuestión. La organización Amigos de la Tierra reconoce en un informe que, a pequeña escala, la jatropha es mejor que las plantaciones de palma en Malasia, cuyo impacto ha puesto en peligro de extinción a especies como los orangutanes. Ahora bien, los responsables de esta ONG recuerdan que cultivos llevados a gran escala pueden generar consecuencias negativas inesperadas, en especial, en los países en vías de desarrollo.

Algunos expertos aseguran que estos impactos ya se dan en la actualidad. Según la activista india Vandana Shiva, las plantaciones de jatropha en varios territorios de su país han dañado a las comunidades locales y su poder de decisión sobre el uso de la tierra, a la vez que han puesto en peligro la biodiversidad local.

La mayoría de las plantaciones se encuentran a miles de kilómetros de los países de destino del biodiésel

En otros países de África y Asia donde se ofrecen incentivos para su cultivo, se han detectado problemas similares. La apropiación por parte de grupos de poder de terrenos considerados marginados o la negativa a utilizarlos de forma tradicional serían algunos de estos efectos negativos. La ONG Envirocare, especializada en medio ambiente y derechos humanos, publicó un estudio sobre el impacto del comercio de jatropha en Tanzania. Sus responsables detectaron problemas relacionados con el desplazamiento de los agricultores, el desvío en la utilización del agua y la sustitución de cultivos para biocombustibles. En cualquier caso, no parece sencillo obtener información veraz sobre el estado de las plantaciones.

Frente a estas acusaciones, los responsables de algunas de estas iniciativas, como la empresa británica D1 Oils o la Fundación holandesa FACT reconocen que no hay milagros en el cultivo de esta planta, pero defienden la sostenibilidad de sus métodos y aseguran que contribuyen al desarrollo económico y la conservación natural de los lugares donde trabajan.

La jatropha todavía no se ha domesticado como otras especies vegetales. Las plantas que se utilizan hoy en día de forma habitual tuvieron que pasar por un proceso de adaptación natural de varias décadas, siglos y hasta milenios. Para acelerar este proceso, las iniciativas que quieren aprovechar la jatropha utilizan diversos métodos, que van desde los más convencionales de trabajo de campo, la fusión de varias técnicas, hasta la ingeniería genética.

La semilla es delicada en cuanto a su propagación y cuidado. Su ubicación requiere una posición determinada y se debe trasplantar en un momento preciso de su crecimiento para que las raíces no resulten dañadas. Algunos responsables de estas iniciativas utilizan la micropropagación, que utiliza fragmentos de la planta cultivados in vitro.

El aumento de la producción de este vegetal está condicionado por la fragilidad de la semilla y la falta de sistemas adaptados a sus características: en la actualidad, su recolección y selección se realiza en su mayor parte a mano.

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