El municipio de Villar de Cañas (Cuenca) acogerá el Almacén Temporal Centralizado (ATC) para guardar los residuos radiactivos de las centrales nucleares españolas. Así lo ha aprobado el Consejo de Ministros a propuesta del Ministerio de Industria. Los defensores de esta instalación explican que es necesaria, segura, genera riqueza y no se puede considerar un cementerio. Sus detractores opinan lo contrario y aseguran que al apostar por la energía nuclear se frena el desarrollo de las energías renovables.
Así será el ATC
El ATC español tendrá una capacidad diez veces mayor que el holandés
El ATC español tendrá una capacidad diez veces mayor que el holandés, pero su diseño será el mismo: una zona para recibir los residuos que llegan en tren o camión; una zona para tratar estos desechos; y el almacén en sí. También contará con un centro tecnológico para investigación y experimentación. Los residuos radiactivos se encerrarán en tres barreras superpuestas: unos muros exteriores de hormigón de al menos metro y medio de grosor capaces de resistir todo tipo de agresiones externas, un contenedor de acero y una cápsula también de acero dentro de la misma.El Ministerio de Industria prevé una inversión total de unos 700 millones de euros. El municipio de Villar de Cañas recibirá 2,4 millones de euros anuales del Estado, mientras que los municipios que se encuentren en un área de doce kilómetros a la redonda recibirán 3,6 millones. Además, en concepto de cofinanciación, los ayuntamientos podrán contar con hasta otros 1,8 millones de euros si presentan un proyecto que implique el desarrollo local de la zona. Para la construcción de las instalaciones se estima un promedio diario de unos 300 trabajadores durante los cinco años de la primera etapa, con algún pico de hasta 500 trabajadores.
Según los responsables del Foro Nuclear, su instalación es “muy sencilla”. En cuanto a su efecto en la salud, la central holandesa todavía no cuenta con datos epidemiológicos suficientes. Ahora bien, estudios realizados en una central similar de Suecia, construida en 1985, no han detectado aumento de enfermedades asociadas a la radiación entre la población limítrofe.
Tras darse a conocer su emplazamiento, el ATC tendrá que pasar por varios trámites, entre ellos una declaración de impacto ambiental. En una primera fase, que podría durar unos cinco años, se prevé la preparación del terreno y la construcción de un primer edificio de almacenamiento del ATC y del centro tecnológico. Tras esta fase, se construirá un segundo edificio de almacenamiento que debería estar listo seis años después del inicio de explotación de la infraestructura. En la tercera y última etapa se elevaría el tercer edificio de almacenamiento, que debería acabarse catorce años después del inicio de las operaciones del ATC.
Por qué es necesario un ATC
Además, tras el incendio y posterior desmantelamiento de Vandellós 1 en 1989, parte de su uranio se envió a la planta de La Hague, en la Normandía francesa. Sus responsables, la empresa Areva, pasa desde el 1 de enero de 2011 una penalización de unos 65.000 euros diarios, que se recuperarán si el combustible vuelve a España antes de cinco años.
Para hacer frente a esta situación, la solución ofrecida es el ATC. Allí se guardaría el combustible utilizado en las centrales nucleares españolas durante 60 años, tiempo estimado de vida útil de esta instalación.
La decisión sería la misma que la tomada con los residuos nucleares de baja y media actividad. Estos desechos, procedentes de hospitales, centros de investigación, industrias o las propias centrales nucleares, se depositan desde 1992 en una instalación ubicada en El Cabril (Córdoba). La Nuclear Regulatory Commission de EE.UU. considera este almacén como uno de los mejores del mundo.
Un almacén temporal, no un cementerio
Según sus defensores, aunque la expresión popular se refiere a él como “cementerio nuclear”, no es correcto, porque no será un lugar en el que se depositen para siempre los residuos. Como su nombre técnico indica, es un Almacén Temporal Centralizado (ATC). La idea es conservar en un único lugar los residuos acondicionados, sin que se produzcan reacciones en cadena, para mejorar su gestión y evitar los riesgos de tenerlos en varios lugares.
En teoría, la instalación estará diseñada para durar 100 años, pero se ha impuesto una limitación administrativa de 60 años. En este periodo, se estima que la tecnología necesaria para su tratamiento definitivo ya estará desarrollada.
Razones en contra del ATC
Los detractores del ATC critican que ninguna instalación es perfecta ni está exenta de riesgos, y el ATC no es una excepción. Al riesgo del propio almacén, se unen los posibles peligros de transportar los residuos desde diferentes puntos de España hasta él. Y se recuerda el carácter radiactivo, y por tanto, nocivo para el medio ambiente y la salud, de estos desechos. Además, nadie sabe qué podrá suceder durante los cientos de miles de años que estarán activos.
Los municipios que albergan instalaciones nucleares se hacen dependientes y no generan tantos ingresos, según los críticos a esta instalación. La actividad nuclear supone en la práctica cerrar cualquier posibilidad de llevar a cabo en la zona un desarrollo rural verde. Las energías renovables vuelven a salir perjudicadas en el aspecto laboral: frente a los 300 empleados que podría conllevar el ATC, se recuerda que el final de las subvenciones a la solar fotovoltaica destruyó 20.000 puestos de trabajo el año pasado.
La actividad nuclear supone cerrar cualquier posibilidad de llevar a cabo en la zona un desarrollo rural verde
Rebecca Harms, copresidenta de Los Verdes Europeos, pone el caso de su municipio natal, Gorbelen. Situado en la Baja Sajonia alemana, se eligió para instalar, hace 33 años, una central nuclear y un almacén de residuos. A pesar de haber recibido fondos, Harms asegura que “éramos de las regiones más pobres de Alemania y hoy seguimos siéndolo”.Las críticas también apuntan al centro tecnológico asociado del ATC. Sus detractores señalan que, en realidad, será un reactor nuclear de transmutación. Esta tecnología, que pretende hacer decaer la vida de la actividad radiactiva de los residuos, se investiga desde el inicio de la energía nuclear, hace más de medio siglo, y todavía no ha logrado avances significativos.