Entrevista

Manuel Pérez Alonso, director científico de Sistemas Genómicos

«La composición de alimentos y piensos no siempre se ajusta a lo que consta en la documentación»
Por Mónica G. Salomone 13 de mayo de 2004
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La detección de elementos o trazas de transgénicos en un alimento es una tarea mucho más compleja de lo que pueda aparentar. Pese a que la legislación es clara y a que pretende ser estricta, hay detalles que se escapan de lo que debiera constar en las etiquetas simplemente porque la tecnología de análisis empleada no es la adecuada, no está homologada o carece de acreditación. Incluso así no son extrañas las sorpresas. Sistemas Genómicos es una de las empresas pioneras en España en este campo y una de las pocas que cumple con estándares de análisis internacionales.

Desde el pasado 19 de abril todo producto comercializado en la Unión Europea que contenga un 0.9% o más de ingrediente transgénico debe indicarlo en la etiqueta. Antes el umbral era un poco más alto, y sólo se etiquetaban los productos en que el transgénico era detectable. El transgénico sólo se detecta si hay proteínas o ADN; con la nueva norma, un aceite de colza transgénico refinado, que sólo es grasa, sí se etiqueta. Ahora bien, cuando se trata de ADN evitar la contaminación es muy difícil; ¿cómo puede un empresario asegurarse de que la materia prima que compra está completamente libre de transgénicos? Por ejemplo, en un laboratorio como Sistemas Genómicos, en Valencia, uno de los pioneros en España en este campo. Su director científico, Manuel Pérez Alonso, de 41 años, afirma que las empresas españolas están esforzándose por cumplir la normativa, y que muy a menudo se llevan sorpresas. Sorpresas que también se dan en otro de los ámbitos de actuación de la empresa, el análisis de piensos animales. «A veces aparecen cosas distintas a las esperables según la documentación del producto», dice.

¿Qué hace Sistemas Genómicos?

Analizamos el contenido en transgénicos en cualquier componente de la cadena alimentaria, desde la cosecha hasta el producto final, pasando por todas las etapas intermedias.

¿Están acreditados para hacer ese trabajo?

«En España se están haciendo inspecciones de alimentos en busca de transgénicos a través de laboratorios no acreditados»

Sí, desde hace unos tres años, por la ENAC [Entidad Nacional de Acreditación], el único organismo capacitado para hacer acreditaciones oficiales. Fuimos los primeros en España. Este es un tema muy importante, porque al calor de la nueva normativa están saliendo muchos laboratorios que no están acreditados. Es grave, teniendo en cuenta que las consecuencias para la industria son realmente importantes. Aquí se están parando fábricas si en los análisis sale que hay transgénicos donde no se esperaba que hubiera. Es una pena que pase, y lo cierto es que está pasando. Otra cosa bien distinta es porqué se considera a los transgénicos un problema.

¿Cuesta mucho obtener la acreditación?

Desde luego, es un gran esfuerzo. Nosotros dedicamos dos personas durante año y medio a validar métodos. Es un trabajo de demostración. Vienen jueces independientes a verificar que lo que dices que haces se corresponde con la realidad. Es un esfuerzo que muchos prefieren no hacer.

¿Se ocupan ustedes de controlar que se cumple la legislación sobre etiquetado?

No, en absoluto, nosotros no inspeccionamos, inspecciona la Administración. A nosotros nos contratan como socios tecnológicos: ellos [la Administración] toman una muestra oficial y nos la mandan para que la analicemos.

Para controlar que la normativa se cumple habrá que hacer infinidad de análisis, ¿no? ¿Cuántos se hacen en España?

No sé, la verdad. Lo que sí nos consta es que se están haciendo inspecciones con laboratorios no acreditados. Porque sólo estamos acreditados tres laboratorios en España. Hay dos mecanismos de inspección: una es la no oficial, para tener una idea de cómo están las cosas. Si hay una sospecha de que están mal, entonces se hace una inspección oficial.

¿Quiere eso decir que el etiquetado no se está haciendo correctamente?

«Es imposible garantizar sólo con documentos la ausencia de transgénicos; hay todavía fallos impresionantes en la detección»

No, el etiquetado se está cumpliendo. No tengo ninguna duda de que la industria alimentaria está haciendo un gran esfuerzo para cumplir la normativa. Pero claro, pasan muchas cosas inesperadas… Hay transgénicos que nadie se esperaba que estuvieran. Hay sorpresas. Pero la industria se está preocupando de que esto no ocurra.

¿Cómo es que se dan esas ‘sorpresas’?

El problema deriva de una interpretación bastante curiosa de la trazabilidad [el poder ‘seguir la pista’ a un transgénico a lo largo de toda la cadena alimentaria]. Mucha gente cree que la trazabilidad se puede garantizar con papel, sólo con documentos, y no es así. Es imposible garantizar sólo con papel la ausencia de transgénicos, porque hay fallos impresionantes. A veces el papel no refleja la realidad. Y así sucede que los empresarios están tranquilos, amparándose en una realidad virtual. Y claro, se llevan sorpresas.

¿Puede poner un ejemplo?

El caso del trigo es un ejemplo. Aún no hay variedades de trigo transgénico comercializadas, así que nadie que compre trigo está preocupado. Pero hace dos años empezó a aparecer que los productos de gente que no usaba ni maíz ni soja daban positivo. Ese año se importó mucho trigo de Estados Unidos, y venía en barcos donde se transportaba también soja transgénica. Y claro, es imposible limpiar un barco completamente. Y se pararon fábricas. Nosotros encontramos el origen del problema, porque además hacemos análisis de especies y así podemos identificar qué es lo que hay que no debería haber.

Al margen de que la industria alimentaria se esté esforzando por hacerlo bien, ¿está la Administración inspeccionando debidamente? Porque dice usted que contratan laboratorios no acreditados…

No me atrevo a calificar el papel de las administraciones públicas en cuanto a las inspecciones. Sé que varía mucho por comunidades autónomas. Algunas no están inspeccionando nada y otras sí. Pero lo que está claro es que los laboratorios acreditados somos muy pocos.

Pero, ¿significa eso que no nos podemos fiar de lo que dicen las etiquetas?

No hay que ser alarmistas, en absoluto. Para nosotros es importante que las empresas estén tranquilas. En este campo es muy fácil que haya contaminación. La prueba está en las pruebas internacionales a que se someten los laboratorios: los errores son muy frecuentes incluso entre los mejores. El examen más exigente es el del Departamento de Agricultura estadounidense (USDA). Preparan muestras ciegas y laboratorios de todo el mundo, que se someten voluntariamente a la prueba, las analizan. Y hay muchos errores. Sólo hay tres laboratorios en el mundo que hayan superado todas las pruebas del USDA. El nuestro es uno de ellos.

¿Le molesta a usted comer alimentos transgénicos?

No tengo ningún inconveniente en comerme un alimento transgénico, en absoluto. Ahora, hay que pedir seriedad, y quiero que se cumpla la legislación. Lo que no quiero es no saber lo que como.

EN PIENSOS TAMBIÉN HAY SORPRESAS

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Sistemas Genómicos, una empresa spin off de la Universidad de Valencia creada en 1998, tiene a una treintena de trabajadores en plantilla, de los que la mitad trabajan en los laboratorios. Hacen miles de análisis al año, no sólo sobre presencia de transgénicos en alimentos. También analizan la presencia de harinas cárnicas en piensos para las vacas, a instancias de los ganaderos (el uso de este tipo de harinas está prohibido para evitar el mal de las vacas locas). Como ocurre en el caso de los transgénicos, a veces «hay sorpresas, aparecen cosas que no deberían estar ahí», dice Pérez Alonso.

Sistemas Genómicos ha desarrollado un test genético para detectar la presencia de las harinas que ha resultado «muchísimo más sensible» que el tipo de análisis que aún se considera oficial: el microscopio. «Sorprende un poco que a estas alturas el método oficial de análisis, no sólo en España sino en la Unión Europea, siga estando basado en el microscopio», que es algo que depende de que una persona experimentada observe la parte adecuada de la muestra. Tienen que aparecer pelos, pezuñas o fragmentos de hueso, entre otros restos evidentes, para que se detecte algo. «Nuestra técnica es mucho más sensible», reitera Pérez Alonso.

Su empresa hace también análisis de autentificación de alimentos, que consiste «en comprobar que lo que dice la etiqueta es efectivamente lo que hay en realidad en el envase». Este servicio lo solicitan sobre todo industrias de pescado, «porque hay muchas especies de merluza, de anchoa, de sardina incluso», señala el experto, «y los empresarios quieren estar seguros de lo que han comprado». En este caso no se trata de fraude, pero hay muchos malentendidos porque la denominación de las especies suele variar de un país a otro. «Lo que aquí llamamos lenguado no es lo mismo que en Argentina o Perú».

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