La materialización de los Objetivos adscritos a la Declaración del Milenio, el documento que ha concitado el mayor consenso internacional de la Historia, permitiría en los próximos 10 años liberar a más de 500 millones de personas de la extrema pobreza y a 300 millones de padecer desnutrición crónica, 30 millones de niños dejarían de morir antes de los cinco años y 115 millones podrían ir a la escuela por primera vez en lugar de trabajar en fábricas o en campos de cultivo. En la consecución de esta meta trabaja desde hace más de ocho años Fernando Casado Cañeque, primero en la sede de Naciones Unidas en Nueva York, y ahora como coordinador general de las Naciones Unidas en España para la Campaña del Milenio “Sin Excusas 2015”. Esta campaña pretende movilizar a la ciudadanía para que exijan a sus gobernantes que cumplan la Declaración de 2000
en la que se comprometieron a erradicar la pobreza mundial. “Lo que está frenando realmente el cumplimiento de los Objetivos es la falta de compromiso político”.
He trabajado en la sede de Nueva York durante ocho años y lo he hecho para grandes divisiones de Naciones Unidas, entre ellas en el Organismo de Naciones Unidas para el Desarrollo Industrial, la División de Asuntos Sociales y Económicos de Naciones Unidas, desarrollando indicadores sociales y de desarrollo sostenible, y con el PENUD, elaborando proyectos de crecimiento económico a nivel sostenible y casos prácticos para el Pacto Mundial.
Es una campaña creada en 2002 por Kofi Annan con el objetivo de movilizar a la ciudadanía para que exijan a sus gobernantes las responsabilidades y las promesas rubricadas en la declaración de 2000 para erradicar la pobreza en el mundo y lograr los ocho Objetivos de Desarrollo
. Éste es el mandato principal.
Yo no diría que no ha avanzado sino que matizaría y subrayaría que no ha avanzado lo suficiente. Realmente se están creando muchas expectativas y yo creo que todos esperábamos que en 2005, en la Cumbre de septiembre, se produjera un compromiso político y que los líderes del mundo reflejaran la voluntad política para los lograr los Objetivos del Milenio, y esto no se vio. Por otro lado, sí que se han realizado ciertos avances, aunque nunca como a nosotros nos hubiera gustado. Por ejemplo, se logró el compromiso de ampliar la ayuda oficial al desarrollo a cien mil millones de dólares al año, se llegó al compromiso de condonar la deuda externa, y todos los países se han responsabilizado en la elaboración de estrategias de desarrollo para finales de 2006. Por lo tanto, a pesar de no haber logrado los suficientes avances para llegar a los Objetivos, sí hemos observado una cierta voluntad que refleja que los países están empezando a tomarse la agenda en serio
“Hemos observado una cierta voluntad que refleja que los países están empezando a tomarse la agenda en serio”
Los principales problemas, centrándonos en los fácticos, son la pobreza, la falta de regeneración económica, de infraestructuras, del acceso a servicios sanitarios, la falta de integración de la mujer, de las niñas, tanto en la economía como en la educación. Son varios los problemas asociados directamente con los Objetivos. Pero hay que tener en cuenta que todos los problemas tienen solución. Por eso me gustaría señalar que el principal problema y lo que está frenando realmente el cumplimiento de los Objetivos es la falta de compromiso político. En el año 2000 los países se comprometieron a una agenda para el desarrollo muy ambiciosa y muy concreta para que se cumpliera en 2015, y realmente no están poniendo en marcha el programa que prometieron. Por tanto esta voluntad y estas promesas firmadas en papel se deben priorizar, en especial en las políticas de los gobiernos.
Yo creo que hay un consenso bastante grande en cuanto a qué se tiene que hacer. Por un lado, el Objetivo 8 es el que marca este consenso, es lo que llaman la Alianza Global para el Desarrollo. En él los países pobres se responsabilizaron de fortalecer su gobernanza, luchar contra la corrupción, dar prioridad a estrategias para el cumplimiento de los Objetivos, para la erradicación de la pobreza, así como a las inversiones públicas en servicios básicos, fundamentalmente educación, salud, igualdad de género e integración del medio ambiente. Por otro lado, los países ricos, nosotros, nos comprometimos a aumentar la cantidad de la ayuda oficial al desarrollo, el famoso 0,7, no sólo en cantidad sino en calidad, es decir, que sea una ayuda oficial desvinculada de intereses geocomerciales, que vaya donde se necesita, a los países más pobres, y estoy pensando en África Subsahariana concretamente y en una condonación de la deuda externa más expandida que los 18 países que se han prometido. Y luego, un desarrollo de nuevas políticas comerciales que permitan a los productos de los países pobres competir en el mercado global. Esto tampoco está sucediendo.
Yo soy bastante optimista porque en estos últimos años hemos visto específicamente que la sociedad civil ha asumido la responsabilidad de revindicar estas promesas.
“En estos últimos años hemos visto específicamente que la sociedad civil ha asumido la responsabilidad de revindicar estas promesas”Como todos sabemos, la voluntad y la responsabilidad política obedecen siempre a los votos de quienes representan y, por tanto, estamos viendo cómo estas movilizaciones que se generaron en 2005, un año en el que se multiplicaron los titulares sobre la pobreza (nunca se había escrito tanto sobre la pobreza en la prensa), están empezando a calar en el ámbito político, y los políticos están empezando a temer que, si no respetan estas promesas que ya habían hecho, pueden perder votos. Se están jugando sus propios puestos al ir en contra de esta voluntad social. Y soy optimista porque somos la primera generación que puede erradicar la pobreza.
Hay que diferenciar entre la ciudadanía española y el Gobierno español. Pero en ambos casos se ha producido un compromiso en el cumplimiento de los Objetivos del Milenio. Desde el punto de vista de la ciudadanía se generó la campaña ‘Pobreza cero’, y estamos formando muy activamente el desarrollo de la Alianza Española contra la Pobreza, formada por sindicatos, grupos ecologistas, de mujeres, inspecciones de inmigrantes, todas las ONG para el desarrollo, etc. En este sentido hemos recibido una respuesta muy grande de la sociedad española. En cuanto al Gobierno, creo que también ha empezado con una voluntad política firme: su plan director de la cooperación española enfatiza mucho el compromiso que tiene el Gobierno español con los objetivos del Milenio, destaca el compromiso en empezar a desarrollar proyectos en África a través de la ayuda oficial, como es necesario, y el compromiso a crear los nuevos pactos que están generando la Alianza contra el Hambre en los nuevos mecanismos de financiación. Por todo esto creo que hay una buena voluntad y que se está diseñando un buen programa. Pero, por el contrario y quizá por el entorno político que existe actualmente, por la estructura ministerial que tiene nuestro país, sí que hay otras carencias que impiden que este plan de desarrollo se pueda ejecutar.
Por ejemplo hay una falta clara de coherencia de políticas. Es necesario que se genere más coherencia entre el Ministerio de Asuntos Exteriores con el Ministerio de Finanzas, con el Ministerio de Comercio. Por eso yo creo que realmente se ha de crear una coherencia de políticas,
“Se ha de crear una coherencia de políticas”precisamente para que la política de cooperación al desarrollo y todo lo que repercute en esa política sea una agenda integrada de cooperación al desarrollo, copada por la Secretaría de Estado, e incluso diría más: por un Ministerio de Cooperación al Desarrollo si se pudiera crear, con una coherencia para tomarse en serio los programas que estamos viendo. Porque actualmente los mandatos están repartidos por estos ministerios y tienen diferentes prioridades a la hora de definir una política común.
Hay varios motivos. Uno de ellos es la clara incapacidad de poder garantizar un sistema de seguridad mundial, con las nuevas amenazas de seguridad humana. Es importante tener en cuenta que hay unas necesidades estructurales de Naciones Unidas básicas, como es el Consejo de Seguridad y el propio proceso de toma de decisiones de Naciones Unidas, que es un organismo que se creó después de la II Guerra Mundial, con los ganadores de la II Guerra Mundial, y que por haber ganado siguen manteniendo unos derechos de veto y unos privilegios de poder que son totalmente absurdos en el nuevo orden mundial en el que estamos viviendo. Por lo tanto, sí que hace falta modernizar Naciones Unidas para que sea un mecanismo que represente los intereses de este nuevo orden mundial.
“Hace falta modernizar Naciones Unidas para que sea un mecanismo que represente los intereses de este nuevo orden mundial”Es necesario una equidad de poder representativo.
Sí, efectivamente hay una cierta oposición. La razón es que actualmente hay una lucha ideológica pot cómo se ha de regir el nuevo orden mundial. Por un lado, los creyentes en los organismos como Naciones Unidas, los multilateralistas, defendemos que hasta el punto al que hemos llegado con políticas de Estado, como Estado somos incapaces de resolver ciertos problemas, como el terrorismo, el cambio climático, la pobreza mundial, y por lo tanto hace falta fortalecer estos organismos mundiales para que se puedan hacer unas políticas globales. Por otro lado, hay una serie de países, y uno muy importante que es Estados Unidos, que promueve una política unilateralista y que cree que su propio orden mundial y sus prioridades políticas han de anteponerse a este pacto, a este consenso de Estados. Se da por tanto una seria colisión de intereses.
Soy escéptico acerca de la posibilidad de que con el Gobierno actual de EEUU se pueda reformar nada, incluida Naciones Unidas, y que si se reforma será para debilitar el organismo y no para fortalecerlo. De todas maneras, hay una serie de variables que generan mucha incertidumbre en cuanto al futuro de la organización, como el vencimiento del mandato de Kofi Annan, que ha sido un líder muy característico para bien y para mal, según algunos. Pero ha sido un líder muy visionario que ha generado una política de reforma muy ambiciosa. El sucesor de Kofi Annan no sabemos quién será y esto va a afectar mucho a la reforma. Sabemos que hay ciertos países que quieren un Secretario General menos implicado en la reforma, en el fortalecimiento de la organización y que deje seguir un poco más ciertas políticas unilaterales. Por otro lado, las elecciones estadounidenses en 2008 y la posibilidad de que el Gobierno republicano se mantenga en el poder afectará mucho al futuro de Naciones Unidas. Después de ocho años con el liderato de Bush, escoger un nuevo sucesor demócrata (aunque aún no está claro quién pueda ser) podría provocar un giro de política que llevaría a un EEUU más multilateralista de lo que es ahora. Todas estas son variables que generan mucha incertidumbre sobre el futuro.
La empresa tiene un papel fundamental en el logro de los Objetivos del Milenio, porque cuando hablamos de políticas de erradicación de la pobreza, a pesar de que sean responsabilidades públicas, en el fondo estamos hablando de la capacidad de generar riqueza de manera sostenible. Por lo tanto, el papel de la empresa privada es vital, de ahí que el Secretario General de la ONU haya estado promoviendo diferentes iniciativas para que el sector privado asuma este papel activo en el cumplimiento de los Objetivos. En este sentido creo que la responsabilidad social de la empresa debe experimentar una transición de ser una herramienta de comunicación, como se está ejerciendo actualmente en la mayoría de los casos, a una herramienta que cambie la cultura empresarial y la convierta en un sistema de gestión orientado también a comprometerse con los problemas que rodean a la empresa. Quizá el paso que debe dar la empresa para acabar de consolidar todo este proceso que ha iniciado activamente con la responsabilidad social es enfatizar que no sólo no es un problema sino que puede ser una parte activa de esa solución.