Pocas veces se tiene la oportunidad de entrevistar a quien ha dado nombre a una enfermedad. El síndrome de Lynch fue acuñado por este patólogo estadounidense como un cáncer colorrectal hereditario no polipósico. Representa hasta un 5 % de todos los casos de cáncer colorrectal y, el pasado 27 de octubre, protagonizó un simposio en Barcelona que contó con la presencia de su descubridor. Lynch fue ovacionado por especialistas oncólogos nacionales y extranjeros al cierre de una conferencia magistral que tituló: 40 años de investigación básica y clínica en torno al síndrome de Lynch
Yo estaba trabajando en 1961 como médico residente y me pidieron que visitara a un paciente alcohólico con delirium tremens. Le pregunté por qué motivo bebía tanto, y me contestó «porque sé que pronto voy a morir de cáncer». Añadió que todos los miembros de su familia habían fallecido por cáncer y que él iba a ser el siguiente en caer. Pregunté qué tipo de cáncer era el que había diezmado a su familia, y me respondió que se trataba en la mayoría de los casos de cáncer de colon. Inmediatamente solicité unas pruebas para buscar pólipos en el colon de este paciente, pero no di con ninguno y, acto seguido, me puse a investigar concienzudamente a toda su familia. Muchos años antes, un médico de Michigan llamado Aldred Warthin ya apuntó el caso de una familia cuyos miembros tenían una predisposición especial a padecer cánceres de colon. Tomé a la familia de mi paciente alcohólico y otra familia más con una situación similar para publicar en 1966 una historia natural de los cánceres identificados y concretar la definición de un síndrome canceroso caracterizado por una mutación heredada en un gen que normalmente repara el ADN.
Existen por lo menos cinco genes implicados, llamados genes reparadores de apareamiento. Si una parte del ADN no se acopla correctamente, el cáncer encuentra su ocasión para irrumpir. Como la mutación del gen en el cáncer colorrectal hereditario se encuentra en todas las células del organismo, son varios los órganos que también pueden desarrollar cáncer: endometrio, estómago, intestino delgado, páncreas, riñón, uréter u ovario.
Sabemos que fumar provoca cáncer, además de otras enfermedades; pero sabemos también que no fumar no es una garantía inequívoca para no contraer la enfermedad. Con el tiempo hemos descubierto muchas cosas acerca del condicionamiento genético familiar, hasta el punto de poder intervenir precozmente frente a cánceres de colon o de mama. No obstante, todavía tenemos mucho que aprender sobre otros posibles desencadenantes que hoy desconocemos. El cáncer es una enfermedad natural propia del envejecimiento, mediada por ADN, pero también intervienen más cosas; algunas se han identificado y otras quedan aún por identificar.
Antes de sospechar que un individuo pertenezca a una familia con síndrome de Lynch convendría repasar toda la historia familiar. La definición más estricta de una familia afectada viene contemplada por los Criterios de Ámsterdam, que incluyen tres familiares con cáncer colorrectal (un familiar de primer grado con relación a los otros dos), morbilidad a lo largo de dos generaciones sucesivas, un cáncer colorrectal que afecte a un familiar de menos de 50 años y cánceres de colon alojados preferentemente en el colon derecho.
Una de las características de este síndrome es que puede desembocar en un cáncer de colon como tal, pero en 1981 nuestro equipo observó que los enfermos de Lynch se caracterizaban por la presencia de múltiples adenomas sebáceos en la piel, queratocantomas, carcinomas sebáceos y afectación en múltiples vísceras (no sólo el colon). A lo largo de los años hemos aprendido a rebajar la edad para pruebas colonoscópicas en individuos de riesgo. Si antes se hacían a partir de los 45, ahora hemos pasado a los 25. De este modo, hemos demostrado que se puede empezar a intervenir antes y disminuir la mortalidad del síndrome hasta en un 65%. Cuando se detecta la enfermedad en un paciente de más de 60 años es prácticamente inevitable que vaya a desarrollar un cáncer de colon.
Se está trabajando en ello. Expertos en genética molecular e inmunohistoquímica calculan que en un grupo muy selecto de pacientes cabría esta posibilidad; sin embargo, su detección sería difícil y muy costosa. En Bethesda, Maryland, se están llevando a cabo ensayos dirigidos a modular las proteínas asociadas a los genes defectuosos y, de este modo, controlar las posibles mutaciones.
Josep Baselga y Judith Balmaña, del Hospital Vall d’Hebrón de Barcelona, fueron los organizadores del I Simposio sobre Cáncer Hereditario celebrado en la ciudad Condal y al que asistieron importantes líderes mundiales de opinión en el campo de la oftalmología. Junto a los especialistas mencionados, hicieron acto de presencia en Barcelona Alan Ashworth, Judy Garber o Sagna Singay.
La coincidencia de este primer certamen con la puesta en funcionamiento de una unidad específica de cáncer de mama y un servicio de asesoramiento genético en el mismo hospital no son ninguna casualidad. Balmaña significó la importancia de los avances experimentados hasta la fecha en el conocimiento de cánceres como los de mama y colon y la posibilidad de reducir drásticamente su mortalidad por medio de una identificación y una prevención precoces. «Han pasado 40 años desde que el síndrome de Lynch fue descrito por primera vez, y ahora tenemos la oportunidad de calibrar con gran precisión el riesgo de desarrollar cáncer y no ya actuar en el inicio de esta enfermedad, sino antes de que ocurra».