Entrevista

Tony Hunter, premio Príncipe de Asturias 2004 en Investigación Científica y Técnica

«Habrá que desarrollar métodos sencillos para hacer un diagnóstico molecular de cada cáncer»
Por Mónica G. Salomone 22 de octubre de 2007
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Imagen: Daniel Lobo

Tony Hunter (Reino Unido, 1943), actualmente en el Instituto Salk en La Jolla (California, EEUU), está considerado uno de los mayores especialistas mundiales en el estudio de genes que regulan el crecimiento celular. Su trabajo con las enzimas tirosinquinasas ha aumentado el conocimiento sobre cómo se transmiten las señales que activan el proceso canceroso, y ha dado lugar además a una nueva generación de fármacos contra las enfermedades oncológicas. Hunter recibió en 2004 el premio Príncipe de Asturias de Investigación Científica y Técnica junto al español Joan Massagué y a los estadounidenses Judah Folkman, Bert Vogelstein y Robert Weinberg. Con Weinberg y Massagué coincidió Hunter en el congreso «Oncogenes y Cáncer humano: los próximos 25 años», organizado por el Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO), durante el que se realizó esta entrevista.

¿Qué ha pasado en los últimos 25 años, desde que se descubrieron esos genes mutados que causan cáncer, los oncogenes?

Hemos logrado tener una visión mucho mejor de lo que ocurre en las células cancerígenas a nivel molecular, entendemos mejor cómo crece, prolifera y sobrevive la célula, y cómo se producen las metástasis. Hemos pasado de conocer sólo unos pocos oncogenes, con sus productos, a centenares de ellos.

Da la impresión de que cuando fueron descubiertos los oncogenes se pensó que todo iba a ser mucho más sencillo de lo que en realidad está siendo.

Es una impresión correcta. Subestimamos la complejidad de la célula cancerígena. Desde que se descubrieron los primeros oncogenes no hemos avanzado mucho en el tratamiento del cáncer. Aunque hemos hecho algunos progresos, para la mayoría de los cánceres los fármacos que tenemos en realidad sólo logran prolongar la vida unos meses.

¿Es un fracaso?

Esto no es tan fácil como poner un hombre en la Luna. No se trata de decir «en diez años vamos a curar el cáncer». Probablemente tiene que ver con que no entendemos bien aún el funcionamiento de la célula normal. Tenemos que entender eso y después sacar ventaja de las diferencias con las células cancerosas, y es un desafío enorme. Aunque haya sólo 20.000 genes, en realidad hay en juego muchos más elementos, porque estos genes dan lugar a múltiples productos. Y un sistema con tantísimos componentes es obviamente muy difícil de entender. El problema con las terapias del cáncer es que matas a las células cancerígenas pero también a las normales. Debemos dar con tratamientos selectivos, ahí es donde está el problema.

¿Qué nuevas estrategias se están estudiando para combatir el cáncer?

Se ha hablado en este congreso de las terapias de diferenciación, que funcionan bien para varias leucemias. La idea es que la célula cancerosa es una célula sólo parcialmente diferenciada, y si se consiguiera hacer que se diferenciara por completo entonces se podría inhibir su capacidad de proliferación. Es una estrategia que vale la pena explorar; ahora se prueba también con tumores sólidos. Otra posibilidad interesante es la inmunoterapia en sus múltiples vertientes, por ejemplo, potenciando la actividad de las células defensivas normales en el organismo, que hay varias formas de hacerlo. También se intenta atacar las células que dan soporte al tumor, como los vasos sanguíneos, y ésta también creo que es una buena aproximación.

¿Qué hay de las llamadas ‘células madre del cáncer’?

«Cuanto más sabemos de la genética del cáncer, más sabemos quiénes pueden beneficiarse de cada fármaco»

Sí, es otra de las estrategias y está teniendo mucha repercusión recientemente. Se refiere a las células con capacidad para mantener el cáncer a largo plazo, para iniciarlo. Está claro que en cada cáncer hay una población de células con esta capacidad, y son menos del 10%, una parte pequeña de las células del tumor. Si entendemos mejor estas células podríamos tener un nuevo sistema hacia el que concentrar las fuerzas.

¿Se sabe cómo identificar a estas células en el tumor?

No es sencillo, pero hay algunos marcadores que se pueden detectar con anticuerpos.

La idea es encontrarlas y matarlas.

La idea es que, incluso si matas células tumorales, si dejas algunas células con capacidad de reiniciar el tumor, pues… Es como dejar las semillas; si no las eliminas no vas a matar el tumor. Pero esta teoría aún no ha sido demostrada.

¿Cuánto tiempo hace que se baraja esta idea?

En leucemia hace tal vez unos diez años que se cree que esta población de células existe. Para tumores sólidos hace unos cinco años que los expertos barajan esta idea, pero sigue siendo bastante controvertida.

¿Cómo se podría demostrar?

Puedes coger células de un tumor sólido humano y hacer que inicie un tumor en un ratón, pero la auténtica prueba sería introducirlas en otro humano, algo que obviamente no se puede hacer.

¿Cómo se relacionan estas células madre del cáncer con las células madre generales?

Ése es un tema clave. Parte de la controversia es que la gente en cierto modo equipara las células madre del cáncer con las células madre de los tejidos. John Dick [uno de los autores de la teoría de las ‘células madre del cáncer’] dice que no son las mismas, aunque tienen las mismas propiedades de auto-renovación. Es cierto que el cáncer podría haber surgido de un tipo de células madre de tejido, pero no hay muchas evidencias para eso.

¿Cuánta variabilidad hay entre aparentemente el mismo tipo de cáncer pero en distintas personas?

De un individuo a otro no vas a tener necesariamente el mismo tipo de mutaciones que dan lugar a lo que parece el mismo tipo de cáncer. Otra cosa es si realmente es el mismo cáncer o sólo parece que lo es. Lo que creemos es que en última instancia habrá que hacer un diagnóstico molecular de cada cáncer, no se puede asumir que es el mismo porque lo parezca.

LA COMBINACIÓN ADECUADA
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Imagen: Adam Ciesielski

Tony Hunter dice que será necesario desarrollar métodos sencillos para el diagnóstico molecular de cada cáncer y, así, poder tratar al paciente con la combinación adecuada de fármacos. De momento, en ensayos clínicos queda claro que el éxito de los tratamientos depende de la genética del tumor. Por ejemplo, el fármaco Iressa sólo funciona en el 10% de los cánceres de pulmón, y al principio los científicos no sabían por qué; ahora se sabe que ese 10% tiene una mutación precisa. «O sea, que cuanto más sabemos de la genética del cáncer, más sabemos qué personas pueden beneficiarse de cada fármaco», explica Hunter.

Hay cada vez más fármacos como el Gleevec, diseñados a partir de los conocimientos de biología molecular que se han ido adquiriendo. ¿Cuántos nuevos fármacos diseñados racionalmente habrá dentro de diez años? «Creo que habrá bastantes, aunque sospecho que pocos funcionarán tan bien como Gleevec… Pero tal vez haya 20 o 30», añade el experto. Eso ya sería mucho porque hay que tener en cuenta que el número de fármacos nuevos que se aprueba cada año es ridículamente bajo. La inmensa mayoría de los fármacos que ahora se están ensayando no saldrán nunca al mercado, insiste.

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