El diagnóstico precoz del cáncer de pulmón sigue siendo el caballo de batalla de los oncólogos médicos en esta enfermedad, que se diagnostica tarde y que, por lo tanto, tiene resultados de curación aún bastante alejados de los que se logran en otros cánceres. El Grupo Español de Cáncer de Pulmón (GECP) investiga en varios frentes, como son la mejora en la detección precoz del cáncer pulmonar, con técnicas de diagnóstico como el TAC, el tratamiento personalizado y la aplicación de un fármaco oral. Albert Font, coordinador asistencial del Servicio de Oncología Médica del Instituto Catalán de Oncología (ICO), de Badalona (Barcelona), comenta todas estas cuestiones, que también se han debatido en el VII Congreso de Cáncer de Pulmón, organizado por el GECP y celebrado recientemente en la capital catalana.
Básicamente sigue siendo así. En el 40% de los pacientes se diagnostica en fases avanzadas, cuando hay metástasis (el tumor ya se ha extendido fuera del pulmón). En otro 30%, el cáncer se diagnostica en fase localmente avanzada (esto significa que el tumor se ha extendido a la cavidad torácica y los ganglios); y en el 30% restante, se detecta en una fase más inicial.
Las consecuencias en los resultados de los tratamientos son muy importantes. La curación global del cáncer de pulmón es de un 15% a los cinco años. En los pacientes con cáncer de pulmón localmente avanzado, estas opciones de curación ya se reducen y la curación a los cinco años es de un 10% de los casos, como mucho. En los casos de metástasis, la supervivencia es excepcional.
No hay un método de ‘screening’ que permita hacer un diagnóstico precoz que sea factible y que dé resultados, como ocurre en las mujeres que acuden al control ginecológico anual, que permite hacer un diagnóstico precoz de cáncer de cuello de útero, o con las mamografías periódicas, que también lo hacen posible en el cáncer de mama. En el cáncer de pulmón no existen métodos establecidos. Los pacientes con síntomas que acuden a la consulta, en el 70% de los casos ya tienen cánceres avanzados o muy avanzados.
Los síntomas respiratorios son varios, como la tos y dificultad respiratoria o disnea. El tercer síntoma en frecuencia es el dolor torácico y otros más infrecuentes son la pérdida de voz, la expectoración de sangre y la pérdida de peso. Pero esto no debe hacer pensar a cualquier paciente que tenga tos y dolor torácico que tiene un tumor. No quiero sembrar la alarma. Los síntomas suelen ser persistentes y se presentan, especialmente, en fumadores.
La primera prueba básica para detectarlo es una radiografía de tórax. Después, una broncoscopia y un TAC torácico.
«Entre un 15% y un 20% de los fumadores de más de un paquete al día desarrollan un tumor de pulmón»
No suele escaparse ningún caso de cáncer de pulmón. Lo que ocurre es que, a veces, una exploración inicial no es suficiente para hacer un diagnóstico y hay que repetir algunas pruebas o hacer otros estudios. El 80% de los casos se diagnostican con una exploración, radiografía de tórax, broncoscopia y TAC.
Estudios recientes sugieren que la práctica periódica de un TAC -técnica de diagnóstico por imagen- a pacientes en riesgo, como los fumadores, tiene un importante rendimiento en fases más precoces y hacen posible la curación. En cuanto a una aplicación periódica y seriada del escáner a toda la población, parece dificultosa y poco aplicable.
Efectivamente, es muy costoso para el sistema. Si tenemos en cuenta que el 25% de varones y mujeres adultos fuman, el porcentaje de población adulta al que debería hacerse un TAC de tórax anualmente es importante.
Exacto. Aunque no es un tema totalmente establecido, en los últimos casos, los estudios apuntan en esta línea. El ‘screening’ clásico del esputo no ha demostrado beneficios, mientras que el TAC sí parece aportar algo. Pero habría que ver a qué población de pacientes se realiza y con qué frecuencia. También hay que tener en cuenta que hay un porcentaje de pacientes que tienen una lesión pulmonar que no es maligna y a los que habría que hacer pruebas adicionales, que podrían generar angustia y ansiedad de forma innecesaria. Así que no es sólo un tema económico, de rendimiento y eficacia, sino que tiene estas otras implicaciones.
El número de cigarrillos que se fuma y la duración -durante cuántos años- es un factor pronóstico en este cáncer de pulmón; a más tabaco consumido, mayor riesgo. Hay estudios que lo aconsejan en estos fumadores a partir de la mediana edad, entre los 45 y 50 años. Habría que tener en cuenta que sólo entre un 15% y un 20% de los fumadores, que fuman más de un paquete al día y durante 20 años, desarrollan un tumor de pulmón. Así que tiene que haber otros factores desencadenantes, de susceptibilidad genética, que conduzcan al cáncer de pulmón. Estamos trabajando en este sentido, en cómo acotar a la población de riesgo, según la adicción al tabaco y los pacientes con factores de riesgo adicionales.
Estamos investigando en el diagnóstico precoz, para que sea posible diagnosticar a más pacientes en una fase más precoz, para alcanzar una mayor tasa de curación. En primer lugar, trabajamos en prevención, pues debemos dedicarnos a luchar contra el consumo de tabaco; en segundo, en métodos aplicables y factibles de diagnóstico en fases más precoces del cáncer; en tercero, estudiamos cómo aplicar nuevos fármacos sobre las células tumorales para eliminarlas, como las terapias dirigidas (‘targeted therapies’), una esperanza de futuro más eficaz y menos tóxica. Y una última línea de trabajo del GECP es intentar conseguir un tratamiento personalizado en función del perfil genético de los pacientes, de modo que sea más eficaz.
En pacientes, dentro de la práctica asistencial, se puede practicar una biopsia del tumor y tomar una muestra de sangre para estudiar su perfil genético y predecir qué tratamiento de radioterapia o quimioterapia es más eficaz. El ICO lo está llevando a cabo en cáncer de pulmón y progresivamente se irá haciendo de manera rutinaria.
No es un tratamiento estandarizado, aún es una línea de trabajo. Existen otros centros que también intentan analizar el perfil genético de cada paciente para aplicar el tratamiento más adecuado.
Algunos pacientes con cáncer de pulmón, especialmente mujeres, presentan una mutación en el gen del receptor del factor de crecimiento epidérmico (EGFR, en sus siglas inglesas). Las personas con esta mutación tienen una sensibilidad extraordinaria a uno de los tratamientos para este tipo de cáncer en fases avanzadas: un fármaco que se administra por vía oral, llamado erlotinib. El pronóstico de los pacientes con la mutación que pueden recibir este tratamiento cambia de forma significativa.
Así, mientras las personas con cáncer de pulmón en fases avanzadas que siguen el tratamiento estándar sobreviven un promedio de ocho meses, las que presenta la mutación genética y, además, reciben erlotinib, pueden vivir alrededor de dos años más. Podría decirse que la supervivencia de estos pacientes se triplica, según Albert Font, aunque puntualiza que «desgraciadamente, las personas con la mutación sólo representan el 10% del total de afectados por cáncer de pulmón».