Proximidad, precios más bajos, competitividad y un mejor servicio en la atención farmacéutica son algunas ventajas que podría aportar la liberalización total del modelo farmacéutico español, es decir, que las farmacias puedan establecerse libremente en cualquier punto, siempre que cumplan con los requisitos de establecimiento sanitario que fije la Administración. Lo explica en esta entrevista Norma Begoña Pérez, farmacéutica y miembro de la Plataforma para la Libre Apertura de Farmacias en España (Plafarma), constituida en 2006.
En la planificación, la distancia y la cantidad de habitantes que son necesarios para la apertura de una nueva farmacia.
Depende. Hay tantos criterios como comunidades autónomas. En Navarra, que se consideraría un modelo intermedio entre el que propone Plafarma y el que funciona en el resto del territorio, hay 700 habitantes por farmacia y, en Andalucía, por ejemplo, 2.800. En cuanto a la distancia, en Andalucía se puede abrir una farmacia cada 250 metros y en Navarra cada 150.
No tendría que haber ningún criterio. Debería haber una liberalización total de la apertura de farmacia.
Desde el punto de vista de los farmacéuticos porque a una parte nos han quitado la oportunidad de tener nuestras oficinas de farmacia y de ejercer nuestra profesión. Estamos limitados. Desde el punto de vista del consumidor, porque ningún monopolio es bueno y el modelo de farmacia que tenemos es, más bien, un oligopolio. Es un negocio que está en manos de familias adineradas y, además, es hereditario. Es posible que ciertas comunidades tengan buenos parámetros para adquirir una farmacia y que un farmacéutico tenga muchos puntos, pero está claro que si una persona tiene dinero para comprarla pasa por delante. Es como si un médico tuviera una plaza hereditaria o pudiera comprarla. Esto no ocurre en ninguna otra profesión sanitaria.
Debe quedar claro que la dispensación del medicamento siempre debe hacerla un farmacéutico. Del mismo modo que un médico ve al paciente, al acto de dispensación le corresponde al farmacéutico, tanto si se hace en grandes superficies como en una farmacia. Para el usuario no supondría ningún problema. Saldría beneficiado de la liberalización porque ayudaría a bajar los precios, introduciría la competencia y con ésta suele triunfar el mejor servicio.
En España no. Pero la Comisión Europea envió un Dictamen Motivado en 2006 según el cual el modelo que tenemos va en contra del artículo 43 del Tratado constitutivo de la Unión Europea, que establece la libertad de establecimiento y la libre circulación de mercancías.
El modelo de liberalización de la farmacia permitiría mejorar la atención que recibe el cliente
Si, Reino Unido, Alemania y EE.UU.
Cercanía, proximidad y una competencia que ahora no existe. Nuestra propuesta es que cada farmacia pueda establecerse libremente. La idea de farmacia cambiaría y el farmacéutico podría vender medicamentos y proporcionar la atención farmacéutica con un control similar. No hablamos de vender chupetes en una gran superficie, sino de las técnicas del medicamento atribuidas al farmacéutico. La atención farmacéutica existe, está descrita, pero no se lleva a cabo. Pocas farmacias son capaces de llevarla a cabo porque no les interesa; no les sale económicamente rentable. En cambio, el modelo de liberalización de la farmacia permitiría que el cliente se beneficiase no sólo del precio, sino también de la atención que recibe.
Hay que tener en cuenta que hay una desproporción entre la ratio de habitantes que tienen las farmacias de las grandes ciudades y las farmacias rurales. Esta ratio se organiza por Unidades Territoriales Farmacéuticas (UTF). Esto significa que en una UTF de 80.000 habitantes puede haber 17 farmacias, mientras que en un pueblo de 500 habitantes puede haber una.
Exacto.
Se regularía solo. Somos la única profesión con limites en este aspecto. No tiene sentido, al igual que no lo tendría que no dejasen a un médico abrir una consulta porque tuviese cerca otra consulta de otro facultativo. El modelo de atención farmacéutica que tenemos no aporta ningún beneficio para el usuario de la farmacia, sino que sólo beneficia a los que ya tienen los establecimientos de farmacia.
Por supuesto, la farmacia no tendría tanto volumen de gente, se podrían abrir más farmacias, más pequeñas, y atender mejor a los usuarios.
Por ahora, la liberalización total de este modelo, que defiende una parte de los farmacéuticos, no pasa de ser un ideal. Este sector defiende que cada farmacéutico pueda abrir su propia farmacia sin los límites que impone el actual modelo en España. Frente a esto hay otra posibilidad: la adopción de un modelo más flexible y, quizá, también más factible en el contexto actual, en el que cualquier reforma partiría de un modelo de farmacia regulado.
Un ejemplo de este tipo de modelo intermedio, entre la regulación y la liberalización, es el navarro, que ha establecido una regulación de mínimos, y que en opinión de Norma Begoña Pérez, “ha sido estupendo”. Es de mínimos porque sólo establece la obligatoriedad de que haya un mínimo de una farmacia por cada 700 habitantes, aunque puede haber más. “Este criterio ha permitido abrir miles de farmacias”, apunta Pérez.
La contrapartida de este tipo de modelos que favorecen la apertura de más farmacias es que los farmacéuticos se encuentran con más competidores. Deben ser conscientes de que una oficina de farmacia ya no es “el negocio”, en el sentido de que “no se gana dinero a manos llenas”. Como todo negocio puede ir bien o mal. “Y muchos farmacéuticos aún siguen pensando que abrir una farmacia es como hacer oposiciones para notario, cuando tienen un negocio que deben cuidar y sacar adelante. “Eso es lo que deben mejorar”, concluye la especialista.