El frío intenso y la nieve ya forman parte de los paisajes montañosos. Muchos aficionados a las actividades en estos espacios se adentran en ellos, en ocasiones, sin la preparación ni el material adecuados. Así ponen en serio riesgo su salud y su integridad física. ¿Qué deben tener en cuenta para minimizar ese riesgo? ¿Cómo deben actuar en caso de perderse o sufrir un accidente? Juan Antonio Carrascosa, presidente de la Sociedad Española de Medicina y Auxilio de Montaña (SEMED), conoce las respuestas.
Sí, son diferentes en función de la actividad que se realiza en media o alta montaña. En invierno se practica esquí, que comprende distintas disciplinas, como el esquí nórdico (en pista), pero también de fondo y de travesía, que se pueden practicar en las montañas, en puntos alejados de cualquier centro sanitario. Por eso, hay que distinguir los riesgos según cada actividad.
En el senderismo, cuya dificultad técnica respecto al esquí de montaña es menor, suelen ser los propios de la naturaleza en la que se encuentra la persona. En invierno, los días son cortos y el tiempo en que se puede realizar una actividad en la montaña se debe limitar a ese espacio de luz. Tampoco se debe ir muy lejos, porque se puede sufrir un gran desgaste físico, con deshidratación añadida y pérdida de calorías por el frío. Todo esto conlleva un cansancio importante y, además, las condiciones del entorno pueden favorecer las pérdidas, que son uno de los principales accidentes en la montaña.
A pérdidas del trayecto que sufren las personas que se despistan porque no conocen de manera suficiente un tramo. El riesgo de pérdida en invierno es más peligroso que en verano, porque las temperaturas disminuyen muy rápido por la noche.
“En el senderismo, uno de los accidentes más comunes es la pérdida del camino, además de traumatismos, deshidratación y agotamiento”
Antes de hablar del botiquín, tendríamos que hacerlo del material imprescindible. Un montañero no sólo debe llevar ropa, sino también una mochila, una gorra, guantes, gafas para protegerse del viento y del sol, botas o calzado apropiado para caminar y, para las bajas temperaturas, una camiseta térmica, ropa de protección, cortavientos y otra capa más exterior, para vestirse en función de la actividad que se realice. Si ésta requiere un esfuerzo físico importante y se prevé que la camiseta térmica quedará sudada, debe llevar otra de repuesto para que la sudoración no genere problemas secundarios. Se necesita también ropa de abrigo, como un plumífero que aguante el calor. Y es fundamental el agua, porque se puede sufrir deshidratación, a pesar de que haga frío, y en invierno pocas veces se tiene en cuenta.
La alimentación es bastante pareja a la de otra estación. Si la actividad es de un día, hay que llevar agua, porque el principal factor de la deshidratación es la falta de agua y se acentúa con el cansancio, el sudor y el frío; hay que hacer un buen desayuno, no copioso pero sí lo bastante calórico para poder desarrollar una actividad física, y llevar comida rica en carbohidratos para los momentos de más exigencia. Tienen que ser carbohidratos de absorción rápida, como las típicas barritas, chocolate o frutos secos.
Si, porque a pesar de que el sol no luzca, sus radiaciones tienen una penetración más frecuente, al disminuir la capa de ozono y estar a más altura. Esto explica que la gente vuelva colorada tras un día en la montaña, aunque no haya hecho sol. Cuanto más alto se está, mayores son las lesiones solares, por lo que una crema solar será útil para evitarlas. Tampoco se debe olvidar el uso de protector labial, ya que se pueden cortar y aparecer lesiones como los herpes, debido al sol y a la sequedad de la mucosa.
El montañero que practica senderismo debe llevar consigo un botiquín de primeras curas para desinfectar, además de material estéril, como gasas y tiritas, para curar una herida; para casos de esguince son necesarias la vendas y paracetamol para el dolor de cabeza que, aunque no tenga demasiadas contraindicaciones, siempre debería recetarlo un médico.
El esquí de travesía o el alpinismo son actividades complicadas para las que se deben conocer dos técnicas: la de esquiar y la de alta montaña, ya que se trabaja sobre nieve. Esto significa que primero se debe conocer el estado de la nieve: si está helada, blanda, recién caída o no. El material que se debe llevar para realizar actividades de alta montaña también es especial: esquíes de travesía con pieles de foca sintéticas, ataduras especiales y un ARVA (acrónimo francés de “Appareil de Recherche de Victimes d´Avalanches”), es decir, un detector de sonidos que tiene un localizador para ayudar a encontrar a las personas que quedan sepultadas bajo un alud. Este aparato es un emisor y un receptor de sonidos. Es de suma importancia no olvidarlo, ya que con él un socorrista o miembros de Protección Civil pueden localizar mejor a las personas.
“Se debe ‘nadar’ dentro del alud para intentar llegar a la superficie y formar una cámara de aire que permita respirar”
Deben conocer bien los lugares (senderos y sitios) a los que vayan, no ir solas, calcular bien los horarios de los recorridos, estar informadas de los lugares más próximos, sitios de abrigo y llevar un mapa. Además, los teléfonos son útiles, ya que cada vez hay más cobertura en los Pirineos, Gredos y Sierra Nevada. No obstante, a veces el móvil da una falsa seguridad: uno puede llegar a pensar que ya está todo resuelto, cuando no es así. Todavía no hay cobertura en todas partes. Por eso se debe decir dónde se va exactamente. Y, si sucede algo, llamar al 112.
Si no va sola, alguien debe quedarse para asistirle y pedir ayuda. Lo mejor es no ir solo, sino en un grupo con capacidad, conocimiento del recorrido que se va a hacer y experiencia. No hay que separarse y, ante una de estas situaciones, es importante conocer los primeros auxilios.
Abrigar a la víctima, hidratar y estabilizar las fracturas y heridas que tenga para evitar que sangre, con una compresión continua. Después, hay que colocarle una venda. Insisto en que lo más importante, antes de salir, sobre todo si van una o dos personas solas, es decir de forma exacta dónde se va y en qué horarios. Así, si la persona no llega, la familia puede avisar a Protección Civil sin perder tiempo.
En la mayor parte de los accidentes que ocurren en la montaña están implicadas personas inexpertas. Los practicantes de alpinismo en media y alta montaña suelen estar muy bien preparados y los accidentes que tienen, en general, son inevitables. En cambio, en el caso del senderismo, uno de los accidentes más comunes es el desvío o pérdida del camino -porque la gente que lo practica lo desconoce, empeora el tiempo y se pierde- junto a los traumatismos, la deshidratación y el agotamiento. Todos son más previsibles y propios de personas sin experiencia o sin el material adecuado. Ahora, en invierno, estas situaciones se complican más por las bajas temperaturas.
Hay que tener la suficiente capacidad física y técnica para la actividad que se va a realizar, el suficiente material para llevarla a cabo y conocimiento de lo que se va a hacer. Hay que saber decir “no” si las cosas se tuercen. La montaña siempre está ahí y podemos volver otro día. Pero si sufrimos un accidente, puede que no volvamos nunca.
¿Qué debe hacer una persona si queda sepultada bajo un alud? Aunque es complicado, “teóricamente se debe ‘nadar’ dentro del alud. Es como ir en una ola en la que se debe intentar llegar a la superficie, a fin de quedar sepultado con la menor cantidad de nieve posible”, explica Juan Antonio Carrascosa. En el momento en que esto sucede, se puede formar una cámara de aire que permita al accidentado respirar y mantenerse con vida. Aunque sea difícil, dentro del mismo alud, debe intentar abrigarse al máximo con la ropa que lleve para el frío, es algo fundamental.
Las personas que hayan quedado fuera de la avalancha de nieve deben avisar a los equipos de rescate lo antes posible, ya que el tiempo es un factor clave para encontrar al accidentado con vida -cuanto más tiempo transcurre, más difícil es- y fijarse en qué punto ha desaparecido. “Éste es un factor importantísimo para los rescatadores”, destaca Carrascosa.
Pero, sin duda, el montañero no debe olvidar nunca el ARVA, en previsión de que pueda sorprenderle un alud, ya que este dispositivo evita que se tenga que buscar “una aguja en un pajar”. Sus compañeros pueden ponerlo en modo de recepción, para recibir las señales que envía el aparato del accidentado sepultado y ayudar a localizarle a los equipos de rescate que, además, trabajan con perros y varillas.