“La vuelta a la normalidad va a plantear muchos retos para la sociedad en los próximos meses”, afirma Natalia Pedrajas (Valencia, 1984). Licenciada en Psicología por la Universidad Complutense de Madrid (UCM), doctora en Estilos de vida saludable y experta en terapia cognitivo-emocional-conductual, dirige desde hace años una plataforma que cuenta con 400 profesionales —especialistas en distintos campos— y se dedica a la terapia psicológica a domicilio. En esta entrevista repasa los problemas emocionales más comunes que está dejando la pandemia de COVID-19 y da algunas pautas para poder afrontar la vuelta a la normalidad.
¿Cómo surgió la idea de la atención psicológica a domicilio?
Apoyo Psicológico en Casa nació hace más de 10 años. Mi compañera Carla Rodríguez y yo estábamos convencidas de que la psicología podía practicarse en otros escenarios y con nuevos modelos de intervención. Empezamos a ir directamente a las casas de algunos pacientes para tratarlos de una manera muy profesional, pero también muy cercana. Por otro lado, creíamos que con esta iniciativa proveíamos de oportunidades laborales a otros psicólogos que quisieran potenciar una nueva forma de trabajo. Luego fuimos creciendo y conseguimos más clientes por el boca a boca. Es necesario hacerlo bien desde el principio para acumular recomendaciones positivas que hacen las familias que trabajan contigo y así seguir creciendo y aprendiendo.
¿Ha crecido el número de pacientes durante el confinamiento?
Durante el confinamiento han crecido muchísimo las consultas online. Todas las consultas que teníamos en casa se han trasladado a la pantalla del ordenador. A partir de la cuarta semana del estado de alarma, empezamos también a atender a los menores a través de videoconferencias, que siempre había estado un poco en entredicho y no se había experimentado de una manera tan masiva. Estamos ayudando así a los padres y las madres y a sus hijos e hijas desde la terapia online. Probablemente, las consultas online han crecido más de un 40 %.
¿Estos días han hecho alguna visita presencial o este servicio se ha paralizado?
Hay terapeutas que viven solas que han decidido atender urgencias de manera presencial en el domicilio de las personas: por ejemplo, cuando se produce un ataque de pánico, un ataque de ansiedad, una ideación suicida, una problemática de agresión… difíciles de atender de manera online y que, muchas veces, requieren de la participación de otros agentes como la Policía o el SAMUR. Son minoritarias y cumplen con todas las medidas de seguridad necesarias. Yo soy una de ellas.
¿Cuáles han sido los problemas mentales surgidos de la COVID-19?
Tenemos que partir de la base de que la ansiedad y la depresión crónica venían siendo los dos malestares psicológicos que más padecían las personas antes del confinamiento en España. Esos datos han seguido prevaleciendo en las encuestas nacionales de salud mental. Y continúan. Con el confinamiento, esa ansiedad y depresión, que vienen por una acumulación y unas circunstancias personales anteriores, ahora pueden agudizarse por problemas de pareja, problemas con los hijos o duelos no resueltos. Cada uno de nosotros llevamos una mochila con la que recorremos nuestras vidas y, de repente, ha llegado un tsunami llamado COVID-19 y esa mochila se ha hecho mucho más pesada.
Convivir es difícil. ¿A muchas parejas el coronavirus les pasará factura?
Sí, en dos direcciones. La más difícil y más dramática es darse cuenta de que ya no pueden funcionar conjuntamente, que no pueden colaborar como equipo, que no pueden superar la crisis y que, de alguna forma, se molestan y no se ayudan. Son situaciones críticas y se les ha puesto un espejo delante en el que se tienen que mirar todos los días porque no se pueden ir a ningún lado. La otra dirección es aquellas parejas que se ponen manos a la obra con acompañamiento terapéutico y que salen de la situación reforzados. Lo más interesante de las relaciones interpersonales no es evitar el conflicto. Los conflictos van a estar y van a existir en la convivencia, en el trabajo, en el cuidado de los hijos… sino que lo relevante de los conflictos es cómo se resuelven, que una pareja salga empoderada de una situación crítica.
Los que más han sufrido son las personas mayores. ¿Cómo pueden ayudarlas?
Tenemos que estar muy orgullosos de ellos. Son una fuente de sabiduría absoluta. Han visto la vida pasar con tantas circunstancias, y algunas igual de dramáticas que las que vivimos ahora, que tiran de los recursos anteriores que tenían. Se preguntan: ¿cómo superé yo esto en algún momento anterior de mi vida? Tienen muchos más recursos de los que pensamos. Otros no tienen esas herramientas o se les han olvidado o están enfermos. Tenemos que protegerlos muchísimo a nivel de salud física (con las medidas de seguridad que hemos visto en la pandemia) y, por otro lado, necesitan una protección a nivel emocional y social. Todo lo que podamos hacer a través de las redes sociales para acompañarlos, incluso desde los balcones, será muy útil para que el distanciamiento físico no se convierta en un distanciamiento emocional. Hay problemas de aislamiento y, sobre todo, de sentimientos de inutilidad. ¿En que soy útil ahora?, se preguntan. No puedo ayudar a mis hijos en el cuidado de mis nietos, no puedo ir al huerto, no puedo arreglar cosas… Realmente más que de soledad es una cuestión de sentimientos de utilidad. Tienen un gran reto por delante. Hay iniciativas maravillosas de las familias que les mandan móviles y tabletas, por lo que ellos empiezan a utilizar las nuevas tecnologías por primera vez. Ahora que pueden salir de paseo un kilómetro durante una hora podrán fortalecer su sistema inmune. Hay que estar muy encima de ellos.
¿Qué retos han tenido que afrontar con los niños?
El otro día, hablando con una persona a la que atiendo, me decía que lo peor que están viviendo los niños de la desescalada es el hecho de ver a sus amigos en algún lugar, o cruzarse con ellos, y no poder darse un abrazo. Esta es una huella emocional en ellos: ahora no puedo tocar, ni besar, ni abrazar, ni jugar. Esto es a lo que más les cueste adaptarse. En general, la huella emocional que se quede en los hijos dependerá mucho de la huella que también aparezca en sus padres, porque son prácticamente un calco directo de quien tienen de referente en casa. No es cuestión de la edad, sino de los modelos de su alrededor. Por eso es tan importante pedir ayuda, no solo por ti, sino por la responsabilidad hacia los miembros más pequeños de la familia en cuanto se detecten problemas.
Vamos a volver a una tasa de paro muy alta. ¿Cómo se verán afectados los desempleados?
Sin duda hay un agujero social y económico, cada vez más profundo, que tienen que ver con los niveles socioeconómicos que se desencadenarán a partir de esta crisis. Los desempleados van a tener un reto mayor que las personas que trabajan. Mantener el empleo es un signo o una ayuda para sobrevivir mejor. Si no puedes trabajar, has cerrado tu empresa, tienes pérdidas y no ves el final del túnel, el reto es vivir con muchas dificultades en el día a día. Las preocupaciones, los nervios, el estrés o la ansiedad afectan tanto a la salud mental como a la física.
En la plataforma existe un espacio terapéutico para personas sin recursos. ¿A qué llaman tarifas sociales?
Cuando empezó el estado de alarma decidimos solo aplicar las tarifas sociales, en el sentido de que cualquier paciente que nos llegara se beneficiara de un coste reducido. Eso ha ayudado bastante, pero aún así no deja de ser un recurso que no todo el mundo se lo puede permitir. Por eso, en el equipo, una vez a la semana hacemos reuniones grupales gratuitas, donde participamos varias terapeutas. Los pacientes nos mandan preguntas y las respondemos. Y esto ayuda a muchas personas. Esa sesión queda grabada y, preservando el anonimato, se lanza a redes sociales para que quienes no hayan podido participar en directo lo puedan ver en diferido en nuestra web.
¿Uno de los problemas más graves en la población esta temporada ha sido conciliar el sueño?
La higiene del sueño se ha visto totalmente alterada. Hay dos tipos de insomnio: el de conciliación (me cuesta dormir) y el de mantenimiento (no descanso muchas horas seguidas y me despierto en mitad de la noche). Es una de las primeras alteraciones que podemos ver en las personas con elevados índices de ansiedad y estrés. Y además, como los horarios son un poco más desorganizados, aunque pongamos rutinas, tienden a flexibilizarse lo que es normal y recomendable. La higiene del sueño, junto a otros factores como los hábitos de alimentación, son indicadores esenciales para la salud física y mental.
¿Algunos consejos para la vuelta a la normalidad?
O a la nueva normalidad. El principal: no hay que llegar a estar muy mal anímicamente para pedir ayuda. Desde el primer momento en el que alguien empiece a darse cuenta de que podría ser bueno chequearse a nivel emocional, psicológico, consultar dudas o inquietudes, expresarse con alguien… hay que pedir ayuda, es fundamental. Si tardamos mucho, y estamos en el momento más crítico, las brechas y heridas emocionales son más grandes y difíciles de coser. La segunda cuestión es el autocuidado. Muchas mujeres adultas nos dedicamos al cuidado externo a los demás (a los hijos y a los mayores), pero atendemos muy poco al autocuidado personal que significa tener tu espacio, tu lugar terapéutico, de relajación, de actividades, de estar contigo misma para que la cabeza no esté puesta en la crisis, en los problemas familiares, en la ansiedad y los pensamientos negativos. Hay que centrarse en la recuperación más interna. Las herramientas de relajación y respiración deben incluirse, y ahora más, como imprescindibles en la vida de las personas.