La depresión es el trastorno mental más frecuente en el mundo. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), afecta a unos 350 millones de personas. La prevalencia oscila en España entre el 5 % y el 10 % de la población y, según los especialistas, podría ser superior, ya que estiman que hay muchos casos que no están diagnosticados. Dar a conocer esta realidad y las implicaciones de una dolencia que implica un alto grado de incapacidad es el objetivo del Día Europeo de la Depresión. Ana Catalán, psiquiatra del Hospital Universitario de Basurto (Bilbao) y profesora de la Universidad del País Vasco (UPV-EHU), apunta en esta entrevista algunas claves sobre esta enfermedad que, como otras relacionadas con la salud mental, sigue arrastrando cierto estigma social.
¿Por qué se produce la depresión?
Sabemos algunas causas, pero no todas. Todavía queda por investigar. La depresión se produce por unos factores que se van sumando, uno de los cuales es la vulnerabilidad. Hay personas que son más susceptibles a padecer depresión, igual que otras lo son a padecer diabetes. A partir de esa vulnerabilidad, hay otros factores externos que influyen, como el estrés, algunos duelos complicados o el consumo de tóxicos.
Se utiliza con frecuencia al expresión ‘estoy depre’ para señalar un bajón del estado de ánimo, pero la depresión es mucho más que un bache emocional, ¿no?
Va bastante más allá de tener un bajón anímico un día concreto, que es algo que sufrimos todos porque forma parte de la normalidad. La persona que pasa por una depresión es incapaz de hacer las actividades de la vida cotidiana, incluso lo más sencillo, como meterse a la ducha.
¿Hay alguna vinculación entre el acoso laboral o escolar y la depresión?
Hay una asociación clara porque el acoso laboral o el acoso escolar es un estrés añadido a la vida diaria. Por supuesto, que son factores que influyen, pero siempre en personas que, por el motivo que sea, presentan una vulnerabilidad a padecer este tipo de trastorno. No todo el mundo que sufre acoso en el trabajo va a tener una depresión, pero es verdad que hay un porcentaje importante que sí la sufrirá.
¿Influyen también factores socioeconómicos? ¿Es más frecuente en la ciudad que en el campo, por ejemplo?
Sí, las enfermedades mentales, entre ellas la depresión, se dan mayormente en las ciudades y en estratos sociales económicamente más vulnerables. El dinero no da la felicidad, pero ayuda a paliar algunas dificultades que uno tiene en el día a día. Por otra parte, el estrés que genera la ciudad, mayor que el del campo, también influye. Además, está demostrado que el contacto con la naturaleza ayuda al bienestar mental. Es algo que también podemos aconsejar a nuestros pacientes: que disfruten de la naturaleza.
¿Por qué la enfermedad es más común en las mujeres que en los hombres?
La prevalencia de la depresión en mujeres es casi el doble que en hombres. El motivo no es único. Por un lado, tiene que ver con las características biológicas y hormonales de las mujeres. Por otra parte, influye que la sociedad trate de forma distinta a hombres y a mujeres y les exige a ellas más responsabilidades. Aunque ha mejorado en los últimos años, sigue existiendo una presión hacia el rol de la mujer y su papel de cuidadora en la sociedad que influye en que haya más depresión en las mujeres. Además, se ha dicho tradicionalmente que acuden antes que los hombres a pedir ayuda en situaciones de vulnerabilidad y tristeza. Puede ser que esto todavía condicione socialmente al hombre y no acuda con tanta facilidad a la consulta.
¿Hay cada vez más casos de depresión o es que se detecta y diagnostica mejor de lo que se hacía antes?
Las dos cosas. Se detecta mejor, sin lugar a dudas, porque la población dispone de más información, tiene más conciencia de la importancia de solicitar ayuda y acude antes al médico. Por otro lado, también el tipo de sociedad en la que vivimos, con tanto estrés y problemas añadidos, está aumentando el porcentaje de cuadros depresivos.
¿La depresión se cura?
Sí, es una de las enfermedades que los psiquiatras vemos mejorar y comprobamos cómo desaparece el episodio depresivo y el paciente recupera la situación previa. Es motivador poder tratarla adecuadamente y tener la esperanza de que pueda ceder. Otra cosa es que en un pequeño porcentaje de pacientes se den más episodios a lo largo de la vida.
¿Qué importancia tiene la detección precoz en la evolución de la enfermedad?
Como en cualquier otra patología, psiquiátrica o física, cuanto antes la abordemos es mucho más fácil de tratar y las posibilidades de que el pronóstico sea bueno aumentan. Cuando algo está más enconado y cronificado, el tratamiento es más difícil.
¿Qué hábitos de vida pueden contribuir a salir de la enfermedad?
No me gusta dar consejos genéricos porque depende de la persona a la que te diriges, pero el sentido común tiene un papel importante. Ayuda llevar una vida ordenada o hacer ejercicio físico. En mis consultas suelo recomendar muchísimo el ejercicio porque mantener bien el cuerpo ayuda a conservar bien la mente. No hay una cosa sin la otra. Por supuesto, no consumir alcohol ni drogas, alimentarse adecuadamente y llevar una vida social activa reportan un beneficio.
Pero habrá pacientes que serán incapaces de hacer esas actividades, ¿no?
Cuando una persona está deprimida no se le puede pedir que haga todo esto porque, como decíamos, la depresión va más allá. Salir de la enfermedad no tiene que ver con la voluntad.
¿Qué puede hacer el entorno, la familia, los amigos de una persona que sufre depresión?
Adoptar la misma actitud que tendríamos ante una persona que está atravesando un proceso patológico de otra índole. Lo fundamental es apoyar y no presionar, que a veces nos cuesta mucho a todos. Conviene evitar consejos como ‘anímate’ o ‘el que quiere puede’. Son mensajes culpabilizadores porque vienen a decir que la persona deprimida no sale de la enfermedad porque no quiere o porque no es lo suficientemente fuerte. Hay personas con muchísima fortaleza que pueden sufrir episodios depresivos muy graves.
¿Siempre es necesaria la medicación en el tratamiento?
No, tiene que ver con la gravedad de la enfermedad. Hay depresiones leves o moderadas que pueden tratarse con psicoterapia exclusivamente, pero en la depresión grave sí se necesita la medicación.
¿Sigue siendo una enfermedad estigmatizada?
Sí, pero menos que antes. Todas las enfermedades que tienen que ver con la salud mental siguen estigmatizadas. Probablemente, la depresión y la ansiedad sean de las que menos porque son más conocidas. Desestigmatizar la enfermedad mental es muy importante y en ello debemos trabajar todos: pacientes, profesionales y la sociedad en general.
¿Cómo puede contribuir a normalizarla que personajes famosos hayan hecho público que han sufrido depresión?
Ayuda, sin duda, porque las personas se identifican con esas figuras que tienen cierto éxito social al comprobar que también ellas pueden atravesar un cuadro de estas características. Los testimonios de famosos ayudan a humanizar la enfermedad, a ponerle cara. Un enfermo puede ver que no está solo y eso es muy importante porque, a veces, puede sentir vergüenza al decir que está pasando por una depresión.
¿Las nuevas tecnologías pueden servir para abordar mejor la depresión?
Ya se utilizan para monitorizar mediante un cuestionario los síntomas del paciente en el día a día. Eso permite al profesional que le atiende estar al tanto de los cambios que se producen en la vida real y saber a qué están asociados. Por otro lado, puede servir también para acompañar a esa persona y aconsejarle actividades que le ayuden. No nos queda otro remedio que adaptarnos a los nuevos tiempos y aprovechar las nuevas tecnologías en nuestro beneficio.
La complicación más grave de la depresión es el suicidio. Los estudios señalan que la enfermedad está presente en el 50 % de los suicidios consumados. En España no existe un plan nacional que prevenga esta lacra, pero sí se han puesto en marcha estrategias para abordar el problema, especialmente desde los servicios de psiquiatría de los hospitales. Ana Catalán apunta que “el primer paso en la prevención es hablar de ello”.
Nombrar la palabra ‘suicidio’ ha supuesto un cambio radical; hasta hace unos años se creía que hablar de esta realidad podía fomentar los intentos. Sin embargo, ahora se sabe que ocurre todo lo contrario, explica la especialista del Hospital Universitario de Basurto: “Los profesionales tenemos claro que hay que preguntar para saber lo que las personas sienten y padecen, y si existe un riesgo real o no de suicidio”.
De hecho, uno de los síntomas que se valora en psiquiatría para diagnosticar la depresión son los pensamientos recurrentes de muerte, ideación suicida o tentativa de suicidio. Si el profesional de salud mental ve que el riesgo es real, “se pueden tomar medidas adicionales, como una monitorización más estrecha de esa persona o incluso un ingreso, si vemos que es una idea inminente y hay que protegerla en un ambiente más controlado”, explica la doctora Catalán.