La vitamina D pertenece al grupo de las vitaminas liposolubles y como tal puede almacenarse en el organismo. Las vitaminas son sustancias necesarias para la vida que hay que suministrar a través de la dieta, por lo que si se tiene en cuenta esto, el término vitamina D sería erróneo, ya que además de ingerirla a través de los alimentos el organismo puede sintetizarla por acción de los rayos solares a partir de unas moléculas intermediarias en la biosíntesis del colesterol.
¿Cuáles son sus funciones?
Las moléculas precursoras de la vitamina D son el 7-dehidrocolesterol presente en los tejidos animales y el ergosterol que contienen los tejidos vegetales. Para convertirse en provitaminas D3 y D2 necesitan la acción del sol y al final en el organismo, en concreto en el riñón, se producen las formas metabólicamente activas, el calcitriol y el ercalcitriol.
Las formas activas de la vitamina D actúan en el intestino favoreciendo la absorción de calcio y fosfato y en el riñón estimulando la reabsorción tubular de calcio, por lo que contribuyen en la mineralización de los huesos y los dientes. La vitamina D moviliza también los depósitos de calcio de los huesos para mantener un nivel adecuado de este mineral en la sangre.
Estudios realizados en los últimos años han relacionado la vitamina D con un posible papel protector frente a enfermedades como la artritis reumatoide, la esclerosis múltiple y el cáncer de colon.
¿Cuáles son las recomendaciones de ingesta diaria?
Las necesidades diarias de esta vitamina son de 5 microgramos (mcg) para las personas adultas. En los niños hasta los 6 años de edad, así como en las mujeres embarazadas y en periodo de lactancia las recomendaciones se duplican (10 mcg) para favorecer un desarrollo óseo y un crecimiento adecuado. La exposición al sol de cara y brazos varias veces por semana junto con la ingesta de vitamina D a través de los alimentos parece suficiente para cubrir estas necesidades.
¿En qué alimentos abunda?
La mejor fuente alimentaria de vitamina D es el aceite de hígado de pescado. Podemos encontrarla también en menor cantidad en el pescado azul, la yema de huevo, el hígado, los lácteos enteros o enriquecidos, la mantequilla y la nata. La vitamina D presente en los vegetales se encuentra en forma de ergosterol que se suele utilizar en la elaboración de suplementos y como aditivo en los alimentos. El calentamiento de los alimentos o su almacenamiento por un periodo largo de tiempo no suele influir en la estabilidad de esta vitamina.
¿Cómo se detecta la deficiencia?
La deficiencia de vitamina D origina en los niños raquitismo y en los adultos osteomalacia. Además puede contribuir al desarrollo de la osteoporosis debido a la importancia de su presencia para que el calcio se fije correctamente en los huesos.
Raquitismo
El raquitismo es una enfermedad que se caracteriza por la malformación de los huesos causada por una deficiente mineralización como consecuencia de una ingesta inadecuada de vitamina D. Entre los grupos más vulnerables se encuentran los niños que viven en países donde la exposición al sol es limitada, sobre todo si son de piel oscura, y los que presentan malabsorción. Para prevenir el raquitismo es recomendable que el niño reciba la luz solar con regularidad o si esto no fuera posible suplementar la alimentación con vitamina D, siempre bajo prescripción médica.
Osteomalacia
En el adulto la deficiencia de vitamina D se manifiesta como osteomalacia, caracterizada por un debilitamiento de los huesos que puede originar deformaciones, sobre todo en las extremidades, la columna, el tórax y la pelvis. Los síntomas más frecuentes son el dolor de tipo reumático y la debilidad general, que en muchos casos se confunden con los síntomas de la osteoporosis. Las personas mayores con dietas inadecuadas y que no salen de casa o aquéllas que cubren de ropa todo el cuerpo, como las mujeres de ciertas religiones, tienen más posibilidades de padecer esta enfermedad que suele desaparecer tras un tratamiento con suplementos de vitamina D.
Posible toxicidad
Dado que la vitamina D se almacena en el organismo, una ingesta excesiva puede ocasionar con el tiempo problemas derivados de su toxicidad. Los signos más característicos de la hipervitaminosis D son la calcificación excesiva en huesos y en tejidos blandos como el riñón y el pulmón, la formación de cálculos renales y también son frecuentes los dolores de cabeza, las náuseas y los vómitos. Los suplementos de vitamina D no son necesarios salvo en circunstancias en las que la exposición sol no es posible, pero siempre han de tomarse bajo supervisión médica.