La leche y sus derivados son alimentos completos, saludables y convenientes de incluir diariamente en nuestra alimentación. Sin embargo, se sabe que en ciertas situaciones como procesos gripales o catarrales, así como en determinadas alergias, en las que es frecuente que se produzca un exceso de mucosidad, moderar el consumo de lácteos puede contribuir a la desaparición de este síntoma, por lo que el malestar se reduce.
¿Por qué aparece la mucosidad? La mucosidad generalmente aparece como consecuencia de gripes, catarros, alergias… Estos procesos tienen además muchos otros síntomas como fiebre, dolor de cabeza, tos, irritación de garganta, etc. Sin embargo, el exceso de mucosidad es el síntoma predominante y sin duda uno de los más molestos. La mucosidad puede tener un aspecto líquido que tiene como consecuencia un incómodo y constante goteo. En otras ocasiones hay una producción mayor de moco, y éste exceso puede provocar una congestión nasal que dificulta la respiración. La congestión nasal aparece como consecuencia de la inflamación de la membrana mucosa que tapiza el interior de las cavidades nasales y que da lugar a la producción aumentada de mucosidad. Un modo muy sencillo de evitar que las mucosas se sequen es propiciar un ambiente húmedo mediante la utilización de humidificadores, así como mantener una ingesta de líquidos adecuada, ya que de este modo se favorece que las secreciones de moco se fluidifiquen evitando la congestión. Y además hay que tener en cuenta que existen alimentos que se consideran generadores de mucosa, como es el caso de los lácteos, que aumentan y espesan la mucosidad, por lo que su consumo ha de moderarse cuando se sufra éste tipo de síntomas.
Influencia de los lácteos La leche es un alimento rico en proteínas de alta calidad. Además es una excelente fuente de calcio y de vitaminas liposolubles, concretamente vitamina A y D, así como de ciertas vitaminas del grupo B. Los derivados lácteos entre los que se incluyen alimentos como el yogur, los batidos, la cuajada, los helados, el kefir o el queso, son alimentos de fácil digestión y consumo. Al igual que la leche, están especialmente recomendados en periodos de crecimiento y desarrollo, como la infancia y la adolescencia, así como en situaciones fisiológicas concretas como son el embarazo y la lactancia. El consumo de estos productos ayuda además, al buen mantenimiento de los huesos en personas adultas y ancianos. Todo estas propiedades hacen que los lácteos sean alimentos a incluir de forma diaria en nuestra dieta.
Sin embargo, pese a todas las cualidades, existen situaciones en las que se aconseja que el consumo de estos alimentos sea moderado. Este es el caso de la producción excesiva de mucosidad. Los productos lácteos son considerados alimentos que favorecen la producción de moco, por lo que disminuir su consumo puede mejorar este síntoma. Algunos estudios afirman que una de las causas del exceso de mucosidad es el pH excesivamente ácido de algunos derivados lácteos como el yogur, mientras que otras fuentes señalan a las proteínas presentes en la leche de vaca como causantes de las mucosidades nasales excesivas. Aunque existe un cierto desconocimiento sobre la relación directa de los lácteos en el aumento de la mucosidad, lo que sí se sabe es que al moderar o restringir la presencia de productos lácteos en la dieta, la cantidad de mucosidad disminuye de forma importante, por lo que se facilita la desaparición de la congestión nasal, y se mejora la respiración.
Alimentos mucolíticos Alimentos como el ajo, la cebolla o los puerros están especialmente indicados en casos de exceso de mucosidad, ya que poseen efectos expectorantes y mucolíticos, es decir, tienen la propiedad de disolver o destruir la mucina, un mucopolisacárido o glucoproteína constituyente principal del moco, gracias a la presencia en su composición de compuestos azufrados. Esto hace que contribuyan a que la congestión nasal desaparezca, facilitando de este modo la respiración. Es aconsejable además, llevar a cabo una dieta rica en líquidos que ayude a eliminar las mucosidades, así como propiciar un ambiente húmedo mediante el uso de humidificadores. De éste modo se puede conseguir que los catarros y las alergias sean un poco menos molestos y no impidan llevar a cabo las actividades cotidianas habituales.