Los alimentos dulces suponen una tentación para la gran mayoría de las personas y, en general, su consumo se ve acentuado durante la niñez y la adolescencia. En algunos casos los padres y madres los utilizan a modo de recompensas o premios que ofrecen a sus hijos, convirtiendo a los dulces en alimentos habituales de su dieta. Al llegar a la adolescencia estos hábitos son difíciles de desterrar y aunque no es necesario eliminar la presencia de dulces de la alimentación, sí conviene su consumo esporádico.
Consecuencias del abuso de dulcesDiversos estudios nacionales sobre hábitos alimentarios en niños y adolescentes, coinciden en el consumo excesivo de este sector de población de chucherías, bollería industrial y todo tipo de dulces. Los medios de comunicación, las modas y la falta de tiempo, entre otros factores, hace que niños y adolescentes, cada vez con más frecuencia, sustituyan un almuerzo o merienda equilibrados, compuestos por ejemplo por fruta, zumos, derivados lácteos, bocadillos o sándwiches variados etc., por productos de alto aporte calórico y elevadas concentraciones de azúcares simples, que además están prácticamente exentos de vitaminas, minerales y fibra.
El abuso de los dulces puede tener consecuencias sobre la salud de la población infantil y juvenil. La elevada concentración de azúcares simples que presentan dichos alimentos favorece la aparición de caries, ocasiona problemas de exceso de peso, aumenta el riesgo de desarrollo de diabetes mellitus en la edad adulta y contribuye a reducir la concentración de nutrientes de la dieta, por lo que aumenta la probabilidad de deficiencias nutricionales. En general, estos alimentos pueden considerarse fuente de calorías vacías ya que apenas aportan otros nutrientes (proteínas, vitaminas, minerales o fibra), salvo hidratos de carbono simples. Además, como consecuencia del abuso de dulces, es frecuente que durante la adolescencia tengan lugar deficiencias de vitaminas B1 (Tiamina) y B2 (Riboflavina).
Mayor requerimiento de vitaminas B1 y B2La tiamina y la riboflavina son vitaminas hidrosolubles, es decir, son solubles en agua y forman parte de las vitaminas del grupo B. Ambas desempeñan importantes funciones, entre ellas la de actuar como cofactores de diferentes sistemas enzimáticos relacionados con la obtención de energía a partir de los hidratos de carbono o azúcares. En todos los alimentos dulces abunda un ingrediente común, el azúcar refinado, al igual que en galletas, bollería, pastelería, etc. Por tanto, tomar con frecuencia y en cantidad abundante este tipo de productos, hace que el organismo necesite un aporte extra de vitamina B1 y B2. Además, durante el proceso de elaboración de los alimentos refinados, se elimina la parte del grano del cereal más rica en dichas vitaminas. El refinado también provoca una pérdida en el contenido de otras vitaminas y minerales además de hacer que un porcentaje importante de la fibra presente de forma natural en el alimento se elimine.
Dieta equilibrada para evitar deficienciasEn algunos casos la deficiencia de vitaminas B1 y B2 se puede manifestar con estados de apatía, fatiga y debilidad, entre otros. Y en concreto la carencia de vitamina B2 en la dieta puede provocar trastornos oculares, bucales y cutáneos.
Llevar a cabo una alimentación sana y equilibrada, resulta suficiente para obtener las cantidades necesarias de tiamina y riboflavina. Son alimentos ricos estas vitaminas, la levadura de cerveza, los vegetales de hoja verde, el germen de trigo, los frutos secos y las legumbres, así como los cereales integrales o enriquecidos. En la carne de cerdo y las vísceras abunda la tiamina y en los lácteos la riboflavina.