Un gesto tan común como dar la mano puede llegar a convertirse en un martirio para las personas que padecen hiperhidrosis. Tanto, que incluso pueden llegar a sufrir graves problemas sociales y laborales. Este trastorno, de origen desconocido, provoca un exceso de sudor incontrolado en las palmas de las manos: es como si estuviesen mojadas y goteasen. Los afectados llevan siempre consigo un pañuelo de tela o de papel para secárselas continuamente.
A nadie le gusta que le suden las manos. La situación se convierte en preocupante cuando ese sudor supone una limitación en el trabajo o a la hora de relacionarse con los demás. Así, es frecuente que estas personas oculten sus manos, se retraigan a la hora de estrechárselas a un amigo o conocido, o se aíslen en su casa y eviten salir siempre que pueden.
La hiperhidrosis es una enfermedad del sistema nervioso simpático (el involuntario, el que no se puede controlar) que origina una sobreestimulación de las glándulas sudoríparas del cuerpo. Además de las manos, otras zonas donde se localiza este sudor excesivo son los pies, las axilas, la cara y el cuero cabelludo.
Tratamientos
Los pacientes recurren a diversos medios para intentar contrarrestar el sudor. Lo malo es que en muchas ocasiones no dan su fruto. Hay tratamientos conservadores (productos secantes, medicamentos y métodos físicos, como la iontoforesis) y quirúrgicos. La operación más eficaz es la simpatectomía torácica endoscopia. Sus resultados son positivos en un elevado porcentaje de casos.
El cirujano torácico Antonio Fernández de Rota, del Hospital Carlos Haya de Málaga, explica que la operación consiste en la extirpación de los ganglios simpáticos torácicos mediante la cirugía endoscópica, técnica que se hace a través de pequeñas incisiones con la ayuda de cámaras e instrumental de pequeño calibre.
Reducidas incisiones
Los pasos que se dan en este proceso quirúrgico, una vez que el paciente ha superado las pruebas preoperatorias, son los siguientes: primero, se da anestesia general al enfermo y se intuban selectivamente los dos pulmones; seguidamente, el cirujano practica dos pequeñas incisiones en cada una de las regiones axilares. Por esos diminutos agujeros se introduce el instrumental quirúrgico y se procede a la extirpación de uno o dos ganglios simpáticos de cada axila. Lo habitual es que los pacientes abandonen el hospital a las 24 ó 48 horas de haber pasado por el quirófano.
La intervención presenta algunos efectos secundarios, que deben ser explicados. «Nosotros siempre les comentamos a los pacientes con claridad las ventajas de la operación, pero también les decimos que en el 50% de los casos suele aparecer lo que se denomina sudor compensatorio en otras zonas del cuerpo distintas a las manos: espalda, abdomen, muslos, etcétera», afirma Fernández de Rota.
Porcentaje de éxito
El cirujano torácico precisa que «los resultados de la simpatectomía torácica realizada por videotorascopia para el tratamiento de la hiperhidrosis tiene un 90-95% de éxito. Una vez terminada la operación, el paciente nota ya las manos calientes y secas, y esto de una manera permanente».
La opinión de algunas personas operadas es algo diferente. Marta, que fue intervenida hace tres años en el hospital catalán de Bellvitge, reconoce que su situación ha mejorado bastante, aunque comenta que la mano izquierda ha vuelto a sudarle. «El sudor es menor que el que tenía antes, pero temo que se incremente y que vuelva a surgirme también en la mano derecha». Añade que sufre el sudor compensatorio en la espalda, abdomen y muslos, sobre todo cuando practica ejercicio. «El cirujano no me informó de que la intervención tenía ese efecto secundario», subraya Marta. «La operación es una alternativa buena, pero hay que conocer en profundidad los pros y los contras», añade.
Roberto, un joven de 23 años que fue intervenido en el Hospital Gregorio Marañón de Madrid, destaca que se le ha quitado por completo la sudoración de las palmas de las manos, pero le ha surgido un sudor incontrolado y excesivo en la espalda. «Las manos las tengo secas por completo, incluso demasiado, lo que hace que se me escamen y deba utilizar cremas hidratantes. Por ese lado, estoy satisfecho, pero por otro es horrorosa la cantidad de sudor que me recorre la espalda. La ropa se me empapa en seguida; lo paso muy mal cuando hace calor. Y lo peor es que sé que es algo irreversible», apostilla.