Tener una mascota no tiene por qué dar problemas sanitarios, pero exige cuidados. Las enfermedades de transmisión más frecuentes de mascotas a humanos son las causadas por parásitos intestinales que se encuentran en las heces de los animales y entran en nuestro organismo por la vía fecal-oral, al ser lamidos o al tener la piel en contacto con tierra o arena contaminadas, según un reciente estudio de la Facultad de Veterinaria de la Universidad Complutense de Madrid.
Las patologías transmitidas a humanos por sus mascotas más conocidas son la hidatidosis (por la ingestión de huevos de Echinococcus de perros parasitados) y la toxoplasmosis (que transmiten los gatos). Pero no son las únicas, y algunas de ellas tienen una presencia que exige no descuidar las medidas de control.
El último censo nacional registra 4,3 millones de perros y 3 millones de gatos en los hogares españoles. Más del 30% de ellos pueden albergar algún parásito intestinal, según el estudio de la Complutense.
Desparasitación periódica
«Esto no quiere decir que perros y gatos deban ser erradicados de nuestras ciudades, sino que deben estar bien controlados con medidas de prevención que funcionan. La principal es la desparasitación periódica del animal», indica la doctora Guadalupe Miró, que ha dirigido el estudio y es profesora titular de Parasitología y Enfermedades Parasitarias del Departamento de Sanidad Animal de la Facultad de Veterinaria de Madrid.
La desparasitación -administrando unos comprimidos- debe hacerse, al menos, cuatro veces al año. Sin embargo, cuenta mucho el entorno en que se desenvuelve el animal: no corre el mismo riesgo una mascota urbana que un perro de caza que sale al campo con frecuencia y husmea o come vísceras de las piezas abatidas. Además, en el medio rural resulta más fácil que las mascotas entren en contacto con ganado doméstico o con fauna silvestre, que también pueden transmitir parásitos.
Los niños, en especial los más pequeños, constituyen una población de especial riesgo por el hábito de llevarse todo a la boca. «Aunque las heces se disgregan, los parásitos pueden permanecer en la tierra y en el agua de los alcorques de los árboles». Los ancianos, las embarazadas y las personas con el sistema inmune debilitado también son grupos de riesgo.
A pesar de que la prevención es sencilla, «lo cierto es que más del 20% de los propietarios sólo acude al veterinario una vez al año, para la vacuna antirrábica», comenta Guadalupe Miró, que dirige el Servicio de Patología Infecciosa y Parasitaria del Hospital Veterinario de Madrid. Además, el 23% no sabe lo que es un parásito intestinal y más de la mitad desconoce que pueden causar enfermedades a personas. Tampoco saben que es mejor arrojar las deposiciones a la basura porque la única vía eficaz para eliminar los parásitos es la combustión.
Normas de convivencia
Por todo ello, establecer normas de convivencia es primordial: lavarse las manos a menudo, y siempre, sin excusa, antes de comer; no permitir a la mascota husmear nuestra comida, ni poner las patas en la mesa, ni dormir en nuestra cama; no «intimar» con animales desconocidos y tener especial cuidado con la arena de la playa.