Discutir es peor para el corazón que correr un maratón, pero algo peor todavía es recordar esa discusión una vez que ha pasado. Según un estudio realizado por investigadores de la Universidad de California en San Diego, el solo hecho de pensar en un disgusto eleva la presión sanguínea y puede dar lugar a problemas cardiovasculares posteriormente.
Los investigadores observan que cuando a una persona se le pide que recuerde ciertos momentos emocionales se eleva notablemente la presión sanguínea y, además, permanece alta. El estrés emocional es mucho más perjudicial que otros tipos de estrés, como el producido por el ejercicio, pese a que, en un principio, ambos tipos de situaciones parezcan provocar los mismos resultados en el organismo.
Por ello, los especialistas no sólo consideran importante evitar los disgustos para mantener el corazón en buena salud, sino también evitar recordar los disgustos pasados. Sus apreciaciones se basan en el estudio de 72 estudiantes que participaron en varias pruebas físicas y emocionales y cuyos niveles de presión sanguínea fueron monitorizados durante las pruebas.
Se comprobó que, mientras que recordar el cansancio de una carrera a nadie le producía alteración alguna, recordar disgustos personales aumentaba notablemente la presión sanguínea y hacía que éstos índices se mantuvieran elevados durante un largo tiempo. El estrés crónico se considera un factor importante en la elevación de la presión sanguínea, lo que se considera la principal causa de las enfermedades cardíacas.