La vitamina B1, o tiamina, pertenece al grupo de las vitaminas hidrosolubles. Participa en el metabolismo de los hidratos de carbono, un factor que permite al organismo obtener el máximo rendimiento energético a partir de estos macronutrientes. Otras funciones son la nutrición de las neuronas y los nervios, además de colaborar al buen funcionamiento del sistema nervioso. En nutrición clínica, el mayor uso terapéutico de la tiamina como suplemento se debe al tratamiento de los trastornos neurológicos, como la polineuropatía, que se desarrolla, sobre todo, por un déficit dietético de la vitamina y por una deficiencia secundaria a un alcoholismo crónico. Los alimentos donde más abunda son los cereales integrales y los productos elaborados a partir de estos. La dieta actual, sin embargo, se caracteriza justo por lo contrario: la abundancia del consumo de cereales refinados.
Los requerimientos diarios de tiamina se relacionan con la necesidad de energía, en particular, que deriva de los carbohidratos. Se necesitan 0,33 mg por cada 4.400 kJ de energía (unas 1.051 Kcal) y, por tanto, se recomienda una ingesta de 0,5 mg/1.000 Kcal, en general, para personas adultas y niños. Las «Ingestas recomendadas para la población española», descritas por el Departamento de Nutrición de la Universidad Complutense de Madrid, establecen los requerimientos de tiamina según la edad, el sexo y la situación fisiológica.
En los niños pequeños de entre 6 y 10 años, la ingesta recomendada es de 0,8 miligramos diarios. Las mujeres requieren de media 0,9 mg/día; hasta 1 mg diario las adolescentes de 13 a 16 años, las mujeres embarazadas y lactantes; y se reduce a 0,8 mg/día a partir de los 50 años. En los hombres, la media es de 1,1 mg/día, y hasta 1,2 mg diarios entre 16 y 40 años. Al participar la tiamina en el metabolismo de los carbohidratos, quienes consuman más cantidad de alimentos ricos en este nutriente (legumbres, patatas, pasta, arroz, pan y demás cereales y derivados) necesitarán un mayor aporte de tiamina.
Las diferencias entre los distintos grupos de población son minúsculas. Una dieta equilibrada compuesta por variedad de alimentos es suficiente para obtener la cantidad recomendada de vitamina B1, ya que la contienen numerosos alimentos.
Los cereales: integrales y biológicos
El difosfato de tiamina es la forma activa de la vitamina. Este compuesto abunda en los cereales integrales. Una de las causas de deficiencia es el hecho de que la mayoría de alimentos que se consumen son refinados (harina con la que se elabora el pan, las galletas, la pasta, las masas, la repostería y la bollería o el arroz blanco). Durante el proceso de refinado se elimina la cáscara de los cereales, la parte donde no sólo se localiza la tiamina, sino también otras vitaminas hidrosolubles (B2, B3, B9).
Durante el proceso de refinado se elimina la cáscara de los cereales, la parte donde se localizan la tiamina y otras vitaminas hidrosolubles
La tiamina se distribuye en gran variedad de alimentos, si bien los cereales integrales y la carne de cerdo son la referencia. Las carnes tienen de media entre 0,11 y 0,15 mg/100 g, mientras que el cerdo concentra hasta 5 ó 6 veces más. Se calcula que 100 g de solomillo contienen 0,90 mg, casi el doble que la misma cantidad de lomo de cerdo (0,52 mg). La soja fresca y las lentejas son las leguminosas que más cantidad concentran, alrededor de 0,60 mg/100 g, aunque la fuente alimentaria más importante de esta vitamina en la dieta son los cereales, si se consumen integrales.
El arroz integral tiene 0,40 mg/100 g de tiamina, el doble que el arroz blanco. Como complemento de la dieta, destaca el germen de trigo, con 2 mg por 100 g de producto. No obstante, aunque se tome como suplemento, la cantidad ingerida es tan pequeña que no revierte en el aporte que cabe suponer.
Signos de una rápida deficiencia
La tiamina es necesaria para todos los tejidos. Se encuentra en altas concentraciones en el músculo esquelético, el corazón, el hígado, los riñones y el cerebro. Sirve como un cofactor para varias enzimas que participan en el metabolismo de los hidratos de carbono. Las enzimas son importantes en la biosíntesis de diversos componentes celulares como los neurotransmisores y para la producción de equivalentes de reducción utilizados en la defensa del estrés oxidativo.Al ser una vitamina hidrosoluble, su aporte dietético debe ser frecuente. Se ha documentado que el agotamiento agudo de esta vitamina en personas con una dieta estricta deficiente en vitamina B1 aparece hacia los 18 días, si bien la causa más común de deficiencia en los países ricos es el alcoholismo. El alcohol interfiere en su absorción intestinal y en su utilización celular. Estos efectos indeseados contribuyen a la prevalencia de la deficiencia de tiamina en personas con esta dependencia.
La carencia de tiamina se asocia con algunos trastornos como pérdida de apetito, debilidad, bajo estado de ánimo y polineuritis. Los síntomas más comunes de la polineuritis son: hormigueo de las articulaciones inferiores, entumecimiento, ardor en los pies o debilidad. En casos más acentuados, a la polineuritis se une la depresión, la confusión mental y la taquicardia. Estas manifestaciones más graves son síntomas de una enfermedad denominada beriberi, causada por la deficiencia dietética crónica de tiamina y que puede dañar el corazón o el sistema nervioso (neuropatía o síndrome de Wernicke-Korsakoff).
Los conocimientos que se tienen de los efectos de los anticonceptivos orales sobre el metabolismo de los nutrientes, en particular de las vitaminas, son abundantes. Se sabe que estos medicamentos incrementan los niveles séricos de vitamina A, mientras que otras, como la B1, B2, vitamina C y ácido fólico, se cuantifican en niveles orgánicos menores. Es necesario realizar una revisión de la dieta en caso de tomar anticonceptivos para evitar deficiencias vitamínicas.