La combinación entre una vacuna y los antiinflamatorios no esteroideos (AINE´s) convencionales podría ser clave en la lucha contra el mal del Alzheimer, según un estudio elaborado por científicos de la Universidad de Washington y publicado en «Journal of Clinical Investigation». La primera propiciaría la creación de anticuerpos que luchen contra las concentraciones de proteínas tóxicas, y los segundos disminuirían las inflamaciones y los depósitos proteínicos.
Esta patología se produce por la acumulación de un tipo de proteína (la beta amiloide) en las áreas cerebrales en las que se procesan las funciones de memoria o de lenguaje, entre otras. Los AINE´s resultan efectivos para reducir los niveles de esta cadena proteica. Según este estudio, de los 20 tipos diferentes de AINE´s más empleados, ocho lograron una reducción efectiva empleando dosis en ratones, que perfectamente podrían ser tomadas por los seres humanos. Estos son diclofenaco, diflusinal, ibuprofeno, sulindaco, fenoprofeno, indometacina, flurbiprofeno y ácido meclofenámico.
Otras investigaciones han demostrado que al concentrarse grandes cantidades de beta amiloide en el cerebro, las zonas afectadas se inflaman pudiendo aumentar el daño neuronal. En este sentido, el papel de los fármacos mencionados a la hora de reducir la inflamación y los depósitos proteicos resulta evidente, según los autores de este trabajo.
Subrayan que los AINE´s pueden provocar, como efecto secundario, un incremento de la toxicidad renal y gastrointestinal debido a que generan una inhibición de un tipo de enzima (COX). No obstante, precisan que este efecto no debería darse para tratar el Alzheimer ya que, en este caso, los fármacos llevan otra ruta en la que no se inhibe dicha enzima.
Los científicos estadounidenses analizan asimismo la utilidad terapéutica del sistema inmune en enfermedades como el Alzheimer. La inmunización consiste en introducir en el organismo péptidos de la proteína beta amiloide de modo que se generen anticuerpos para contrarrestarlos y, por tanto, disminuyan los niveles proteínicos que inciden en la demencia.
Para finalizar, los responsables del estudio señalan que, aunque esta terapia todavía no ha sido los suficientemente probada en seres humanos, confían en que ofrecerá buenos resultados.