En la celebración hoy del Día Mundial de la Alimentación, 840 millones de personas en todo el mundo carecen de alimentos básicos, según datos aportados con motivo de esta jornada por distintas organizaciones humanitarias que luchan contra el hambre. Además, advierten de que seis millones de niños menores de cinco años morirán este mes de inanición.
Estas ONG´s se preguntan cómo es posible que en una Tierra que podría alimentar a 12.000 millones de habitantes, según la Organización de Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), el desequilibrio entre los países avanzados y en desarrollo sea cada vez mayor. La población hambrienta ha crecido en 35 millones de individuos desde 2002 y se prevé que, en un cuarto de siglo, la desnutrición sea un fenómeno inherente a grandes metrópolis como Río de Janeiro, El Cairo o Singapur.
Ayuda estancada
Naciones Unidas alerta en este día de que los programas alimentarios «están prácticamente estancados» en los países en desarrollo -algunas organizaciones lo achacan al desvío de fondos para la protección contra el terrorismo internacional- , donde ya no hay comida para 799 millones de personas y las bocas que alimentar se multiplican a razón de 1,5 millones por año.
Además, existe otro factor intranquilizador: «el hambre ha dejado de ser el patrimonio de los parias y la desnutrición toca en las puertas del primer mundo», subraya Manuel Sánchez Montero, responsable de organización de Acción Contra el Hambre (ACH).
«El caso argentino lo demuestra», añade este especialista, quien recuerda cómo las ONG´s tuvieron que entrar apenas hace año y medio en Buenos Aires a calmar los estómagos vacíos de 6 millones de pobres, la mitad del censo del área metropolitana, debido a la crisis económica. «Hay lugares donde se ha vivido mucho mejor que en España y en los que ahora se pasa hambre. Tenemos que abandonar la idea paternalista sobre este problema: no vale pensar que eso ocurre en aldeas perdidas y que se soluciona sólo con dinero», explica Sánchez Montero.
Urbanizar la pobreza
«Nos enfrentamos a situaciones críticas a las que no estábamos acostumbrados. El proceso de urbanización de la población hace que se urbanice también la pobreza», coincide Amador Gómez, cooperante de ACH. Los expertos llaman a este fenómeno «el hambre silenciosa» y pronostican que en dos décadas llenará de chabolas los cinturones de Asia y América Latina -donde el 70% de la población reside ya en ciudades- y sumergirá en el caos al norte de África, cuyas metrópolis pasarán de albergar 310 a 710 millones de personas.
En este poco esperanzador contexto, Jean Ziegler, el relator de la ONU para el derecho a la alimentación, confirmó ayer que la pretensión de la FAO de reducir a la mitad el número de hambrientos antes de 2015 será «imposible» de cumplir.
La agencia de Naciones Unidas apuesta por crear una Alianza Internacional contra el Hambre para acabar con esta lacra. Esta Alianza «es un instrumento para superar la apatía y la indiferencia, para promover una nueva era de cooperación y acción que permita reducir e incluso eliminar el flagelo del hambre en el mundo», afirma la FAO.
En opinión de este organismo, «cada país debería fijar sus propias metas nacionales a través de sus órganos legislativos» para aplicar programas contra el hambre. «Hace falta un pacto global para reducir la pobreza y garantizar el más fundamental de los Derechos Humanos: el derecho a la alimentación», sentencia.