Una nueva forma de administrar la anestesia epidural permite una participación más activa de la madre en el momento de dar a luz garantizando, como hasta ahora, un alumbramiento sin dolor. La «walking epidural», conocida en España como epidural ambulante, consigue controlar los dolores propios del parto sin dejar a la mujer paralizada de cintura para abajo. La parturienta gana así en libertad de movimientos y puede participar de un modo mucho más activo en la expulsión del bebé.
«Se trata de una técnica eficaz, que permite a la paciente hacer una vida normal», señala Txanton Martínez-Astorquiza, jefe de sección de Obstetricia del Hospital de Basurto, centro pionero del País Vasco en el empleo de esta herramienta terapéutica y que aspira a ser también uno de los primeros de España en adaptar sus instalaciones a la nueva forma de asistencia al parto que implica la «walking». «Al no estar bloqueada de cintura para abajo, la mujer puede levantarse ella sola para acudir al baño, pasear y, lo que es más importante, colaborar de forma activa, como si no estuviese dormida», detalla el especialista.
El bloqueo epidural consiste en introducir una aguja especial en el espacio que existe entre dos vértebras de la región lumbar. Esa aguja, colocada en el llamado espacio epidural, permite poner el catéter por el que va suministrándose a la paciente la medicación que le aliviará el dolor. El número de dosis administradas depende del tiempo que se prolongue el parto.
Tatuajes
Cada vez más mujeres lucen a la altura de la región lumbar tatuajes que han obligado a los médicos a introducir un pequeño cambio en esta técnica. Según detalla el ginecólogo Fernando Mozo de Rosales, en casos así es necesario hacer un pequeño corte para separar bien la piel antes de introducir la aguja, con el fin de evitar que la tinta del tatuaje penetre en el espacio medular y se origine una infección en el espacio raquídeo. «Podría producirse una meningitis», precisa el experto.
La técnica para aplicar la epidural ambulante y los medicamentos que se emplean en ella son los mismos que los de la analgesia tradicional. «Cambian las dosis», indica el anestesista José Luis Alcíbar. La fórmula utilizada es una mezcla de un producto anestésico, encargado de dormir las fibras motoras, y una sustancia opiácea para el control del dolor.
Las cantidades habituales dejan a la paciente dormida de cintura para abajo, lo que la obliga a permanecer tumbada en una camilla hasta el momento mismo del parto, e incluso después. La epidural ambulante consiste básicamente en reducir la cantidad de anestesia y aumentar ligeramente el opiáceo, de tal modo que sólo las fibras sensitivas se queden dormidas y permanezcan despiertas las motoras, las que controlan el movimiento. La mujer puede desplazarse ahora por el área de partos con entera libertad. Las mayores ventajas las percibirá, sin embargo, en el momento en que vaya a nacer su hijo. «Notará las contracciones y sentirá sin ningún dolor que el niño sale de su vientre», puntualiza el anestesista.
Menos riesgos
Entre las ventajas de esta técnica, Alicia Valtierra, supervisora de matronas del hospital vizcaíno, destaca que la «walking» reduce la necesidad de practicar episiotomías, que es un corte que se realiza en el periné para evitar desgarros, pero que desgasta el suelo pélvico y provoca posibles escapes de orina hasta que se cierra la lesión.
Los riesgos de la epidural ambulante son además menores que los de la analgesia tradicional, aunque «ni en uno ni en otro caso» afectan a la criatura. En contadas ocasiones, puede provocar a la madre una bajada de tensión, temblores y dolores de cabeza.
La «walking epidural» sólo es hasta cierto punto un tratamiento de libre elección para las pacientes. Su uso será propuesto en función de las condiciones físicas de la madre y el momento en que se encuentre el parto.