La mala aplicación de los protectores solares supone exponer nuestro cuerpo al riesgo de padecer un cáncer de piel. El peor es el melanoma, un tumor poco frecuente y muy agresivo al que le bastan tres milímetros para acabar con la vida del 70% de los pacientes. En el mejor de los casos se puede sufrir un carcinoma, curable en muchas ocasiones sin necesidad de cirugía.
Un estudio elaborado por los laboratorios Isdin revela que se suelen cometer dos errores generalmente con los fotoprotectores. Así, apenas el 53% se lo aplica en casa con la piel seca y sólo el 63% espera a que se absorba bien el producto-media hora-, antes de exponerse a la radiación solar. Además, es importante aplicarse la cantidad necesaria. «Un varón de 1,70, por ejemplo, tiene que ponerse unos 30 miligramos -más de la mitad del tubo- para protegerse de la cabeza a los pies», señala Josep Montero, miembro del Grupo Español de Fotobiología y coautor del informe.
Recientemente, el Congreso Mundial de Cáncer de Piel celebrado en Austria dio la voz de alerta al reconocer que «dentro de cinco años, una de cada 50 personas estará afectada». Esta progresión es lógica, ya que «de críos les tocó vivir el culto desaforado al sol, de ahí que sufrieran quemaduras solares y más de alguna insolación. Tengamos en cuenta que, hasta hace 25 años, los fotoprotectores se conocían muy poco», explica Manuel Asín Llorca, fundador de la Asociación de Prevención del Melanoma.
Predisposición genética
Y es que la piel no olvida. El daño en las células se va acumulando irreversiblemente, y si existe una predisposición genética puede desencadenarse un tumor cutáneo. La clave está en la intensidad y repetición de las lesiones: «Las alteraciones genéticas se reparan por la noche, pero cuando son frecuentes llega un momento en que esa reparación empieza a fallar, y por eso aparecen manchas marrones, sequedad y, en último extremo, un melanoma», indica Carlos Guillén, jefe del Servicio de Dermatología del Instituto Valenciano de Oncología.
Para evitar lamentaciones nunca hay que bajar la guardia; sobre todo en junio y julio, cuando la radiación ultravioleta es más intensa. Y a la hora de proteger a los niños, deben redoblarse las cautelas pues está comprobado que el 80% del daño solar se padece antes de los 20 años. El uso de cremas protectoras es determinante: si en la infancia y adolescencia se usa un fotoprotector de 15 ó más, se reducen las posibilidades de sufrir cáncer de piel en un 75%.
Por otro lado, no hay que olvidar que el sol tiene propiedades beneficiosas: tiene una acción antidepresiva y favorece la síntesis de la vitamina D, «pero no hay que exponerse salvajemente, y mucho menos a los más pequeños», apunta Asín Llorca. Hasta los tres años deben estar a la sombra y mientras no hayan cumplido los seis meses, la playa les está prohibida.