El ácido linolénico conjugado (CLA, en sus siglas inglesas) es una de las moléculas que más interés ha suscitado en parte de la industria alimentaria en los últimos años. Desde su descripción, y tras evidenciar ciertos efectos positivos en animales de laboratorio, se crearon muchas expectativas por su posible inclusión en multitud de alimentos funcionales. Las posibilidades eran increíbles: reducción de la masa corporal, de los depósitos de grasa en el organismo, regulación del metabolismo, reducción de apetito y otras muchas ventajas que podían redundar en una reducción de los niveles de obesidad de la población. Pero estudios más amplios en personas han demostrado que la actividad de esta sustancia es inferior a la esperada, por lo que son necesarios mayores estudios que demuestren su idoneidad en nuevos alimentos.
El ácido linolénico conjugado (CLA) es una molécula que ha suscitado mucho interés gracias a los resultados obtenidos en estudios sobre el depósito y metabolismo de los lípidos en modelos animales. Sin embargo, en estudios más amplios en personas se demuestra que el efecto no se da exclusivamente en el ámbito de las grasas, sino que también quedan afectados otros sistemas, como la regulación del metabolismo de los azúcares y los mecanismos de oxidación celular. Todos estos efectos, evaluados en su conjunto, provocan un replanteamiento de su aplicación, básicamente por una actividad inferior a la esperada, por el riesgo de aumento de la oxidación celular y por la inducción a resistencia a la insulina.
CLA es el nombre que se le ha dado a un grupo de ácidos grasos insaturados con 18 átomos de carbono, con dos dobles enlaces conjugados, que suelen estar en los carbonos 9 y 11 o en los 10 y 12, y pueden estar en forma de cis o trans. Estos isómeros son componentes minoritarios de la fracción lipídica y se pueden encontrar en la carne, especialmente en la de vacuno y ovino, en su leche y derivados. Desde principios de este siglo, algunos estudios han sugerido que el CLA podía tener efectos beneficiosos sobre la composición corporal y sobre el metabolismo de la glucosa y los lípidos, a partir de lo cual empezaron a considerarse para su uso y consumo.
Al mismo tiempo se ha visto como una sustancia capaz de abrir el camino a un mejor conocimiento de la regulación de la energía en el organismo, incluso considerando la posibilidad de que pudiese ayudar a modularla mediante diversas sustancias, no muy abundantes en la naturaleza, pero tampoco absolutamente extrañas a nuestra dieta. No obstante, los estudios que se han ido diseñando en estos años en personas han dado resultados muy contradictorios. Mientras los primeros datos parecían indicar efectos positivos similares a los observados en animales de experimentación, casi simultáneamente aparecieron otros datos que señalaban efectos muy negativos.
Acción del CLA
El CLA tiene capacidad de producir citoquinas con acción antiinflamatoria
El conocimiento del mecanismo de acción de cualquier ingrediente nuevo que pueda emplearse en alimentación humana para obtener alimentos funcionales es fundamental, puesto que permite prever si puede tener una acción positiva real o si puede tener efectos secundarios. En este sentido, uno de los mecanismos por los que se señala el CLA como un ingrediente interesante se basa en su capacidad para sobre-producir citoquinas con acción antiinflamatoria. Sin embargo, existen datos que demuestran que se produce una activación simultánea de los receptores PPAR, lo que implica la acción contraria, es decir, la activación de mecanismos de oxidación celular, con detección de la formación incluso de sustancias que facilitan o estimulan la oxidación celular como la α-TNF.
Mecanismos de control del peso corporal
En modelos animales, especialmente trabajando con roedores, se ha apreciado que tras la administración de CLA se disminuye el peso corporal, sobre todo si se utiliza el isómero trans-10, cis-12. La explicación no está clara en este caso, aunque podría guardar relación con una disminución en el apetito, lo que lleva a reducir la ingesta de energía. No obstante, han de haber otros mecanismos de acción aún no determinados que demuestren no sólo una reducción en el consumo energético, sino también una reducción del tamaño de los adipositos, una modificación de la diferenciación de estas células, cierta regulación en el metabolismo de los lípidos y un leve estímulo de los mecanismos de eliminación o muerte de estas células.
Más aún, se ha puesto de manifiesto la expresión de la proteína UCP, tanto en el tejido adiposo claro como oscuro, así como en el hígado de los roedores, lo que indica un estímulo del metabolismo energético en general y del lipídico en particular. Incluso se detecta que el CLA llega a limitar la capacidad de diferenciación de los adipositos inmaduros, cosa que implica que no se crea nuevo tejido adiposo con capacidad para almacenar grandes cantidades de grasas. La consecuencia es clara y muy interesante, al menos a priori: se aprecia un control de los depósitos de grasa y no crece en volumen.
No obstante, este principio no queda evidenciado de forma clara en humanos. Por el contrario, se puede estimular la formación de sustancias responsables de la oxidación celular, lo que supone un riesgo en consumos prolongados.
Efectos en la resistencia a la insulina
Varios estudios han demostrado que el CLA puede tener un efecto adverso en el metabolismo de la insulina. La importancia de la leptina en el metabolismo de la glucosa ha sido ampliamente señalada. Por este motivo se ha implicado a la leptina en el consumo de CLA, puesto que parece que existe una reducción de su concentración en sangre en función de la ingesta de CLA. Esto lleva a suponer cierta dificultad a la hora de llevar a cabo un buen metabolismo de la glucosa.
Pese a que el CLA se ha considerado una sustancia con actividad antiinflamatoria y con capacidad para reducir el tamaño y número de adipositos maduros, algo aparentemente positivo, pueden darse otros problemas interrelacionados, como un incremento de la cantidad de insulina circulante, puesto que muchos de esos adipositos son consumidores de glucosa y de insulina. Además, se induce al bloqueo de los receptores de membrana para la insulina, por lo que ese incremento de insulina en sangre no implica una mayor actividad de la misma. En consecuencia, el consumo reiterado puede inducir a esa resistencia a la insulina, considerado como uno de los pasos previos para el desarrollo de la diabetes.
Pese a las grandes expectativas asociadas a estas sustancias por su capacidad de reducción de apetito y de reducción de la masa corporal, con el tiempo y tras multitud de estudios sobre las luces y sombras de este ingrediente se concluye que probablemente son mayores los inconvenientes que las ventajas. La obesidad, un problema crónico nutricional y metabólico, da lugar a graves problemas para la salud en todo el mundo. Hace años se consideraba que la obesidad y sus consecuencias eran propias de países desarrollados. Sin embargo, cada vez se está viendo que se extiende a todos los países en función de su capacidad de acceso a los alimentos y de la dieta que sigan.
De hecho, la obesidad ha tenido un incremento enorme en las últimas décadas que ha llevado a un aumento muy significativo de casos de diabetes, enfermedades cardiovasculares y algunos tipos de cáncer, entre otros. Se trata de una condición con una etiología multifactorial que incluye aspectos de origen ambiental o genéticos. En este sentido se ha aceptado que la obesidad es un problema de familias y que los miembros de grupos que poseen una predisposición genética suelen tener una mayor probabilidad de sufrirla. Sin embargo, esto no justificaría por sí solo el incremento en las cifras actuales. Una de las causas que más se está relacionando con este incremento de los índices de masa corporal es la falta de ejercicio y los errores en los hábitos alimentarios.
- Salas-Salvadó J, Márquez-Sandoval F y Bulló M. 2006. Conjugated Linoleic Acid Intake In Humans: A Systematic Review. Focusing on Its Effect on Body Composition, Glucose, and Lipid Metabolism. Crit. Rev. Food Sci. Nut. 46:479-488.