La aspirina -el ácido acetil salicílico- puede perder su gran capacidad de prevenir el infarto y las enfermedades cardiovasculares si se toma combinada con ibuprofeno, otro de los analgésicos más comunes. La alerta la ha lanzado la agencia estadounidense del medicamento, la FDA, y es de vital importancia pues miles de personas toman ácido acetil salicílico para evitar un infarto de repetición y en más de una ocasión se ven obligadas a recurrir al ibuprofeno para frenar un dolor de espalda o de muelas.
La popular aspirina está considerada como un potente antiagregante plaquetario. Las plaquetas son células de la sangre, como los glóbulos rojos y los blancos, que tienen la misión y la capacidad de agruparse entre sí con el fin de taponar los pequeños orificios de los vasos sanguíneos por los que puede escaparse la sangre. Son las que contribuyen a formar las postillas que cierran las heridas.
El problema que plantea este mecanismo en los pacientes propensos a sufrir un infarto es que esa acumulación de plaquetas acabe por formar un trombo: taponaría una arteria y se produciría un accidente cardiovascular, según explicó el director del Centro de Información del Medicamento de Vizcaya, Juan del Arco. La función de la aspirina es unirse a una de esas plaquetas, una enzima llamada cox-1, e impedirle formar coágulos con facilidad.
El ibuprofeno tiene esa misma capacidad. Sin embargo, mientras la acción anticoagulante de éste dura apenas ocho horas, la de la aspirina se prolonga durante toda la vida de la proteína, que es de varios días. El problema es que el ibuprofeno ocupe, si se toma antes de la aspirina, el espacio que necesita el ácido acetil salicílico para trabajar y controlar la propensión a sufrir accidentes cardiovasculares. Como consecuencia, pasadas ocho horas, el paciente deja de estar protegido contra las enfermedades del corazón.
«Este es un asunto que los cardiólogos conocíamos y, aunque no existe un estudio definitivo sobre la cuestión, ya lo hemos tenido en cuenta en nuestra práctica clínica», explica Antonio Fernández Ortiz, jefe de la Unidad Coronaria del Hospital Clínico de Madrid. Este experto aconseja a los pacientes que, en caso de que necesiten combinar ambos fármacos, primero ingieran la aspirina y pasada al menos media hora, el ibuprofeno.
Así se garantizarán los dos efectos que se buscan: el anticoagulante de una pastilla y el analgésico de la otra. «Otra posibilidad a tener en cuenta, siempre que sea posible, es la de sustituir el ibuprofeno por otro analgésico, como el paracetamol, que es menos potente», detalla Fernández Ortiz.