La cirugía bariátrica o de reducción de estómago gana cada vez más terreno entre los menores, según los datos dados a conocer en el congreso de la Sociedad Española de Cirugía de la Obesidad (SECO) que se celebra esta semana en el Hospital de Getafe, en Madrid.
Y es que el número de adolescentes y menores de edad que pasan por el quirófano para combatir su obesidad, aunque todavía es reducido, aumenta ligeramente cada año. Aunque no existe un registro que permita conocer el número exacto de intervenciones de cirugía bariátrica o de la obesidad que se realizan en España, se puede tener una estimación aproximada con los datos de altas hospitalarias. Así, se anotaron cinco cirugías de la obesidad en 2004 a chicos de entre 14 y 18 años, y más del triple -18 intervenciones- en 2005. El año pasado las operaciones de menores no llegaron a las 20, según la SECO, que calcula que se han realizado unas 40 cirugías en tres años.
Un acuerdo entre esta entidad y la Administración fijó en 18 años la edad límite por debajo de la cual se aconseja realizar esta intervención. Se estableció ese límite porque con la mayoría de edad legal también se da por finalizado el desarrollo de los jóvenes. «Pero existen casos excepcionales en los que la cirugía se hace necesaria. Cuando fracasan otros tratamientos y la obesidad amenaza la salud del menor», justificó el presidente de la SECO, Carlos Fernández Escalante.
La tendencia al alza de operaciones que hace unos años estaban reservadas para adultos desesperados se debe a la aparición de técnicas menos agresivas y a la reducción del riesgo. Las reducciones de estómago se reservan para chicos que empiezan a tener problemas respiratorios o cuando el sistema muculoesquelético se deteriora rápidamente. Las intervenciones aún son anecdóticas, aunque el incremento de la obesidad infantil en España y la aparición de una técnica quirúrgica más sencilla y segura, llamada «manga gástrica», impulsarán las reducciones de estómago en niños y jóvenes. Esta cirugía reduce en más del 80% la capacidad del estómago, que queda como un tubo, con sólo dos terceras partes de su capacidad original. Con ese tamaño a los pacientes les basta con ingerir una pequeña cantidad de alimento para saciarse. «Así resulta más sencillo reeducar su alimentación», aseguró Fernández Escalante.
Además, la recuperación es muy rápida, ya que la cirugía se realiza por laparoscopia. No se altera la fisiología del estómago y no se dejan cuerpos extraños ni aditivos especiales en el interior, como sucede con otras intervenciones. Tampoco obliga a restringir determinados tipos de alimentos. El paciente puede seguir comiendo de todo, si bien en menor cantidad.