La alimentación es un tema de interés general cada vez más presente en el pensamiento de la gente, consciente de la estrecha relación entre los hábitos alimentarios y el mantenimiento de la salud. Hay etapas de la vida sumamente vulnerables en las que un especial cuidado de los aspectos dietéticos tiene enormes repercusiones orgánicas. Durante la infancia y la adolescencia, el crecimiento y el desarrollo orgánico están condicionados, en parte, por los componentes de la dieta. Y esto mismo ocurre durante el embarazo y la lactancia, momentos en los que la alimentación de la madre determina, en parte, el estado sanitario del bebé.
Por esta razón, muchas mujeres se plantean revisar su alimentación cuando planifican su embarazo. Y en este intento de elegir los alimentos más sanos y nutritivos hay gestantes y madres lactantes que recurren al consumo habitual de alimentos enriquecidos. Es el caso de los productos elaborados con leche enriquecida en calcio o con mayores dosis de ácido fólico, hierro o ácidos grasos omega 3. En el mercado actual, son varias las marcas comerciales que ofrecen este tipo de preparados lácteos con un mensaje contundente y no menos debatible: «alimento diseñado especialmente para compensar las nuevas necesidades nutricionales de la madre durante las etapas de embarazo y lactancia».
¿Son productos realmente necesarios?
Un dietista-nutricionista o un médico especializado en nutrición es quien debe estimar la posible necesidad de alimentos enriquecidos
La revisión ginecológica periódica durante el embarazo es un derecho para la futura madre. Y este estudio médico incluye diversas analíticas que muestran el estado nutritivo y sanitario de la mujer. En caso de una deficiencia nutritiva manifiesta o subclínica, el médico especialista es el primero en recetar una serie de medicamentos o complementos dietéticos que compensen los nuevos requerimientos nutricionales de la gestante. Además, desde la sanidad pública, la recomendación de suplementos de ácido fólico es sistemática, ya que es un nutriente potencialmente deficitario cuya carencia tiene serias repercusiones tanto para la mujer como para el futuro bebé.
Ante la publicidad sobre leches especiales para el embarazo y la lactancia, lo importante durante estas etapas de la vida es plantearse la necesidad real de recurrir al consumo habitual de estos productos. Al mismo tiempo, en la actualidad se están estudiando los potenciales efectos nocivos para la salud pública de un consumo elevado de numerosos nutrientes, debido a la oferta cada vez más abundante y numerosa de productos enriquecidos.
Por tanto, debería ser un dietista-nutricionista o un médico especializado en nutrición quien estime, tras un exhausto estudio de los hábitos alimentarios de la persona, si existe la necesidad de incluir alimentos enriquecidos en la dieta habitual, siempre teniendo en cuenta los resultados de las analíticas oportunas.
Alimentos enriquecidos por naturaleza
La naturaleza ofrece alimentos naturalmente enriquecidos que consiguen satisfacer por sí solos las necesidades nutritivas orgánicas
La naturaleza ofrece alimentos naturalmente enriquecidos en nutrientes que, ingeridos según los patrones de una dieta equilibrada, consiguen satisfacer las necesidades nutritivas orgánicas.
El calcio, uno de los nutrientes reiteradamente incluido en numerosos productos enriquecidos por su esencialidad en el mantenimiento de una estructura ósea fuerte, es el mineral por excelencia de la leche y derivados. Esta es, de forma natural, rica en calcio. Si la mujer embarazada toma 3 vasos de leche al día o alimentos equivalentes (queso, yogur o cuajada), cubre del todo las necesidades de este mineral.
El ácido fólico es una vitamina naturalmente abundante en verduras de hoja verde, legumbres verdes, hígado y granos de cereales. Dadas las graves repercusiones que produce su carencia en el feto durante los primeros estadios de la gestación, se suplementa sistemáticamente en el momento en el que se confirma el nuevo estado fisiológico de la futura mamá. Incluso meses antes se puede tomar ácido fólico si se tiene previsto un posible embarazo.
El hierro es un mineral cuyos requerimientos aumentan durante la gestación. Los resultados de una analítica determinan si es preciso un aporte extra de este nutriente. El organismo asimila fácilmente el hierro de la carne, pescado y derivados. Los vegetales como las legumbres y ciertas verduras contienen cantidades nada despreciables de hierro, aunque su forma química resulta más difícil de asimilar por el organismo. Para potenciar su absorción, los alimentos vegetales se pueden acompañar de fuentes dietéticas de vitamina C (cítricos, pimiento, kiwi, o tomate, entre otros).
Los ácidos grasos omega 3, a los cuales muchos fabricantes aluden en sus productos como nutrientes fundamentales para el desarrollo del sistema nervioso y del cerebro del bebé, son abundantes por naturaleza en el pescado azul, los aceites de semillas y los frutos secos. Una alimentación que contemple el consumo de estos alimentos de acuerdo a las recomendaciones de dieta equilibrada satisface las necesidades de dichos nutrientes esenciales.