El mantenimiento de los muebles de madera requiere usar productos específicos. Hay que limpiarlos para conservar el brillo y protegerlos contra el ataque de insectos dañinos como las termitas o la carcoma. Ambos resultan muy agresivos para el mobiliario, ya que excavan pequeños túneles en su interior que afectan a la estructura.
Para prevenir su aparición, o conseguir que produzca el menor daño posible en la madera, es necesario protegerla. En general, este tipo de tratamientos se realizan en fábrica, aunque una vez en casa hay que vigilar el estado de los muebles y actuar ante el menor síntoma de ataque. Las manchas azules o grisáceas, así como la presencia de pequeños agujeros con polvo alrededor, dan una pista sobre la existencia de hongos u otros insectos.
Qué factores influyen
Los tratamientos difieren según el uso de la madera, la especie a la que pertenece, su impregnabilidad y su durabilidad natural. Este último factor está regulado en la norma EN 350, que recoge la respuesta de las especies mas utilizadas en Europa frente a los agentes degradadores.
A partir de estos factores se decide el modo de protección, en cuyo resultado influyen la penetración del producto y la capacidad de retención de la madera, puesto que si no es suficiente habrá que emplear una cantidad mayor de protector.
El tratamiento más habitual es el que se realiza con productos químicos. La madera se sumerge en un recipiente con protector o se fuerza su entrada en ésta. También se puede potenciar la resistencia a los agentes externos con una modificación física de la propia materia. Así se impide la entrada de cualquier plaga.
Para asegurar una buena compra, lo ideal es que los muebles cuenten con un certificado de tratamiento. La empresa que lo realiza debe ser la encargada de incluirlo. En él deben aparecer sus datos, además de las características de la madera, el producto que se ha empleado, el modo de tratamiento, la fecha en que se ha realizado y otras informaciones que ayuden a la conservación del mueble.