El hallazgo podría ayudar a aumentar la aceptación de estos alimentos incidiendo tanto en su sabor como en su aroma. El estudio se publicó en la revista American Journal of Clinical Nutrition. En sus resultados, la neofobia alimentaria (concepto que alude al rechazo a probar nuevos alimentos) debida a diferencias genéticas hereditarias se estimó en un 78%, un 22% más de los motivos relacionados con el ambiente. «Los padres pueden estar seguros de que el rechazo de sus hijos a probar nuevos alimentos no es sólo resultado de sus malas prácticas nutricionales, sino que está en parte en los genes», asegura Lucy Cokke, profesora del Cancer Research UK Health Behaviour Unit y directora de la investigación. El equipo entrevistó a padres de 5.390 pares de mellizos y gemelos de 8 a 11 años.
La profesora añade: «es el primer estudio que analiza las influencias relativas de los factores ambientales y genéticos en la neofobia alimentaria». Sin duda, el rechazo a los alimentos es un problema para los padres, que ven como sus hijos se resisten a cualquier opción nueva, algo que conlleva consecuencias negativas a largo plazo, ya que normalmente se asocia con dietas bajas en fruta y vegetales.
El estudio podría ayudar a explicar, además, por qué ciertas comidas agradan o desagradan en la edad adulta, así como a comprender problemas alimentarios tales como la obesidad.