El ácido clorhídrico es uno de los componentes del jugo gástrico que es secretado por unas células especializadas del estómago durante la ingestión de la comida. En las personas mayores, el envejecimiento predispone a cierta incapacidad para secretar dicho ácido en cantidad suficiente. Este hecho supone uno de los cambios fisiológicos más notables que se producen con la edad y afecta a la digestión de los alimentos y al aprovechamiento de ciertos nutrientes.
La importancia del ácido clorhídrico
Los minerales y algunas vitaminas necesitan que haya una acidez adecuada en el estómago para poder ser digeridos y, a continuación, absorbidos. El ácido clorhídrico es el encargado de optimizar el pH del estómago, es decir, su nivel de acidez, por lo que favorece la digestión y absorción de dichos nutrientes. La secreción de ácido gástrico es estimulada al masticar y deglutir. También la presencia de alimentos en el estómago o simplemente el hecho de ver o imaginar comida aumenta las secreciones gástricas.
A su vez, se aumenta la producción de una enzima denominada pepsina, encargada de la digestión de las proteínas. Si no existe suficiente cantidad de ácido clorhídrico, la presencia de pepsina resulta insuficiente, lo que hace que las proteínas no se degraden, no den lugar a aminoácidos (unidades con las que el organismo construye las proteínas) y, por tanto, pueda aparecer deficiencia en algunos aminoácidos esenciales. Por este motivo, una carencia puede provocar un retraso en el crecimiento y dificultar la construcción de órganos y tejidos.
Un exceso de ácido clorhídrico puede dañar los tejidos del tracto digestivo y contribuir a la formación de úlcera gástrica
En las personas adultas, la falta de aminoácidos esenciales puede conducir a retraso en la regeneración y renovación de las células y la cicatrización de las heridas, por ejemplo. A pesar de que el ácido clorhídrico juega un papel importante en la digestión de los alimentos, su exceso también puede provocar problemas, ya que una acidez excesiva dañaría los tejidos del tracto digestivo y contribuiría a la formación de úlceras gástricas.
Existe una enzima llamada bromelina que posee una acción similar a la de las enzimas digestivas, por lo que ayuda a digerir las proteínas. Esta enzima, que se extrae de la piña, puede resultar beneficiosa para el tratamiento de algunos procesos digestivos como la hipoclorhidria.
Absorción de hierro y calcio
La cantidad de ácido gástrico presente en el estómago va a condicionar el volumen de hierro absorbido. La falta de ácido clorhídrico interfiere en la absorción del hierro «no hemo», forma en que el hierro está presente en los alimentos de origen vegetal, como los huevos, las legumbres, los frutos secos, las frutas desecadas y las verduras de hoja. Esta falta de ácido impide que el hierro «no hemo» se haga soluble en los líquidos gástricos y duodenales.
En consecuencia, no se absorbe, lo que puede provocar la aparición de una anemia ferropénica, es decir, una anemia por falta de hierro. En cuanto al calcio, uno de los factores que hace que aumente su absorción es la presencia de un medio ácido. Por lo tanto, la deficiencia de ácido clorhídrico podría provocar una disminución en la absorción de este mineral.
Anemia perniciosa
La hipoclorhidria puede dar lugar a la deficiencia de una proteína denominada «factor intrínseco de la mucosa gástrica». Este componente es indispensable para la absorción de vitamina B12, que interviene en la formación de los glóbulos rojos, por lo que su deficiencia puede dar lugar a la aparición de anemia perniciosa. Este tipo de anemia nutricional se caracteriza por una disminución del número y un aumento del tamaño de glóbulos rojos.
La deficiencia de vitamina B12 se presenta, en mayor o menor medida, en todas las personas mayores. Generalmente, su incidencia aumenta en la tercera edad, ya que responde sobre todo a causas fisiológicas propias del envejecimiento. Cuando envejecemos, el estómago segrega menos ácido clorhídrico. En condiciones normales, en el estómago se forma un complejo vitamina B12-«factor intrínseco» que pasa al íleon, donde se une a los receptores de la mucosa para que la vitamina pueda absorberse y pasar a la sangre. Como consecuencia de la hipoclorhidria, este «factor intrínseco» se secreta en cantidades insuficientes o no se produce en absoluto, por lo que la vitamina B12 no es absorbida.
La deficiencia de vitamina B12 afecta al sistema nervioso y, aunque sus síntomas son manifiestos (hormigueo en manos y pies, y pérdida de sensibilidad en piernas, pies y manos), muchas veces los ancianos los asocian a la falta de movilidad y al propio envejecimiento, lo que dificulta su identificación a tiempo. En muchas ocasiones, el diagnóstico llega cuando los daños neurológicos y mentales (confusión, depresión y deficiente función intelectual) son evidentes. Entonces, el deterioro puede ser ya irreversible y desembocar en una demencia.
Al consumir alimentos, entran en el organismo microorganismos a través de la nariz y la boca. Sin embargo, la combinación del pH ácido del ácido gástrico y las enzimas digestivas dan como resultado la destrucción de la mayor parte de los mismos. Si el ácido clorhídrico no está presente en cantidades suficientes, muchos de ellos pueden sobrevivir. Aunque la mayoría son inocuos, existen otros como la Salmonella y la Escherichia coli, que pueden causar toxiinfecciones alimentarias, que conduce a malestar digestivo con náuseas, vómitos, diarreas e, incluso, fiebre.