Un estudio llevado a cabo en Australia apuesta por adormecer los tipos de cáncer de mama más agresivos, en vez de atacarlos con quimioterapia. Alex Swarbrick, del Instituto Garvan, en Sidney, explicó que la investigación, elaborada junto al Premio Nobel de Medicina estadounidense Michael Bishop, llevó a la detección del gen Id1, regulador de algunos tipos de cáncer mamario.
Los investigadores hallaron que la activación o la desactivación de ese gen llevaba respectivamente a potenciar o reducir los tumores. En experimentos con ratones, Swarbrick descubrió que estimulando el gen podía incluso crear tumores y originar un cáncer de mama capaz de extenderse por todo el cuerpo. En cambio, desactivándolo en un tumor ya establecido, «los ratones vivían mucho más tiempo».
En el experimentó se logró curar alrededor del 40% de los casos. «Los tumores se redujeron hasta desaparecer», afirma el médico australiano. Este descubrimiento sugiere que una alternativa a matar las células cancerígenas, lo que muchas veces no es posible, sería tratar de adormecer los tumores.
«Muchos cánceres modifican los genes relacionados con la muerte de la célula, por lo que es difícil matarlas», señala Swarbrick, quien apuesta por inducir un adormecimiento terminal para que el sistema inmunitario termine engullendo el cáncer.