Los primeros análisis realizados a las 2.000 gallinas aparecidas muertas en una granja de Almoguera (Guadalajara) confirman que no estaban infectadas por el virus de la gripe aviar del tipo H5N1, la cepa que se transmite de aves a humanos, sino por el del tipo H7, informó ayer por la tarde el Ministerio de Medio Ambiente, Medio Rural y Marino.
La variante H7 de la gripe aviar afecta sobre todo a las aves y no se transmite de forma fácil a las personas, por lo que se considera de bajo riesgo. No obstante, ya se había tomado con anterioridad la decisión de sacrificar a toda la explotación, unas 400.000 aves ponedoras, para evitar la propagación del virus.
Los primeros resultados ya descartaban que se tratase del tipo de gripe aviar que provocó muertes de humanos en 2005 en un brote originado en Asia, señaló el delegado provincial de Agricultura y Desarrollo Rural, Sergio Cabellos. Incluso antes de saber que se trataba de un H7, los resultados negativos al H5N1 «hacen que la situación sea menos preocupante», apuntó. Aunque aún falta confirmar con exactitud qué patógeno ha causado estas muertes, hay que trasladar un mensaje de tranquilidad a la población, indicó Cabellos. También señaló que las cerca de 400.000 gallinas sacrificadas eran ponedoras de huevos y aseguró que ningún producto ha salido de la explotación avícola.
Como medida de precaución y tal como marcan los protocolos establecidos, son 12 las personas (10 trabajadoras de la granja y dos veterinarios) que están siendo tratadas con Tamiflu por haber estado en contacto con los animales. También se les ha vacunado contra la gripe estacional y se les ha recomendado permanecer en sus domicilios.
Los primeros síntomas de esta enfermedad aparecieron hace una semana, cuando los propietarios de la explotación avícola Granja Segura S. A. se vieron sorprendidos con cientos de gallinas muertas. Los veterinarios de la instalación trataron entonces de atajar el problema mediante un tratamiento, pero al no tener éxito comenzaron la incineración masiva de las aves. Los animales muertos, así como los huevos que habían puesto, fueron depositados en zanjas que después se cubrieron con cal viva.