El riesgo elevado de padecer de ictus y enfermedad cardiovascular guarda relación con el consumo de altas cantidades de sal. Una reducción de sólo cinco g en la dieta disminuiría las posibilidades de sufrir un ictus en un 23% y la enfermedad cardiovascular total en un 17%, lo que evitaría 1,25 millones de ictus fatales y no fatales y casi tres millones de episodios cardiovasculares en todo el mundo cada año.
Son las principales conclusiones de un estudio de la Universidad de Warwick y el Hospital Universitario en Coventry (Reino Unido) y la Escuela de Medicina de la Universidad Federico II en Nápoles (Italia) que se publica en la revista «British Medical Journal». El trabajo examinó la relación entre el nivel de consumo de sal en la dieta habitual y la ocurrencia del ictus y la enfermedad cardiovascular al revisar 13 ensayos prospectivos de Reino Unido, Japón, Estados Unidos, Países Bajos, Finlandia y China. En total se realizaron seguimientos a 170.000 participantes durante un periodo de 3,5 a 19 años, que experimentaron cerca de 11.000 episodios cardiovasculares.
Los resultados suponen evidencias inequívocas del vínculo directo entre el consumo alto de sal en la dieta y el mayor riesgo de ictus y enfermedad cardiovascular. «Hemos visto reducciones en el contenido de sal de varios alimentos, debido a la colaboración entre los gobiernos, los institutos de salud pública y sectores de la industria, siempre desde una vertiente voluntaria», explicó Francesco Cappuccio, director del Centro de Colaboración de la Organización Mundial de la Salud (OMS) en la Escuela Médica de Warwick.
No obstante, el progreso hacia los objetivos recomendados es lento y para que el consumo de sal de la población se aproxime a los objetivos de la OMS en un tiempo razonable se hace necesario una regulación. También hacen falta campañas para promover la salud, para reducir la carga de muertes evitables, discapacidad y costes asociados a los individuos y la sociedad, detalló Cappuccio.
El consumo de sal habitual en la mayor parte de la población adulta en todo el mundo excede los 10 g por día, mientras que la OMS recomienda que no se exceda de los cinco g diarios, explicó Pasquale Strazzullo, uno de los autores del trabajo. «Nuestro estudio apoya las recomendaciones actuales para reducir de forma sustancial el consumo de sal en todo el mundo para evitar innecesarios ictus y otros episodios cardiovasculares», concluyó.