Una revisión de diversos análisis realizada por un equipo de investigadores de la Universidad de Sydney (Australia) mantiene que las personas que beben más café, incluso descafeinado, o té parecen tener un menor riesgo de desarrollar diabetes tipo 2. Hacia el año 2025 unos 380 millones de individuos de todo el mundo se verán afectados por la diabetes tipo 2. Aunque se sabe que la obesidad y la inactividad física aumentan el riesgo de padecer la enfermedad, es todavía incierto el papel de los factores relacionados con el estilo de vida y la dieta.
Bajo la dirección de Rachel Huxley, los investigadores identificaron 18 estudios en los que se incluían 457.922 participantes y que evaluaban la asociación entre consumo de café y riesgo de diabetes. Seis de los estudios, en los que participaban 225.516 individuos, también incluían información sobre café descafeinado, mientras que siete de ellos, con 286.701 participantes, informaban sobre consumo de té.
Tras combinar y analizar los datos, los científicos descubrieron que cada taza de café adicional consumida en un día se asociaba con una reducción del 7% en el riesgo de padecer diabetes. Los individuos que bebían entre tres y cuatro tazas al día tenían casi un 25% menos de riesgo que quienes bebían entre cero y dos tazas al día. Además, en los estudios que evaluaban el consumo de café descafeinado, quienes bebían más de tres a cuatro tazas diarias tenían una tercera parte menos de riesgo de diabetes que aquellos que no bebían ninguna. Por su parte, las personas que tomaban más de entre tres a cuatro tazas de té tenían una quinta parte menos de riesgo que los que no lo bebían.
Este aparente efecto protector del consumo del té y el café parece ser independiente de otras variables, un factor que aumenta la posibilidad de sus efectos biológicos directos, según los autores. Si se tiene en cuenta la asociación entre el café descafeinado y el riesgo de diabetes, ese posible efecto beneficioso no se debería sólo a la cafeína. Podrían participar otros componentes del café y el té como el magnesio o antioxidantes como los lignanos o los ácidos clorogénicos, indicaron los investigadores.
Si se pudieran confirmar estos efectos beneficiosos en ensayos clínicos, los resultados tendrían importantes implicaciones para millones de pacientes de diabetes, concluyeron los autores, que publican el trabajo en la revista «Archives of Internal Medicine». La identificación de los componentes activos de estas bebidas abriría así nuevas vías terapéuticas para la prevención de la diabetes y se podría aconsejar a los pacientes con mayor riesgo de diabetes que aumentaran su consumo de té y café, además de sus niveles de actividad física o la pérdida de peso.