Se considera que los melones proceden del Asia central, aunque la producción se extendió a los países mediterráneos y de América.
Es en los meses de verano, desde julio hasta septiembre, cuando se cosechan los melones cultivados al aire libre, cuidando de que el fruto esté completamente maduro y haya desarrollado el sabor y aroma dulce tan particular. Los melones pueden tener la piel surcada o reticulada, y el color varía de verdoso a amarillo en función de la variedad.
La característica principal de este fruto es su riqueza en agua y su bajo aporte calórico (52 Kcal/100 g). Los melones reticulados son una fuente excelente de provitamina A (betacaroteno), vitamina C e hidratos de carbono (principalmente sacarosa). La cantidad de beta-caroteno (sustancia con propiedades antioxidantes) en el melón depende de la intensidad del pigmento anaranjado en la carne.
¿De postre o como aperitivo?
La mayoría de los melones se consumen crudos, en macedonias o en postres. Sin embargo, cada vez es mayor su presencia como aperitivo combinado con jamón y como ingrediente de sabrosas ensaladas. Las porciones de melón pueden congelarse, aunque su textura será menos atractiva que en fresco, al mismo tiempo que pierde algunas de sus vitaminas.