Un mecanismo molecular que modifica los ácidos grasos omega 3 es capaz de convertirlos en un remedio dietético para los pacientes con diabetes. Investigadores de la Escuela de Medicina de San Diego, en Estados Unidos, han identificado un receptor clave en los macrófagos, localizados en la grasa corporal obesa y que se activan gracias a los ácidos grasos omega 3. Esta reacción favorece efectos antiinflamatorios y una mejor sensibilidad sistémica a la insulina.
Los investigadores examinaron los receptores celulares que respondían a los ácidos grasos y se centraron en el receptor GPR120. Cuando éste se desactiva, el macrófago causa efectos inflamatorios, pero expuesto a los ácidos grasos omega 3, en concreto el ácido docosahexaenoico (DHA) y el ácido eicosapentaenoico (EPA), el receptor GPR120 se activa y genera un efecto antiinflamatorio fuerte de manera natural, por lo que el proceso inflamatorio puede controlarse.
Los estudios realizados por los científicos muestran cómo los aceites de pescado realizan este proceso de forma segura. La grasa animal se han convertido en una posible vía para tratar enfermedades como el cáncer, la diabetes o la obesidad a través de una suplementación dietética.
Los macrófagos son glóbulos blancos que engullen restos celulares y segregan citoquinas y otras proteínas que causan inflamación, un método para destruir células y otros componentes que se perciben como dañinos. Por este motivo, los investigadores estudiarán a partir de ahora la cantidad que se debe suministrar para obtener una dosis segura y efectiva, ya que el consumo elevado de aceite de pescado puede provocar hemorragias e ictus en ciertas personas.
Sin embargo, la investigación no ha finalizado ya que los científicos deben estudiar la cantidad que se debe suministrar para ser una dosis segura y efectiva.