El consumo y producción de patata ha experimentado un retroceso paralelo entre 1990 y 2009. Este descenso ha sido más importante en el consumo de este producto en los últimos 25 años, al pasar de cerca de 56 kg per cápita en 1985 a unos 34,2 kg per cápita en 2009. A pesar de todo, los eslabones de la cadena de valor consiguieron márgenes «aceptables» el pasado año.
Un estudio del Ministerio de Medio Ambiente y Medio Rural y Marino (MARM), realizado por el Observatorio de Precios, revela que en 2009 había en España alrededor de 22.000 explotaciones agrícolas dedicadas al cultivo de la patata en una superficie superior a 85.000 hectáreas. De forma global, se consiguió una producción de 2.480.000 toneladas, lo que supone unos rendimientos medios de 113,6 toneladas por explotación y de 29.412 kilogramos por hectárea.
No obstante, la mayor parte de la producción de patata en España está ya en manos de productores mucho más especializados (en torno a unas 8.000 explotaciones), que logran rendimientos por encima de los 40.000 kilogramos por hectárea de promedio, explicó el departamento dirigido por Rosa Aguilar.
El estudio destaca la necesidad de ofrecer «un producto cada vez más homogéneo y bien presentado, con calidad y trazabilidad asegurada», lo que ha justificado la realización de importantes inversiones, en especial entre un conjunto de grandes envasadores, almacenistas y distribuidores con grandes instalaciones y estructuras que hay que amortizar y mantener, explicó el MARM.
La patata es un producto muy perecedero, que se cultiva en unos pocos meses y se necesita comercializar en un plazo corto o someterse a conservación. Es un cultivo muy exigente, con mucha merma y muy condicionado por la climatología. En cuanto a la formación de precios, en la cadena de valor, el mayor porcentaje de costes corresponde al eslabón de envasadores/almacenistas/distribuidores, ya que asumen la mayor parte de las funciones de preparación y conservación de la patata.