Las emisiones de dióxido de carbono (CO2) pueden hacer que aumenten los niveles de polen en las ciudades, según ha constatado una investigación desarrollada en 13 países de la Unión Europea (UE). Resulta necesario revisar los tipos de árboles que se plantan en parques y jardines urbanos a fin de proteger a las personas alérgicas, apunta el estudio.
Diferentes trabajos europeos han demostrado una mayor incidencia de alergia al polen en los últimos años. En el caso de Reino Unido, el diagnóstico de la rinitis alérgica se ha triplicado en cuatro años (de 2001 a 2005). Algunos investigadores apuntaban que las altas temperaturas podrían ser la causa de que las plantas produjesen más polen, pero en este estudio se han comparado las mediciones de polen de años más fríos con otros más cálidos y apenas han encontrado diferencias.
«Se ha intentado relacionar con un cambio de las temperaturas, pero ésta no es la causa», asegura Annette Menzel, autora del estudio. Menzel lo achaca al aumento de los niveles de CO2, ya que «favorece la producción de polen». En el estudio han analizado los niveles de polen de un total de 25 especies de árboles y plantas y hasta un 60% de las mismas había aumentado su producción en los últimos años. Además, detectaron que este incremento fue mayor y duró más dentro de las ciudades, pero no fuera de ellas.
Si bien la propia investigadora reconoce que es necesario realizar nuevos estudios para comprobar esta relación, el aumento de la temporada de polen parece estar relacionado con la introducción de plantas y árboles procedentes de otros continentes, unido al citado impacto del CO2. Menzel propone que las autoridades municipales tengan en cuenta a los alérgicos a la hora de elegir la flora de parques y jardines. «A menudo se eligen árboles por cuestiones estéticas, como el abedul, al que su color plata agradable no le priva de ser un problema para los alérgicos», recuerda la autora.